Entre 2017 y lo que va de 2019 varias mujeres y hombres relataron sus casos de abuso en las redes sociales. Michelle Escalona, la hijastra del estilista venezolano Jim Clark García, es una de ellas. El pasado viernes, 25 de octubre, usó su perfil de Instagram para desahogarse, para relatar lo que le hizo vivir su padrastro cuando tan solo tenía ocho años.
En Venezuela, de acuerdo con estadísticas de Unicef, por cada 98 niños o niñas víctimas de abuso sexual solo uno tiene la valentía de contarlo. La agencia que forma parte de la Organización de las Naciones Unidas también refiere que en América Latina 94% de los casos la víctima conoce al abusador y la mitad de las veces vive con él.
Con Michelle la estadística se cumplió. Desde España, la joven que actualmente tiene 29 años, cuenta que ella y su padrastro tenían una buena relación de padre e hija, al punto que lo amaba como tal, pues su madre empezó a convivir con Jim cuando ella tenía cuatro años. Sin embargo, algo en la relación cambió: «Un día no sé qué le pasó. Él empezó a hacer cosas para que lo tocara, pero yo no sabía que estaba pasando. Yo solo sentía miedo. Pero no sabía si estaba mal. Yo solo sabía que estaba pasando algo extraño, pero no me lo cuestionaba porque desde los cuatro años lo veía como un padre, como una persona buena, admirada. Un hombre que ayudaba a los demás, que me consentía y me regalaba cosas. Yo era su hija».
Michelle ha tratado de olvidar los episodios de abuso. No recuerda a ciencia cierta en qué mes fue y cuánto faltaba para cumplir los nueve cuando comenzaron las agresiones que se extendieron hasta sus 12. Solo sabe que hace aproximadamente 21 años fue víctima de violencia sexual. Asegura que los intentos por hacer algo que ella no quería empezaron poco a poco. La intensidad comenzó a avanzar a medida que pasaron los años. El aprovechamiento por parte de Jim, según ella, inició como un toqueteo, pero luego subió de tono y en dos ocasiones intentó penetrarla. Sin embargo, como pudo, no lo permitió. La joven calla sobre qué acciones hizo para lograrlo.
No fue cuando tenía 8, ni 12, sino a los 14 años que Michelle entendió lo que estaba pasando: había sido abusada y guardaba un rencor no demostrado hasta ahora. “Cuando mi papá me decía ‘ordena tu cuarto’ o cosas así a mí me daba más rabia de lo normal», contó.
Cuando le confesó lo vivido a su madre, ya la pareja se había separado. “Mi mamá se puso muy mal. Para evitarle dolor yo le oculté muchas cosas. Ella me preguntó si Jim me había tocado, si me había obligado a tocarlo y yo todo se las negué porque la ví muy mal. Ella sabía que no estaba bien porque me veía triste y había bajado las notas del colegio. Lo único que le conté fue: Jim abusó de mí”.
La madre de Michelle la llevó a terapias, pero la joven estaba negada a hablar de lo que había pasado: “Yo estaba muy dolida. En las consultas le decía al psicólogo que no iba a hablar del tema, me negaba a hacerlo y así fue, nunca lo hablé y abandoné las consultas. Mi mamá quiso denunciarlo pero tampoco quise testificar, le pedí que no lo hiciera, no le permití a mi mamá hacer justicia en ese momento.Yo no estaba preparada”.
Los intentos que hizo su madre por ayudarla no hicieron efecto. Cinco años después la joven le demostró con hechos a su familia que algo no estaba bien. Antes de cumplir los 19 años, Michelle se ganó una beca para ir a jugar fútbol y estudiar en una universidad en los Estados Unidos, la consiguió luego de ver un anuncio en el periódico. “Yo tenía todo preparado para mudarme. Desde siempre me ha encantado el fútbol. Hice mis pruebas y la pasé. Me puse a estudiar inglés para no llegar sin nada”, narró.
Sin embargo, sus planes se vieron truncados porque la depresión explotó y le jugó una mala pasada: “Era un 31 de diciembre. Recuerdo que me enteré que alguien de mi entorno cercano también fue víctima de abuso sexual. Después de enterarme de aquello me ahogué en el alcohol. Lo único que le decía a una amiga que estaba conmigo es que la vida era triste y que yo me quería ir. En fin… no lo soporté. Le dije a mi amiga que iba a saltar. Ella intentó detenerme, pero yo corrí y lo hice”.
Michelle saltó al vacío esa madrugada. Tenía 19. Lo hizo desde una ventana de su edificio, habían pasado solo minutos del abrazo de Año Nuevo. Sobrevivió a la caída, pero no pudo caminar durante casi un año. No pudo irse a Estados Unidos.
