Caracas.- Iraida Mendoza, una joven madre de 19 años de edad, apostó por vivir en un nuevo país en compañía de su pareja que seguir cuidando del pequeño David Jiván Gómez Mendoza, de dos años de edad. Un autosecuestro sería la proposición que le hiciera su novio para deshacerse de su hijo y además quedarse con un buen botín, pero ante la intensa búsqueda de los familiares los nervios se apoderaron del sujeto quien terminó asesinando al niño y enterrándolo en el patio de su propia casa.
Como «hermoso, inteligente, que le gustaba bailar y hablar” describieron a David sus familiares, un infante que se vio envuelto en una guerra de intereses patrocinada por su mamá. El pasado domingo 3 de septiembre los familiares denunciaron, a través de las redes sociales, que el niño se había extraviado, según había contado la madre, luego de que perdiera todo rastro cuando lo dejó jugando con el perro en el patio de la casa de su pareja, ubicada en la Terraza 30 del barrio Guaicaipuro de la UD-2, en Caricuao, municipio Libertador.
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La joven, quien desde el viernes se encontraba en la casa de su novio, fue interrogada por su familia al llegar a su residencia, ubicada en el barrio Chapellín, en La Florida. En varias oportunidades se le preguntó “cómo se había perdido si ella estaba con él». Su actitud “no fue común”, refirió un familiar de Iraida, quien pidió reservar su identidad. En vez de la desesperación se “mostró tranquila e inmutable como si se le hubiese perdido un cuaderno”, destacó la fuente.
«Algo huele mal en Dinamarca». Esa fue la conjetura que parientes de la madre del niño sacaron luego de su reacción y de mostrarse reacia a colocar la denuncia ante las autoridades. Uno de los pocos datos que le pudieron sacar fue la vestimenta que tenía David, pues confirmó que la última vez que lo vio tenía puesta una pijama azul y zapatos Crocs azul con verde.
Tras horas de peleas y ruegos, Iraida, alrededor de las 7:00 de la noche, decidió obedecer a sus familiares y asistir a la sede del Cuerpo de Investigaciones Penales y Criminalísticas (Cicpc) ubicada en la avenida Urdaneta, para notificar la desaparición de su hijo. Por su parte, la familia del niño hizo lo suyo y colocó sus fotos en las redes sociales y en diferentes sectores de la UD-2 de Caricuao, con la esperanza de que alguien lo hubiese visto y conociera su paradero.
Con las primeras averiguaciones —y luego de dejar detenida a la mujer desde la noche del domingo—, los efectivos dirigieron la puntería de la investigación hacia la pareja de Mendoza, Daniel Mendoza, de 21 años de edad —con quien sin ser familia comparte el mismo apellido—, pues todo indicaba que sería el responsable en la desaparición del pequeño.
Mató al niño para llevarse a su mamá a Panamá
Dentro de una bolsa negra plástica funcionarios del Cicpc encontraron el cadáver del pequeño David la mañana del pasado miércoles 6 de septiembre, luego de que Daniel Mendoza le comunicara por teléfono a su hermana el crimen que había cometido: “Asesiné a David y lo enterré en el patio de la casa”. Una vez conoció la verdad, la joven decidió contarle a su papá y éste terminó informándole a las autoridades.
Funcionarios comunicaron que el mismo miércoles, pero en horas de la noche, fue detenido Daniel Mendoza en el sector Birongo, en el municipio Brion del estado Miranda. Ya en manos de las autoridades, el delincuente confesó que entre él y su pareja habían planificado el secuestro de David con el fin de recabar un dinero que los montaría en un avión directo a Panamá, país que el hombre eligió como residencia luego de salir en libertad, pues hace tres meses se encontraba preso en la cárcel de Yare donde pagó tres años por el delito de robo.
Según información dada por allegados de David, el niño sí habría estado secuestrado, puesto que Iraida, bajo la complicidad de dos hombres y otra mujer con quienes presuntamente conforman la banda “La Palomera” lo escondieron y “se lo entregaron al monstruo”. No obstante, la intensa búsqueda de los familiares y vecinos, más la ayuda de los medios de comunicación generaron que el asesino entrara en pánico y terminara por quitarle la vida al menor a puñaladas.
Con frustración y dolor una de las fuentes, que pidió omitir su identidad, declaró lo que piensa ocurrió esa tarde: “El mayor sufrimiento que cubre a nuestra familia es que nosotros pudimos impedir que ese criminal matara a mi ángel. Entre el domingo y la mañana del lunes no nos movimos de esa casa, pero en la tarde cuando nos enteramos por vecinos que ese criminal se había fugado decidimos irnos. Creemos que el solo esperó que nos fuéramos para asesinarlo”.
Una conducta inexplicable
El crimen de David, además de conmocionar a la comunidad venezolana resulta un caso “inexplicable” para los expertos. El criminalista Javier Gorriño explicó que el accionar de Iraida no es una conducta a seguir en una madre. “Las mamás siempre se ponen del lado de los hijos así el hombre no sea el verdadero padre. Cuando los padrastros golpean a los menores que no son su sangre lo tradicional es que la madre se interponga y prefiera ser quien resulte herida”, subrayó.
Gorriño destacó que Iraida posee una «conducta delictiva» que es novedosa en el país: «Tomando la hipótesis que David fue un niño no deseado y no planificado lo que reina en el cerebro de esa madre es una conducta criminal porque madre es madre y eso no se pierde. La mujer que trae un niño al mundo siempre procede en función de proteger».
Por su parte, Francisco Verde, psiquiatra forense, explicó que Iraida sucumbió ante la proposición de su novio de abandonar al niño y además realizar un negocio con él por tener una “especie de retardo mental o déficit intelectual que la hace manejable ante sus parejas”. Destacó que el decidir que el niño le estorbaba para viajar, y presuntamente, estar involucrada en su asesinato, es porque en ella existen “rasgos psicopáticos” los cuales se revelan en personas que no sienten lástima, tampoco culpa, y a veces no han comprendido lo que es un sentimiento.