Las carencias y la precariedad del sistema de salud público condena a los enfermos ante el avance del cáncer. Contamos varios casos de la región zuliana, donde hay pacientes que tienen hasta un año sin recibir tratamiento por falta de medicinas o fallas en el funcionamiento de los equipos

Geraldin Hernández tiene 36 años y cuatro hijos. En mayo de 2021 le diagnosticaron cáncer en un ovario. 11 meses después, está sin tratamiento para una enfermedad que no espera, que avanza de forma silenciosa, que requiere ser vencida. Ella no tiene los medicamentos que le ayudarán a salvar su vida, no los puede comprar, y el Estado no se los da.

Todos los viernes, a las 6:30 am, Geraldin hace la cola de pacientes en la Farmacia de Alto Costo del Instituto Venezolano de Seguro Social en Maracaibo. “No hay”, le dice la doctora a cargo de la institución, quien con antipatía e indiferencia atiende a los enfermos que madrugan para ser los primeros; que no quieren estar ahí, pero que van porque es su única alternativa de conseguir subsidiado un tratamiento costoso que les ayude a salvar sus vidas.

Viste, no hay. Ya me dijo que no hay”, dice Geraldin al salir de la fila en la que estuvo formada por tres horas. Lo comenta con los ojos llorosos, pero no suelta ni una lágrima. Las evita con una sonrisa.

Ese “no hay”, lo escucha Geraldin desde febrero. Tiene nueve semanas consecutivas yendo a la farmacia con la esperanza de que le entreguen el Carboplatino y el Paclitaxel para iniciar sus ciclos de quimioterapia.

Son seis quimios, una cada 21 días, lo que le indicó, en octubre de 2021, su oncólogo para combatir el cistoadenocarcinoma de ovario. Sólo pudo cumplir una en enero, con los medicamentos que retiró de la farmacia en noviembre, cuando no pudo iniciar el ciclo porque tenía los valores de la hemoglobina bajos.

Ahora estoy en cero. Esa quimio no cuenta porque tienen que ser seis de forma consecutiva, una cada 21 días”, explica.


La escasez de fármacos oncológicos comenzó de forma progresiva en septiembre. En noviembre, se agudizó el problema y la lista de tres medicamentos aumentó a 15 en los últimos seis meses


―¿Qué pasa por su mente cuando te dicen “no hay”?

―Aferrarme al Señor, qué más. Me pongo en las manos de Él. Y a veces me deprimo porque veo a mis hijos que están pequeños todavía, pero pa’lante. No lloro delante de mis hijos. Todo el tiempo ando sonriente.

La escasez de fármacos oncológicos comenzó de forma progresiva en septiembre. En noviembre, se agudizó el problema y la lista de tres medicamentos aumentó a 15 en los últimos seis meses. Entre ellos están Trastuzumab, Ciclofosfamida, Lenalidomida, Paclitaxel, Bevacizumab, Carboplatino, Docetaxel y Capecitabina, según el reporte de los pacientes, quienes desde febrero protestan en Maracaibo para que los entes gubernamentales los ayuden.

Ángel Urdaneta, paciente de cáncer de mama, es el organizador y vocero del grupo. Decidieron salir a las calles para salvar sus vidas. “No queremos tener más compañeros que mueren esperando el tratamiento”, asegura.

Un paciente sin tratamiento corre el riesgo de que la enfermedad progrese, explica la cirujana oncóloga Massiel Fernández, especialista del Hospital General del Sur. “El tratamiento para una enfermedad maligna, como el cáncer, es cirugía, quimioterapia o radioterapia. Si el paciente no puede acceder a ninguna de las tres alternativas, dependiendo de su caso, no está tratando la enfermedad y evidentemente va a progresar, y a generar metástasis”.

Pacientes sin opciones

Geraldin trabajaba como cocinera en una escuela pública cerca de su casa, en el barrio Los Tres Reyes Magos, una zona pobre en el norte de Maracaibo. El médico que la atiende en el oncológico Génesis Petit le prohibió ese tipo de oficio por su enfermedad. Su esposo es vigilante y su salario no supera los 60 dólares mensuales, que apenas cubre el 15 por ciento de la canasta alimentaria calculada por la Cámara de Comercio de Maracaibo.

