Caracas.- «Nuestras vidas dependen del Seguro Social». Así lo afirmó María Ayala, quien en este momento es la voz de cerca de 3.000 pacientes con enfermedades inflamatorias intestinales que esperan por medicinas para controlar la recurrencia de evacuaciones con sangre que pueden comprometer sus vidas. Ella, junto a un grupo de pacientes, se concentró a las puertas del Instituto de Inmunología del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, ubicado en San Bernardino, donde se entregan los medicamentos, para exigir que los tratamientos lleguen de manera puntual y periódica. Ayala asegura que el Gobierno no dispensa medicinas desde el año pasado.
Los pacientes, acompañados por representantes de la Fundación Venezolana Voces Enfermedad Inflamatoria Intestinal, consignaron una carta a la directora del Instituto de Inmunología del Seguro Social, Mireya Sánchez, para que plantee soluciones a las fallas de medicamentos para atender a los afectados por la enfermedad de Crohn y colitis ulcerosa, ambas son patologías crónicas que compromenten el intestino, colon y recto del sistema digestivo.
Denuncian que la entrega de medicinas antinflamatorias, como mesalazina, azatioprina, sulfasalazina e infliximab, ha sido irregular. «Corremos el riesgo de entrar en crisis, perder el colon y hasta la muerte (sic)», precisan en la misiva.
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La presidente de la Fundación Venezolana Voces Enfermedad Inflamatoria Intestinal, Edith Fernández, advirtió que han recibido reporte de fallecidos que conforman el grupo de pacientes que están afiliados en la organización que preside y advirtió que otros han comenzado a complicarse. «Los enfermos están presentando cólicos, diarreas y fiebre. Necesitamos un canal humanitario porque nos vamos a morir», indicó.
Los pacientes enviaron una copia de un documento que será remitido al ministro de Salud, Luis López, y al presidente de la República, Nicolás Maduro. El año pasado los enfermos se reunieron con las autoridades del Seguro Social, pero no recibieron respuestas a sus peticiones.
Mientras el Gobierno ofrece respuestas, los pacientes han controlado las evacuaciones con tratamientos que les donan en diferentes instituciones o los compran en el exterior a altos costos. Milagros Blanco, que sufre rectocolitis ulcerosa, obtuvo infliximab en Colombia y tuvo que cancelar cerca de 5 millones de bolívares. «En noviembre me dieron las últimas pastillas, pero desde ese mes no he recibido más y lo debo tomar diariamente. He tenido que racionar lo poco para no quedarme sin medicinas», señaló.