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Nuevas marcas de harina de maíz precocida ganan terreno en el mercado en medio de denuncias de competencia desleal y abusos hacia representantes de la agroindustria y productores agrícolas. Ambos sectores temen por la quiebra; los primeros, en caso de aprobarse un precio del maíz; y los segundos, si esta medida no se concreta. En tanto, Fedeagro pide un acuerdo entre ambos actores y el Ejecutivo nacional con el fin de resolver el problema sin afectar el bolsillo de los venezolanos

Diferencias entre los distintos gremios involucrados en la producción de la harina de maíz precocida y las ventajas concedidas a algunas empresas ponen en riesgo la continuidad de esta industria en el país, o, al menos, de los productores tradicionales de este rubro.

Los reclamos tanto de productores de maíz como de agroindustriales se mantienen desde que se inició la cosecha, hace aproximadamente un mes. Los primeros aseguran que producen a pérdidas y piden la fijación de un precio por tonelada de maíz blanco de entre 360 y 380 dólares; los segundos, advierten que esa determinación del precio conllevaría a un aumento de los costos de la harina precocida. 

En medio de esos reclamos, se cuela la competencia desleal, pues algunas fuentes ligadas a los gremios aseguran que a dos empresas de accionistas chinos se les permite importar maíz durante la cosecha nacional y con preferencias arancelarias.

“Se acabó la hegemonía de la harina PAN”, decía en un video publicado hace dos días el periodista del canal del Estado, Venezolana de Televisión, Barry Cartaya, quien se identifica en su perfil de Instagram como chavista. El comunicador menciona en su video que la marca de empresas Polar se vio obligada a bajar los precios ante la competencia de otras marcas.


Al ministro de Agricultura se le ve la mejor intención, pero debe tener otro tipo de herramientas para negociar con la agroindustria

Celso Fantinel, presidente de Fedeagro

Sobre esa matriz de opinión se ha desarrollado el discurso de la guerra de marcas de harina de maíz, con la inclusión de nuevas alternativas, como las harinas Kaly y Mimasa, de dueños chinos, que en poco tiempo ya acumulan juntas el 30 % del mercado.

Estas marcas manejan precios inferiores a los de la popular PAN, que, por otro lado, bajó su proporción de mercado a un 30 %, del 65 % que tenía hace alrededor de 15 años.

En total son más de 100 marcas las que ahora compiten en los anaqueles, incluyendo la recién presentada harina de maíz Mary, que se comercializa en presentación de 900 gramos.

Reuniones con el ministro de Agricultura

El 18 de septiembre, el ministro de Agricultura Productiva y Tierras, Menry Fernández, instaló una mesa de trabajo con el sector agroindustrial del maíz con el objetivo de consensuar el precio de este rubro. A estas reuniones no asiste el 70 % de los productores de harina de maíz precocida, aseguró una de las fuente cercana al sector consultada por El Pitazo. El precio que piden los agricultores es de entre 360 y 380 dólares por tonelada, y aseguran que el precio que paga la agroindustria es de entre 315 y 320 dólares por tonelada.

Sobre estas reuniones, el presidente de Fedeagro, Celso Fantinel, aseguró que el ambiente fue de total cordialidad y calificó de “muy buena” la metodología utilizada para el cálculo del precio del maíz porque, según explicó, partieron de los costos de producción y el rendimiento nacional. Sin embargo, considera necesario el acuerdo con la agroindustria.

En ese sentido, indicó que el titular de Agricultura necesita otro método para llevar a cabo esas negociaciones. “Se le ve la mejor intención, pero debe tener otro tipo de herramientas para negociar con la agroindustria, porque no estamos haciendo país importando materias primas que podemos producir en Venezuela. Debemos revertir esa ecuación”, dijo Fantinel en una rueda de prensa el pasado 2 de octubre.


Se han gastado más de 350 millones de dólares en traer maíz blanco y amarillo que se puede producir en Venezuela

Celso Fantinel, presidente de Fedeagro

Competencia desleal

Los comentarios del presidente de Fedeagro, Celso Fantinel, coinciden con lo expuesto por las fuentes cercanas a la agroindustria, quienes declararon El Pitazo en condición de anonimato, y denunciaron que las productoras de harinas Kaly y Mimasa importan materia prima en cuantía y en medio de la cosecha, en detrimento del productor nacional.

