Carabobo.- El reconocido paisajista estadounidense Christopher Baasch, creador de espacios emblemáticos como los jardines del Campus Universitario de la Universidad de Carabobo, fue asesinado en la madrugada de este sábado, 24 de abril, fue asesinado dentro de su vivienda en Naguanagua. el Paseo Paco Cabrera en Valencia o los Jardines de Araure y Acarigua.
El suceso ocurrió en su residencia ubicada en la segunda etapa del sector La Entrada, de Naguanagua, estado Carabobo, donde el paisajista residía. De acuerdo con la información obtenida entre los vecinos, el crimen fue cometido a primeras horas de la madrugada cuando ingresaron a la casa, donde Baasch vivía junto a dos personas a las que tenía como inquilinos.
Los vecinos llamaron a las autoridades policiales al escuchar gritos a primeras horas de la madrugada. Trascendió que el móvil del hecho sería el robo y que Baasch fue asesinado a golpes, varios de ellos recibidos en su cabeza. Las otras dos personas que se encontraban en la casa resultaron heridas con puñaladas.
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En la comunidad reportaron que los funcionarios de la Policía de Naguanagua acudieron al lugar pasadas dos horas del hecho y los propios vecinos debieron darles gasolina para salir del sitio, una vez que llegaron los agentes del Cicpc.
Luego de 46 años residenciado en Venezuela, 44 de ellos en Valencia, la comunidad llora al paisajista y amante de la naturaleza venezolana.
Un venezolano de corazón
Con la idea de diseñar y sembrar “jardines para el alma”, Christopher Baasch llegó a Venezuela en 1974, luego de haberse graduado la Universidad Politécnica de California, en Pomona (EE. UU), con una licenciatura en horticultura ornamental.
La naturaleza venezolana y los paisajes verdes por doquier lo hicieron quedarse en este país donde permaneció, incluso cuando toda su familia había regresado a Estados Unidos. Creó espacios verdes en zonas residenciales, hoteleras e industriales y proyectos ecológicos en su comunidad.
De su página web, http://www.cbaaschgardens.com/ se desprenden algunas palabras de su propia pluma que dan cuenta de su amor por Venezuela: “Lo que encontré me dejó boquiabierto, y aunque no lo sabía en ese momento, me quedé aferrado al país por siempre. Encontré a mi alrededor un mundo verde fascinante, dondequiera que iba. Nuevas y maravillosas plantas estaban en todas partes y quería poner mis manos en la tierra y tener un jardín propio. Después de un par de años trabajando en un vivero y familiarizándome con el suelo, el clima y las plantas, me trasladé a la ciudad de Valencia, donde he estado desde entonces. Comencé con cosas pequeñas, un jardín aquí, un jardín allá, y lentamente me fui creando nombre en una sociedad que no sabía que la profesión de paisajista existía”.