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miércoles, 11 diciembre, 2024

Venezuela tiene un año de retraso en vacunas actualizadas para COVID-19

A Venezuela no ha llegado la primera vacuna bivalente o monovalente de COVID-19, enfocada en la variante ómicron. El país enfrentará a la subvariante JN.1 Pirola sin tener vacunas de segunda y tercera generación, a diferencia de sus pares latinoamericanos

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Por Juan Pedro Antonuccio

Programa de Formación de Nuevos Periodistas

Caracas.- Venezuela comienza el 2024 sin vacunas actualizadas contra el COVID-19. Mientras la mayoría de países latinoamericanos llevan alrededor de un año administrando vacunas especializadas en la variante ómicron, a Venezuela no ha llegado la primera. Estas vacunas de segunda y tercera generación son las indicadas desde 2022 para ómicron y sus subvariantes. 

Ante la inminencia de la llegada de la subvariante JN.1 Pirola, solo aproximadamente la mitad de los venezolanos cuentan con dos dosis de la vacuna inicial del COVID-19, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud. La falta de vacunas de segunda y tercera generación en Venezuela, tanto bivalentes como monovalentes, ha hecho que la Academia Nacional de Medicina exija al Gobierno su importación, al mismo tiempo que en el país se registra un aumento de infecciones respiratorias, como el virus sincitial respiratorio.

Ómicron es la cepa dominante

El COVID-19 ha mutado desde el inicio de la pandemia con el surgimiento de nuevas variantes. De ellas, ómicron es la que tomó el liderazgo y parece difícil que, por sus características, sea sustituida. Desde noviembre de 2021 esta variante se ha extendido en todo el mundo y dentro de ella se han generado importantes subvariantes. 

La más reciente es JN.1 Pirola, que se detectó en Luxemburgo y Estados Unidos y llegó a Colombia. Según Julio Castro en entrevista para El Pitazo, “su transmisión es rápida, así como menor su periodo de incubación. Va a llegar por avión o por la frontera, como ha ocurrido con las otras variantes”. Esta subvariante no implica mayor severidad o mortalidad, pero son necesarias nuevas vacunas para su tratamiento. 

Los expertos coinciden en que las vacunas originales creadas para el COVID-19 ya no son tan efectivas para tratar las nuevas variantes. Ante eso, han surgido vacunas de segunda y tercera generación, actualizadas para las nuevas variantes y cepas del COVID-19.

Las más frecuentes han sido las bivalentes. Estas, según explica Patricia Valenzuela, presidenta de la Sociedad Venezolana de Infectología, corresponden con aquellas dosis que “conservan la variante original de Wuhan más la de ómicron”. Actualmente, son los laboratorios Novavax, Pfizer-BioNTech y Moderna los que han actualizado estas vacunas.

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Estas dos últimas funcionan con la tecnología del ARN mensajero, una novedad en el mundo de las vacunas que comenzó a aplicarse en el COVID-19, lo que les llevó a ganar a sus creadores el premio Nobel. Este tipo de vacunas contienen partículas que, al entrar al cuerpo, chocan y se fusionan con las células. La información liberada es detectada por el sistema inmune, que desarrolla la protección.

El problema logístico con las vacunas de ARN mensajero es su refrigeración. Estas necesitan de ultracongeladores, algunos de hasta -70 °C, en el caso de la Pfizer. Venezuela es un país donde la electricidad falla constantemente y mantener la cadena de frío para este tipo de vacunas es un reto. Según Valenzuela, “Unicef repotenció, reacondicionó, optimizó toda la cadena de frío en el país. Tengo entendido que hay ciertos lugares donde la cadena de frío puede garantizar esa demanda de las vacunas de ARN mensajero, pero no en todos los puntos del territorio nacional”. 

El atraso de Venezuela es tal que en Estados Unidos estas vacunas bivalentes se comenzaron a administrar en 2022 y ya están fuera de circulación, porque fueron sustituidas por vacunas monovalentes, enfocadas directamente en la variante ómicron XBB 1.5, una descendiente de ómicron que surgió a comienzos de 2023. 

