A mediados de la década del ‘40, mientras se perfeccionaba el arma destructiva más poderosa de la época, la bomba atómica, en otro laboratorio se gestaba la droga que cambiaría para siempre la idea de “percepción”: el LSD. El médico y psicoanalista argentino Alberto Tallaferro fue el primero en importar ampollas con el ácido lisérgico que Albert Hoffman había experimentado en Suiza, con el compromiso de hacer autoensayos y, una vez realizados los experimentos, escribir artículos en revistas especializadas. Yendo de los campos centeno a las pipetas, del “viaje” en bicicleta al avión Douglas, de las calles de Basilea al barrio porteño de Recoleta, Damián Huergo reconstruye la historia del LSD y su llegada a la Argentina. Este texto se trabajó en el Laboratorio de No Ficción Creativa llevado adelante por Revista Anfibia, el Doctorado de Escritura en Español de la Universidad de Houston y la Maestría en Periodismo Narrativo de Unsam entre septiembre de 2022 y mayo de 2023