El mundo parece haberse olvidado del COVID-19, el virus que desencadenó una pandemia mundial en 2020 y cuya mención en los medios ahora es prácticamente nula. Pero el virus no muere, solo muta, y prueba de ello es la preevalencia de casos de una nueva variante llamada Eris.
Conocida también como EG.5, la variante ha aumentado su presencia en países como Estados Unidos, China, Japón, Canadá y Reino Unido. Mary Ramsey, directora de los programas de salud pública de la Agencia de Seguridad Sanitaria de este país, explicó a BBC que se espera que Eris circule “más ampliamente en los meses de invierno, con un aumento del número de enfermos”.
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Aunque se ha determinado que Eris es la más contagiosa de sus predecesoras variantes, se ha demostrado que no es la más severa. Por esta razón, representantes de la Organización Mundial de la Salud han afirmado que no la consideran un riesgo para la salud pública.
Los síntomas no son distintos a las del contagio por coronavirus o por resfriado común, e incluyen fiebre o escalofríos, dolor de cabeza y muscular, tos, estornudos, mucosidad y dificultad para respirar, así como la pérdida del sentido del olfato.
Las recomendaciones para evitar el contagio incluyen la aplicación de las vacunas correspondientes, así como la implementación de lo aprendido durante la pandemia: lavado de manos, distancia social y uso del tapabocas.