Los dos medicamentos para las quimioterapias de Geraldin tienen un precio de 830 dólares en las farmacias privadas, el equivalente a casi 14 meses de salario de su esposo, y sólo le alcanza para una quimio.

“¡¿Cómo lo compro!? No tengo cómo comprarlo (risas). Estoy vendiendo una rifa para ver si puedo comprarlo de segunda, es decir, a pacientes que le quedan y lo venden, así sale más barato”.

—Y mientras llegan las quimios, ¿qué tratamientos haces?

—Yo tomo varios té de ramas, remedios para subir las defensas, la hemoglobina. No pienso en nada malo, todo bueno. Siempre pienso que yo voy a salir de esto.

El cáncer es la segunda causa de muerte por enfermedad en Venezuela. Tres pacientes murieron cada hora durante 2021, que registró un total de 30.100 fallecidos en el año, según la estadísticas de la Sociedad Anticancerosa de Venezuela.

La cifra de fallecidos no desacelera desde las últimas dos décadas, de acuerdo con el reporte de la organización, que también revela que en 2021 se diagnosticaron a ocho personas con cáncer por cada hora para un total de 74.352 nuevos casos en ese periodo.

No hay cifras específicas de cuántos pacientes están en la situación de Geraldin. Pero lo que sí queda claro en la Constitución de Venezuela es sobre quién recae la responsabilidad: en el Estado.

El artículo 83 de la Carta Magna reza que “la salud es un derecho social fundamental, obligación del Estado, que lo garantizará como parte del derecho a la vida. El Estado promoverá y desarrollará políticas orientadas a elevar la calidad de vida, el bienestar colectivo y el acceso a los servicios”.

La Constitución también ordena en su artículo 84 que “el sistema público nacional de salud dará prioridad a la promoción de la salud y a la prevención de las enfermedades, garantizando tratamiento oportuno y rehabilitación de calidad”.

Geraldine tiene 11 meses esperando por un tratamiento. En su caso, lo que está escrito en la Constitución es letra muerta.

El sistema de salud público, la principal traba

A diferencia de Geraldin, Arelis Villalobos tiene desde agosto de 2021 los medicamentos para hacerse las quimios y combatir un cáncer de cuello uterino que le fue diagnosticado en marzo de ese año. Para entonces, no había escasez de fármacos en la Farmacia de Alto Costo del Ivss, pero su retraso se debe a que no tiene cómo hacerse las sesiones de radioterapias que debe combinar con las quimios.

Arelis, de 60 años, vive en el municipio Mara y mantiene su control en el Oncológico Génesis Petit, en el municipio San Francisco. Ahí no hacen radioterapias. Sus servicios se limitan a consultas y tratamientos de quimios. Las condiciones de ese centro, que dependía de la Alcaldía de San Francisco y que fue traspasado a Barrio Adentro con la llegada de la oposición al gobierno local, son precarias: no hay insumos y los aires acondicionados no funcionan. 

La doctora Massiel Fernández conoce las condiciones. A diario vive las limitaciones que hay en el sistema de salud público que se convirtieron en una traba para la recuperación de estos pacientes.

“Con los tratamientos empiezan las piedras de tranca. En el sistema público, lo único que tenemos en cirugía es el Hospital General del Sur y no podemos garantizar una operación lo más pronto posible. Si van a tratamiento con quimio, tienen la limitante de poder acceder a una cita y a los medicamentos. Y el otro gran problema es la radioterapia: el único público es el oncológico Humberto Fernández Morán, y el equipo es más lo que está parado que en funcionamiento. Todo esto limita al paciente a no recibir su tratamiento en los tiempos ideales y lo condena a una progresión de la enfermedad”, asegura la especialista.

Las radioterapias de forma gratuita sólo se hacen en Zulia en el oncológico Dr. Humberto Fernández Morán, que pertenecía a la Gobernación de Zulia, pero luego de que el opositor Manuel Rosales asumió el ejecutivo regional fue traspasado al hospital Universitario de Maracaibo. En el mercado privado, un ciclo de 15 radiaciones cuestan alrededor de los 3.000 dólares, ese precio varía de acuerdo a las necesidades de cada paciente. 