En cambio, en Latinoamérica las vacunas de segunda y tercera generación han llegado de forma lenta, pero sostenida. Chile ha seguido a la vanguardia del proceso de vacunación y fue el primer país en incluirlas. Primero comenzó con las vacunas bivalentes en octubre de 2022 y en el pasado mes de diciembre ya incorporó las monovalentes a su calendario. En Perú se aspira a iniciar la aplicación de la monovalente en 15 días

La vecina Colombia comenzó el pasado mes de diciembre a aplicar la vacuna bivalente de Moderna, mientras que países como Brasil, Paraguay, Panamá, Costa Rica, El Salvador y Argentina ya la incluyen desde febrero de 2023. En Honduras se comenzó a vacunar en abril y en Ecuador se lo hacen desde julio

No obstante, Venezuela no es el único país que no ha comenzado una campaña pública con vacunas de segunda y tercera generación.  México, después de que el gobierno solo tuviera disponible la vacuna cubana Abdala, el pasado diciembre autorizó la venta al público de las vacunas Moderna y Pfizer de tercera generación. 

En el gremio existen dudas sobre la viabilidad de seguir usando como refuerzos vacunas de primera generación. Sobre eso, Roque Aouad, médico infectólogo pediatra, afirma que “no hay estudios que permitan decir que hay evidencia científica para decir sí o no. Con evidencia en la mano, no tengo nada para soportarte”. 

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Patricia Valenzuela explica que “lo ideal sería que todo el mundo tenga sus dosis de esquema primario de vacunación y que ya en Venezuela tengamos disponibilidad de las dos últimas versiones actualizadas de vacunas contra COVID-19”. Aouad agrega que “la evidencia dice que la vacuna de refuerzo para esta fecha, actualizada contra la COVID-19, es la XBB 1.5 monovariante de ARN mensajero no la disponemos”. 

Las últimas vacunas

La última tanda de vacunas de la que hay registro llegó al país en marzo de 2023, cuando se recibieron 1.827.000 dosis de la vacuna fabricada por el laboratorio chino Sinopharm. Esta vacuna corresponde a la primera generación y es la misma que se ha venido administrando desde marzo de 2021, cuando llegaron las primeras 500.000 dosis de Sinopharm.

En Venezuela, aparte de Sinopharm, se han administrado las vacunas Sinovac, también china, las cubanas Abdala y Soberana Plus (consideradas candidatos vacunales) y Sputnik V, elaborada por el Instituto Gamaleya de Rusia. Esta última es una vacuna basada en dos adenovirus diferentes, por lo que cada dosis es distinta entre sí. La segunda dosis protagonizó problemas en todo el mundo por los retrasos en su distribución y Venezuela no fue la excepción. 

De todas las vacunas administradas en Venezuela, solo Sinopharm y Sinovac cuentan con la autorización de utilización por parte de la Organización Mundial de la Salud. No obstante, la Sputnik V cuenta con el aval de diferentes estudios científicos publicados en revistas arbitradas como The Lancet.

En cualquier caso, el esquema inicial de vacunación en Venezuela incluyó 2 dosis iniciales y 2 refuerzos, con excepción de la vacuna cubana Abdala, que involucraba 3 dosis iniciales. Cifras de la Organización Mundial de la Salud indican que solo el 50 % de la población tiene 2 dosis y apenas el 5 % se ha puesto alguna de refuerzo. 

A pesar de eso, la presidenta de la Sociedad Venezolana de Infectología, Patricia Valenzuela, aclara que “había vacunas en los centros de vacunación del sector público hasta octubre, porque se vencieron el 4 de octubre de 2023. No han llegado nuevas vacunas, hasta donde tengo conocimiento”.

El gobierno de Nicolás Maduro, a través del Ministerio de Salud, ha negado el aumento de casos de COVID-19. La ministra de Salud, Magaly Gutiérrez, indicó que “a la fecha aún no se ha registrado ningún incremento significativo de los casos de COVID-19 en general”, pero no ofreció cifras detalladas. En su declaración, no se hizo referencia alguna a las vacunas de segunda y tercera generación. 

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