Según indicaron, una de estas empresas en agosto importó maíz blanco pese a que la cosecha venezolana estaba a dos semanas de iniciarse. Otro buque con bandera brasilera arribó el 3 de octubre a Puerto Cabello con 33.000 toneladas de maíz amarillo, importación sobre la que no aplican aranceles debido a convenios internacionales. De acuerdo con las fuentes consultadas por El Pitazo, el precio del maíz importado fue de 263 dólares por tonelada, mientras que el nacional está entre 340 y 350 dólares.

Fantinel también condenó el arribo de este buque y señaló que, de acuerdo con una carta a la que tuvieron acceso, el barco llegó con retraso. “Causa malestar a los productores que en plena cosecha de maíz blanco y amarillo que arrancó hace un mes en Venezuela esté arribando un buque. Aparentemente el Ministerio de Agricultura lo tiene retenido”, dijo. 

En recientes declaraciones a El Pitazo, el directivo de Fedeagro calificó esta importación de “abuso” por parte de los agroindustriales. Detalló que se han importado alrededor de 860.000 toneladas de maíz en lo que va de año, que si se suman a la materia prima que arribó en los últimos dos meses de 2023 representan 910.000 toneladas de maíz amarillo y 310.000 toneladas de maíz blanco.

“Estamos hablando de que se han gastado más de 350 millones de dólares en traer maíz blanco y amarillo que se puede producir en Venezuela, y pudiéramos generar de esa cifra casi 500.000 millones de dólares”, lamentó Fantinel.


Hemos visto cómo hay plantas de silos que abusan de los análisis porque no hay ningún tipo de supervisión

Celso Fantinel, presidente de Fedeagro

Indicó por otra parte, que debido a las importaciones el país pierde unas 2,5 millones de toneladas de producción interna, que se traduce en la siembra de 350.000 hectáreas.

Refirió que la mercancía importada puede estar guardada en silos durante dos o tres años. “No tiene la calidad que tiene nuestro maíz, que prácticamente se está cosechando desde hace 15 o 20 días en el Occidente del país. Ya en Guárico, Zulia y Aragua comenzamos este lunes la cosecha”, apuntó Fantinel en sus declaraciones del pasado 2 de octubre.

Negativa a la fijación de precios

Para los agroindustriales, pagar el precio del maíz que exigen los productores agrícolas también representa un aumento considerable de sus costos de producción, de alrededor de 45 %, que se trasladaría casi de inmediato al precio final de la harina precocida.

De concretarse esta medida, las empresas tradicionales tendrían una desventaja importante con respecto a otras a las que se les permite importar durante la cosecha y sin el pago de aranceles que otras compañías sí pagaron al menos hasta hace dos años. Ante las preferencias, también es probable que estas compañías continúen importando la materia prima, en detrimento de la producción nacional.

Para la agroindustria nacional también existe el riesgo de ingreso por contrabando de harina de maíz precocida desde Colombia. Las fuentes consultadas por El Pitazo señalaron que, actualmente, el consumo mensual de harina de maíz precocida es de 80.000 toneladas, de las cuales 30.000 se distribuyen a través de los CLAP y 50.000 en el mercado privado.

Sin embargo, hay ingreso de ese producto desde Colombia en los estados fronterizos, cuota que podría elevarse de concretarse un aumento en el precio del maíz.


El futuro hacia el año 2025 no es muy promisorio

Celso Fantinel, presidente de Fedeagro

Guerra de precios

La distorsión con relación al pago de materia prima se ve reflejada en los bajos precios de algunas marcas, lo que representa una competencia desleal para las empresas que adquieren el maíz a los productores locales o que pagan montos más altos con la importación.

De acuerdo con los expertos consultados por El Pitazo, en el mercado internacional el precio del maíz cayó alrededor de 48 % desde 2022. En Venezuela este precio solo bajó 18 %. Detallaron que en 2022 los empresarios pagaron 373 dólares por tonelada de maíz blanco; el año pasado, este precio bajó a 340 dólares y, este 2024, se ubica entre 310 y 320 dólares.

Sin embargo, explicaron que ese es el precio del maíz sin el proceso de adecuación que suma al costo total, al que también se debe agregar el flete.

