Guanipa.– Un paciente psiquiátrico de 62 años de edad, que falleció por causas naturales, pasó casi 24 horas sobre una silla de extensión en su vivienda, en espera de ser enterrado, ya que sus familiares no tenían cómo cubrir los gastos del sepelio.
Este hecho se presentó en la calle Páez con Florida del sector Cementerio de San José de Guanipa, sur de Anzoátegui, donde habitaba Adjeo Celestino Nadales Guanaguaney.
Damaris Tovar contó que el miércoles 28 de febrero su tío murió a las 10:00 pm. Desde ese momento comenzó el calvario para la familia. La mujer contó que en vista de que no tenían recursos, decidieron colocar el cuerpo sobre una silla de extensión y le colocaron hielo en cubeta para tratar de que no se descompusiera.
Apenas amaneció el jueves 1 de marzo, un grupo de los parientes se dirigió a la Alcaldía de Guanipa para pedir que los ayudaran con la urna porque no tenían dinero.
“Somos personas humildes, vivimos en una casa de barro. Fuimos a buscar apoyo desde la mañana y a las 3:00 pm fue cuando nos atendieron. Dos funcionarios de la Alcaldía nos acompañaron a la casa y vieron que teníamos el cadáver de mi tío en una silla de extensión con hielo abajo, pero ya se estaba descomponiendo”, dijo Tovar.
La sobrina del difunto alegó que a pesar de que los funcionarios de la Alcaldía les prometieron que los ayudarían, después les informaron que no podían. “Nos dijeron que la única solución que nos daban era buscar unas láminas y hacer una urna, o que viéramos cómo hacíamos porque no tenían recursos”, expresó Tovar.
Ante la desesperación, los familiares buscaron a un pariente herrero para pedirle una nevera vieja que tenía y donde guardaba sus repuestos. La idea era meter el cuerpo allí y enterrarlo. “Mi hermano, que es herrero, consiguió unas láminas y soldó la nevera para agrandar y meter a mi tío allí, porque estábamos desesperados”, dijo Damaris Tovar.
Antes de llevarlo al cementerio, los familiares acudieron a la sede de la Policía Municipal para que los acompañaran al cementerio, a manera de custodia, pero estos les informaron que debían ir al Cuerpo de Investigación Científica Penales y Criminalística (Cicpc).
Ruth Nadales otra sobrina del difunto señaló que en medio del desespero de saber que habían pasado muchas horas y el cuerpo de su tío se estaba descomponiendo, se trasladaron a una emisora local, donde expusieron el caso y una persona que escuchó el relato se conmovió y donó la urna para que enterraran al señor.
Antes del sepelio, una comisión del Cicpc trasladó el cadáver a la morgue del hospital Guevara Rojas, de El Tigre, donde le practicaron la autopsia que determinó que el sexagenario murió de anorexia (en personas que no están tratando de perder peso activamente) y caquexia (estado de extrema desnutrición, atrofia muscular, fatiga, debilidad).
Los parientes de Adjeo Nadales, que por su condición casi no comía y estaba muy delgado, no llegaron a meter su cuerpo en la nevera, y gracias a la intervención de un “corazón noble”, como ellos mismos lo describieron, lograron darle cristiana sepultura.