Si el paciente no puede acceder a ninguna de las alternativas, de acuerdo sea su caso, no está tratando la enfermedad y evidentemente va a progresar, y a generar metástasis

Cirujana oncóloga Massiel Fernández, especialista del Hospital General del Sur

Arelis está en la lista de espera para la radioterapia desde hace seis meses. En marzo de 2022, la llamaron y le dijeron que estuviera pendiente para un nuevo contacto. Y es que en los oncológicos del sistema de salud público todas las gestiones suponen juna larga espera, para una enfermedad que el tiempo es su peor enemigo. Una cita por primera vez con un especialista la asignan para 45 días después.

“La cita la tiene para el 20 de mayo. Debe traer biopsia, tomografía, copia de la cédula de identidad, informe médico”, indica el 5 de abril la empleada que anota las consultas en una sala de espera fría por los aires acondicionados, donde los familiares aguardan la salida de los pacientes que están en tratamiento de quimio o radio.

En ese oncológico lo que abunda son las bajas temperaturas, mensajes de esperanzas en carteles, la fe de los usuarios de que superarán la enfermedad y la voluntad del personal de salud que trabaja en un centro en el que escasea casi todo. “Aquí hay que traer todo los implementos, aquí lo único que te ofrecen es el conocimiento; como quien dice, la mano de obra”, responde la familiar de un paciente.

La Autoridad Única de Salud en Zulia, José Miguel Medina, —cargo creado por el gobierno de Nicolás Maduro luego de que Rosales asumiera la Gobernación—, visitó el 31 de marzo el oncológico y aseguró su óptimo funcionamiento. “Los equipos para el tratamiento del cáncer se encuentran totalmente operativos”, afirmó el funcionario de acuerdo con una nota de prensa.

Cuatro días después de la visita del doctor Medina, la versión de los trabajadores del centro oncológico fue distinta. “El tomógrafo no sirve desde noviembre”, revela un trabajador. La empleada que entrega la cita lo confirma y explica que el tomógrafo es necesario para iniciar la radioterapia, ya que por medio del equipo se marca en el cuerpo del paciente donde estarán focalizadas las radiaciones.

Sin embargo, hay pacientes que se hacen el tratamiento. “Yo le hice a mi mamá la tomografía afuera, privada, para que iniciara con las radios”, cuenta la hija de una señora mayor mientras salía de la sala de radiaciones.


El cáncer es la segunda causa de muerte por enfermedad en Venezuela. Tres pacientes murieron cada hora durante 2021


Arelis no tiene esa suerte. No tiene los recursos y ahora debe comenzar desde cero. El médico tratante le ordenó una valoración completa de nuevo, con tomografías y exámenes, para conocer las condiciones del cáncer que le fue diagnosticado hace un año y que no ha combatido.

Esos 12 meses que lleva sin tratamient es el mismo lapso que Arelis demoró en 2006 para librarse de un cáncer de mama.

“En esa oportunidad yo tuve todo. Dos meses después de diagnosticada, comencé el tratamiento en el hospital Universitario de Maracaibo. Pdvsa me ayudó con las radiaciones en una clínica. Yo no gasté nada para el tratamiento. Ahora es muy distinto todo. Ahora estoy en las manos de Dios”.

En Zulia hay al menos una docena de fundaciones que socorren con tratamientos y asistencia médica a pacientes oncológicos. Entre ellas destacan la Fundación Amigos de la Mujer con Cáncer de Mama (Famac), la Fundación Amigos del Niño con Cáncer, la Fundación Diego Lopez y Fundación Badan.

Los pacientes y sus familiares se las ingenian para recaudar fondos para cumplir con sus tratamientos. Lo hacen por medio de ventas de inmuebles, rifas o campañas de GoFundMe mientras reclaman por su derecho a la salud y a la vida que reconoce la Constitución, pero que niega el Estado venezolano.

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