Caracas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que en un mes los casos mundiales de COVID-19 aumentaron 63 %, con el registro de 1,5 millones de nuevos contagios. Venezuela no escapa de esta realidad. De acuerdo con la presidenta de la Sociedad Venezolana de Infectología (SVI), Patricia Valenzuela, en el país «nunca se ha dejado de diagnosticar el virus».
Aunque el registro no oficial se ha dejado de hacer en el país, a diferencia de inicios de la pandemia en 2020, la especialista precisó que continúan los casos puntuales de hospitalización y el diagnóstico de la enfermedad de forma leve. Por ello, recomendó a las personas estar atentas a las medidas de bioseguridad, especialmente en esta temporada de vacaciones.
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«Hay sitios en los que se recomienda usar el tapaboca. Es indispensable usarlo en los centros de salud, porque ahí es donde se concentra la mayor cantidad de personas vulnerables con afecciones crónicas que pueden debilitar su sistema inmunológico y estar expuestas al virus. Debido a las características del transporte público venezolano, también es recomendable el uso de la mascarilla», precisó la infectóloga.
Explicó que es importante completar el esquema de vacunación y tener por lo menos tres dosis de la vacuna contra el COVID-19. Asimismo, dijo que los refuerzos se deberán colocar de acuerdo con la edad y enfermedades crónicas que tenga una persona.
A principios de agosto, la OMS informó que en todo el mundo se está propagando la nueva variante EG.5, más conocida como Eris. Por el momento, representa un bajo riesgo para la salud de los seres humanos.
¿Qué pasa con el COVID-19 y el sistema cardiovascular?
La presidenta de la SVI, Patricia Valenzuela, comentó que el COVID-19, después de la infección aguda (dos semanas e incluso cuatro meses), puede ocasionar un daño cardiovascular importante en el paciente, debido a la inflamación crónica del endotelio (órgano que se encuentra en el interior de las venas, arterias y capilares).
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«El sistema cardiovascular se ve afectado desde la infección aguda, porque se produce una respuesta inmunológica exagerada para defender el organismo contra el virus. Eso se logra a través de la liberación de citoquinas e interferones para lograr una movilización de células del sistema inmunológico para defender el organismo y eliminar el COVID-19″, puntualizó la especialista.
Esa inflamación crónica favorece que el paciente presente hipertensión arterial. También puede ocasionar la formación de ateromas (masa de grasa, colesterol y otras sustancias dentro y sobre las paredes de las arterias), detalló Valenzuela.
La especialista agregó que las afectaciones también pueden ocurrir en el sistema nervioso central y producir una isquemia (reducción del flujo sanguíneo). Eso impide la llegada de la sangre al miocardio, cerebro o los riñones. En ese sentido, dijo que el proceso es más lento o acelerado, dependiendo de la persona y sus enfermedades de base.