Por Karina Monsalve
Siempre hemos escuchado decir que Venezuela es un país de gente joven, sin embargo, la realidad nos muestra que los adultos mayores comienzan a tener mayor importancia poblacional. El aumento en la población adulta mayor, favorecido en parte por el incremento en la expectativa de vida y la migración de los jóvenes, está aumentando el número de personas afectadas con alteraciones cognitivas y posibles síndromes demenciales.
Es importante destacar que, desde hace unos años, muchos adultos mayores en Venezuela están viviendo solos, lo que acelera el posible déficit en sus áreas cognitivas y afectivas. Propiciando síntomas depresivos y por ende agudizando la llegada de las alteraciones cognitivas propias de la edad.
El alzheimer es el tipo de demencia más comúnmente conocida por la población, ya que se caracteriza por el déficit de memoria como uno de sus síntomas principales. Por lo general, el adulto mayor empeora progresivamente con la edad, mostrando problemas perceptivos, del lenguaje y emocionales a medida que la enfermedad va avanzando.
Lo que hace que esta demencia tenga un impacto tan fuerte en el sistema de salud y en el conjunto de la sociedad es, sin duda alguna, su carácter irreversible, crónico, la falta de un tratamiento curativo y la carga que representa para las familias de los afectados. Darse cuenta que se está experimentado olvidos recurrentes, que las palabras no fluyen como usualmente lo hacemos, es un duro golpe a la estima, el devenir de un deterioro es desgarrador para quien lo padece y lo tiene presente.
Neurólogo Ron Torrealba: “El alzhéimer es más que perder la memoria”
El alzheimer pasa por diferentes fases. La enfermedad se puede dividir en tres etapas: Inicial, con una sintomatología ligera o leve, el adulto mayor mantiene su autonomía y sólo necesita supervisión cuando se trata de tareas complejas. Intermedia, con síntomas de gravedad moderada, el enfermo depende de un cuidador para realizar las tareas cotidianas, ya que existe gran riesgo de accidentes. Si intenta cocinar, puede dejar el gas encendido; si sale a la calle, puede extraviarse; si se levanta de noche, puede desorientarse o caer. Por ello el paciente requiere cuidado permanente, día y noche, lo que resulta agotador.
Y la etapa terminal, cuando el adulto mayor está en una fase avanzada de dependencia total. La pérdida de memoria llega hasta el no reconocimiento de familiares o el olvido de habilidades normales para el individuo. Otros síntomas son cambios en el comportamiento como arrebatos de violencia. En las fases finales se deteriora la musculatura y la movilidad, pudiendo presentarse incontinencia de esfínteres. En esta etapa el problema de la familia es cuidar al paciente. En Venezuela, muchos familiares asumen el cuidado informal porque no hay programas públicos ni centros especializados que ofrezcan atención para estos pacientes. La enfermedad suele tener una duración media aproximada de 10-12 años, aunque ello puede variar mucho de un paciente a otro.
Consideramos que la enfermedad de alzheimer es un asunto de la familia, en su conjunto, y todos tienen su papel y responsabilidad en el cuidado de su familiar enfermo. Sería óptimo que existiese entre los familiares una comunicación abierta, con el propósito de repartir a cada miembro de la familia sus respectivas tareas de cuidado y, de esta forma asegurar que el peso del cuidado del enfermo no recaiga sobre un solo cuidador, el “cuidador principal”, que generalmente suele asumir toda la responsabilidad de cuidado.
Se sabe que esta enfermedad es de curso progresivo, por ello su tratamiento se basa sobre todo tratar de mejorar la calidad de vida del enfermo y retrasar el progreso de la enfermedad mediante fármacos anticolinesterásicos. El tratamiento de la enfermedad de alzheimer involucra, además, estimulación de la actividad intelectual y la orientación familiar. A su vez, el tratamiento farmacológico se refiere a medicamentos cuyo objetivo es mejorar los defectos cognitivos y otros destinados a corregir los trastornos conductuales. Es importante también destacar el rol que desempeña el apoyo del grupo familiar y la práctica de actividades físicas e intelectuales estimulantes.
KARINA MONSALVE | TW @karinakarinammq IG @psic.ka.monsalve
Psicóloga clínica del Centro Médico Docente La Trinidad.
El Pitazo no se hace responsable ni suscribe las opiniones expresadas en este artículo.
Escriba al correo [email protected] para algún comentario sobre nuestras publicaciones.