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Los cabecillas de las megabandas en Venezuela han sido asesinados en presuntos enfrentamientos policiales. Fuentes judiciales advierten que en la fuerza pública en el país hay un código para «eliminar» a los criminales en lugar de capturarlos y obtener información valiosa. «Wilexis” es el caso más reciente. El mismo día que Diosdado Cabello confirmó la muerte de uno de los delincuentes más buscados de Caracas, en Chile y Estados Unidos atraparon a miembros del Tren de Aragua implicados en el crimen del teniente Ronald Ojeda

La muerte de «Wilexis»., en Caracas, y la detención de integrantes del Tren de Aragua que participaron en el asesinato del teniente Ronald Ojeda, en Chile y Estados Unidos, exponen las diferencias entre las actuaciones de los cuerpos de seguridad de Venezuela –que tiene la mayor tasa de letalidad policial de América Latina– con las de otros países en los que se impone la disuasión o captura de los criminales. 

En Santiago de Chile, en un operativo liderado por los carabineros y el Ministerio Público, se practicaron 21 allanamientos para capturar a 12 presuntos integrantes de Los Piratas vinculada, célula de la megabanda Tren de Aragua que cometió el asesinato del teniente retirado Ronald Ojeda, quien estaba en  Chile como refugiado.

En paralelo, en Estados Unidos las autoridades confirmaron la detención de Rafael Gámez Salas, alias «el Turco», señalado como el líder Los Piratas, autor intelectual del asesinato de Ojeda y jefe de una red de trata de personas en el país norteamericano.

Mientras, en Caracas, 25 funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), actuaron en un operativo en el que fue asesinado Wilexis Alexander Acevedo Monasterios, alias «Wilexis», líder de una banda criminal que tenía su centro de operaciones en el barrio José Félix Ribas de Petare.

En los procedimientos de Chile y Estados Unidos los presuntos implicados en el crimen de Ronald Ojeda fueron capturados con el objetivo de interrogarlos para reconstruir los hechos delictivos investigados a partir de las declaraciones. En Venezuela, en cambio, el operativo de búsqueda de «Wilexis» terminó con el asesinato del delincuente. 

El desenlace de «Wilexis» no es un caso aislado. Venezuela registra la mayor tasa de letalidad policial en América Latina, según investigaciones de Monitor de Víctimas, el Monitor de Uso de la Fuerza Letal en Venezuela, el Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos (Provea) y el Centro Gumilla.


La complicidad interna entre las megabandas de crimen organizado en Venezuela e integrantes de cuerpos de seguridad y organizaciones políticas les han permitido el privilegio de actuar con impunidad

Zair Mundaray, abogado

Otros criminales como Carlos Luis Revette, alias «el Koki», y José Antonio Tovar Colina, alias «el Picure», fueron asesinados en incursiones de agentes de seguridad en 2022 y 2016, respectivamente. 

Basta con un arqueo de las noticias sobre operativos de cuerpos de seguridad contra grupos de crimen organizado en Venezuela para encontrar declaraciones de autoridades que atribuyen las muertes a presuntos enfrentamientos entre criminales y policías o militares. Es un patrón que se repite en los despliegues oficiales en los lugares donde se ocultan o encuentran los cabecillas de las bandas.

¿Por qué todos los jefes o integrantes de las bandas criminales de Venezuela mueren en presuntos enfrentamientos?, ¿por qué no es posible capturarlos e interrogarlos para conocer cómo  consiguen las armas, la droga, cómo mueven el dinero y controlan el negocio delictivo? El Pitazo consultó a cuatro fuentes, un funcionario policial  y tres abogados expertos en criminalística y derecho penal, para conocer las razones que hacen que la muerte se imponga a la captura.

Complicidad y muerte

Zair Mundaray, abogado especializado en criminalística, señala que la letalidad policial en Venezuela está relacionada con la protección y el encubrimiento que le dan las autoridades a los grupos delictivos. 

«La complicidad interna entre las megabandas de crimen organizado en Venezuela e integrantes de cuerpos de seguridad y organizaciones políticas les han permitido el privilegio de actuar con impunidad. Esa complicidad interna, que no debe ser descubierta, impulsa la letalidad policial. Entonces cuando un líder negativo, un pran, deja de ser útil o como dicen los mismos policías, ‘se come la luz’, se da la orden desde el alto gobierno. Se va contra él, no para capturarlo, sino para exterminarlo, como hicieron en su momento con ‘el Koki’ y ahora con ‘Wilexis’», explica Mundaray, quien fue responsable Dirección General contra la Delincuencia Organizada y la Dirección de Asuntos Procesales del Ministerio Público (MP) en Venezuela.