En contraste, las compras internacionales que realizan las empresas con preferencias en cuanto a permisos de importación de maíz blanco tienen un precio por tonelada de unos 268 dólares, lo que les permite ofrecer a los consumidores precios más bajos.

Algunas marcas de harina de maíz precocida redujeron sus precios en los últimos años, debido a la caída del costo de la materia prima. Es el caso de PAN, de Empresas Polar, cuyo precio bajó 33 % desde 2022. Ese año, el precio del kilo del producto llegó a costar 1,56 dólares y en agosto de 2024 promedió 1,05 dólares.

Kaly ofrece la harina de maíz precocida en 0,75 dólares y Mimasa en 0,80 dólares. Mary, marca de reciente ingreso al mercado de harina precocida, tiene un precio de 0,86 dólares, pero en una presentación de 900 gramos.

Descuentos en los silos y pago en bolívares

Otras de las más recientes denuncias de los productores agrícolas están relacionada con los descuentos en los silos y el pago en bolívares. Los silos son los centros de acondicionamiento y resguardo de los cereales en las plantas de producción. Cuando el maíz es trasladado del campo a estas plantas, las empresas deben acondicionar esta materia prima, es decir, reducir su humedad y eliminar impurezas.

Para determinar ese nivel de humedad e impurezas, se deben realizar una serie de pruebas a esa materia prima que llega, procedimiento que está regulado en la normativa correspondiente. En ese análisis se mide la calidad de ese maíz.

En función del resultado, se realiza un descuento en el monto a pagar al productor agrícola. La denuncia del sector es que durante este procedimiento se están aplicando rebajas desproporcionadas que afectan a los productores. La reducción del peso es otra de las quejas del gremio.


Causa malestar a los productores que en plena cosecha de maíz blanco y amarillo que arrancó hace un mes en Venezuela esté arribando un buque

Celso Fantinel, presidente de Fedeagro

“Hemos visto cómo hay plantas de silos que abusan de los análisis porque no hay ningún tipo de supervisión. No sabemos si los equipos para medir temperatura e impurezas han pasado por metrología, al igual que las balanzas de pesaje a las unidades de transporte”, apuntó el presidente de Fedeagro.

A los problemas de los productores agrícolas se suma el reciente pago en bolívares por parte de la agroindustria, que en años anteriores se hacía en una combinación de bolívares y dólares, lo que permitía a los agricultores adquirir los insumos y maquinaria necesaria para el proceso productivo.

“De manera que el futuro hacia el año 2025 no es muy promisorio”, dijo Fantinel. El equipo de El Pitazo intentó entrevistar a productores agrícolas de Portuguesa y Barinas para conocer de primera mano la realidad y demandas de este sector, pero no accedieron a declarar.

La propuesta de Fedeagro

Ante la negativa de la agroindustria de aceptar la fijación del precio del maíz, y los reclamos por parte de los productores por pérdidas, donde ambos sectores temen por la quiebra, la solución que plantea Fedeagro es un acuerdo entre ambos grupos y el Ejecutivo, que contemple un subsidio a la agroindustria a través de exoneraciones fiscales.

«Es más fácil que ese subsidio vaya dirigido a la agroindustria que hablamos de unas 20, 30 o 40 agroindustrias, que a 15.000 o 25.000 agricultores», dijo el presidente de la federación en rueda de prensa el pasado 2 de octubre.

Considera que una de las alternativas puede ser la exoneración del Impuesto sobre la Renta. Otra opción para Fedeagro es aplicar barreras arancelarias de primer o segundo nivel con el fin de que la materia prima importada no llegue a precios considerablemente más bajos, generando desventajas para los productores nacionales.

Fantinel lamenta que no se haya concretado una reunión con los representantes de la agroindustria con el fin de lograr acuerdos sobre este rubro, que considera prioritario para las familias venezolanas. Indicó que el objetivo no es colocar sobre la agroindustria el costo del diferencial, sino lograr un acuerdo que permita beneficiar a los productores sin afectar el precio final de la harina de maíz precocida.

La cosecha de maíz apenas empieza, y la agroindustria ya se prepara para el aumento de la producción de harina precocida. Mientras tanto, todos los actores urgen por medidas que permitan que una industria con tanta tradición en Venezuela pueda seguir adelante como parte de una cadena en la que todos los actores resulten favorecidos, entre ellos el ya reducido bolsillo de los venezolanos.

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