Su padre siempre
La joven cuenta cómo a pesar de que su madre y Jim Clark se separaron cuando ella tenía aproximadamente 10 años, ella siguió visitando a su padrastro en su casa. Dice que para ese momento los abusos ocurrían en la noche, pues cuando vivían en la misma casa eran de día. “Cuando vivíamos juntos mi mamá se iba a su trabajo y él esperaba a que no hubiese nadie en la casa y me llamaba como para ver televisión. Cuando iba a su casa los intentos por abusar de mí ocurrían cuando ya me había ido a mi cama a dormir. Todo pasó a escondidas”, dijo.
Michelle no dejó de ver a Jim Clark como un padre hasta que se fue de Venezuela. Dice que se lo encontró por última vez en el Aeropuerto Internacional de Maiquetía cuando estaba por tomar un avión que la llevaría a Argentina, al país que emigró antes de residenciarse en Barcelona, España. “A pesar de todo, sinceramente, yo no veía la gravedad del asunto. Es difícil cuando es abuso intrafamiliar, porque no puedes dejar de querer a tu agresor”, expresó.
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“Yo intenté olvidar lo sucedido. Creí que lo podía olvidar, pero algunas veces, algunos meses reaparecían las pesadillas y revivía el momento. Tenía unos días muy malos y luego volvía y lo olvidaba”, asegura que no acudió a terapias en la adolescencia para tratar de sobrellevar su carga; lo único que hizo para desahogarse en algunas ocasiones fue reclamarle al estilista el abuso, pero siempre lo discutió a solas hasta el pasado viernes 25 de octubre, cuando dejó de ser un asunto familiar.
En el momento en que llegó a España, Michelle empezó a tomar terapias. Alega que el tratamiento profesional y el enterarse que otra persona cercana también fue abusada su padrastro hizo que alzara la voz. “Cuando empecé a ir al psicológico llegué a la conclusión que una de mis mayores frustraciones es que a pesar que mi mamá y Jim ya no son pareja, para nuestros conocidos, yo soy su hija. Entonces aunque yo le dejara de hablar y me apartara era inevitable que la gente me siguiera preguntando: ¿Cómo está tu papá? Por ello decidí hacerlo público para cortar toda relación. La gente tiene saber lo que hizo. Yo no me quiero sentir cómplice de su comportamiento. Él tiene que parar”.
El perdón
Ser víctima de abuso sexual hizo que Michelle viviera con cautela su intimidad. En sus primeros intentos de romance con hombres, abandonó relaciones cuando los muchachos que se le acercaron querían algo más. “Cuando estaba en el colegio, en cuarto año, tuve un novio. Él fue mi relación más seria en esa época. Yo le tenía aprecio, pero un día lo terminé porque él quería avanzar y yo… yo no pude. Tuve miedo”, dijo.
Hoy, Michelle tiene novia y la califica como una persona muy importante para su vida. Desconoce hasta los momentos si quiere tener hijos, pero sí es enfática en decir que cada vez que ve a un niño en la calle, automáticamente piensa en sí lo están cuidando bien, si alguien lo está tocando.
Respecto a Jim, siente que lo perdonó: “Yo perdoné hace tiempo. El problema es que yo no he superado el hecho, porque me sigue afectando. Sin embargo, he avanzado y ya puedo hablar del tema. Yo siempre tuve una idea equivocada del perdón, para mí era tratar de olvidar y seguir en contacto con él, como si nada, pero eso no es así, esa relación solo complicaba mi recuperación. Desde que estoy en España, alejada, entendí que esa fue mi mejor elección”.
En 2002, la Organización Mundial de la Salud estimó que 150 millones de niñas y 73 millones de niños menores de 18 años experimentaron relaciones sexuales forzadas u otras formas de violencia sexual con contacto físico. Michelle hizo pública su historia porque quiere que se haga justicia.
La respuesta de Jim Clark
El Pitazo intentó conversar con el estilista venezolano sobre la denuncia de su hijastra. El hombre que, además de Michelle, tiene dos hijos propios y otros dos adoptados, manifestó, a través de su representante de prensa lo siguiente:
“En toda familia hay situaciones de felicidad y dolor. Mi hijastra, Michelle Escalona, ha realizado una denuncia que lamento haya adquirido un cariz mediático. El dominio íntimo cuando se hace público es vulnerable, susceptible a todo tipo de matices. Solo puedo responder que adoro a mi familia y jamás haré un acto, ni emitiré palabra alguna que pueda ir en su contra”.