El abogado pone como ejemplo un caso al que le hizo seguimiento cuando estaba en el MP. En uno de los primeros operativos contra «el Picure» en El Sombrero, estado Guárico, el grupo criminal se enfrentó a la comisión policial con fusiles automáticos desincorporados de la Fuerza Armada Nacional (FAN), recordó. «¿Cómo llegó eso a manos de ‘el Picure’?, ¿por qué no se había hecho la denuncia de la desaparición de esas armas, si era el caso de haber sido sustraídas ilegalmente? A las autoridades no les interesa responder esas interrogantes», sostiene.

Otra fuente advierte que la letalidad policial en Venezuela se origina en el proceso de formación de los funcionarios.


A nuestros cuerpos policiales se les forma para que disparen primero y averigüen después. No se habla de modelos de disuasión o de captura, sino de “eliminación

Profesor de la Unes que pidió la reserva de su identidad

«A nuestros cuerpos policiales se les forma para que disparen primero y averigüen después. No se habla de modelos de disuasión o de captura, sino de ‘eliminación’», asegura un criminólogo de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad (Unes) que pidió la reserva de su identidad.

Un funcionario policial entrevistado por El Pitazo confirma esa versión.

«Es como un código. Una comisión policial no va a capturar a un líder de una megabanda. El objetivo de una incursión es eliminar a estos elementos. Él lo sabe. Sabe que no va a salir con vida y por eso se enfrenta», agrega el policía que también pidió mantener su nombre en reserva por temor a represalias. 

El valor de la detención

Las fuentes consultadas por El Pitazo coinciden en que la captura de los integrantes de bandas de crimen organizado permite la obtención de información clave para desarticular al grupo.

«Si fueran capturados con vida sirven como fuente de información valiosísima, no solamente en cuanto al modus operandi y a quienes componen la organización criminal, sino determinar quienes son cómplices directos e indirectos», analiza el abogado penalista Joel García. 

Sobre los últimos operativos contra el crimen organizado, fuera y dentro del país, García señala las diferencias más significativas.  

«Hay un trabajo de investigación, seguimiento e inteligencia para lograr la captura. Eso se evidencia en los casos recientes de detenciones en Chile y Estados Unidos. En Venezuela, aunque hay un trabajo de inteligencia, la versión apunta a que estos sujetos han hecho armas contra las comisiones policiales, se han resistido. Y en el enfrentamiento fallecieron», reitera. 


Si fueran capturados con vida sirven como fuente de información valiosísima, no solamente en cuanto al modus operandi y a quienes componen la organización criminal, sino determinar quienes son cómplices directos e indirectos

Joel García, abogado y profesor universitario

Este hecho repetitivo llama la atención de los expertos. «Pero es un trabajo que debería realizar la Fiscalía General de la República. Determinar si hay indicios claros de estos enfrentamientos, desde el punto de vista del análisis criminalístico. Es un trabajo para la Dirección de Derechos Humanos del Ministerio Público si hubo o no exceso en la actuación de la comisión policial y el por qué», dice García.

Con la muerte de los jefes o integrantes de estas megabandas, Venezuela pierde la oportunidad de investigar y hacer justicia, alerta Mundaray.

«Si analizas el caso de capos importantes, como en los carteles mexicanos, los detenidos llegan a acuerdos con la Fiscalía a través del suministro de información, que les permite avanzar en la detención de elementos con mayor rango y responsabilidad en la organización criminal», explica tras referirse a la captura del capo mexicano y jefe del cartel de Sinaloa, Ismael «El Mayo» Zambada, quien fue capturado el 25 de julio de 2024 en Texas. Desde entonces, la justicia de Estados Unidos  lo procesa por 17 cargos relacionados con narcotráfico.

«Si un hombre de la talla criminal de “El Mayo” Zambada puede ser juzgado, también podrían serlo los jefes de las megabandas venezolanas. Pero pareciera que eso no es del interés del Estado venezolano», concluye Mundaray. 

*El periodismo en Venezuela se ejerce en un entorno hostil para la prensa, con decenas de instrumentos jurídicos dispuestos para el castigo de la palabra, especialmente las leyes «contra el odio», «contra el fascismo» y «contra el bloqueo». Este contenido está siendo publicado teniendo en consideración las amenazas y límites que, en consecuencia, se han impuesto a la divulgación de informaciones desde dentro del país.

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