Caracas.- A los hermanos Carlos (27 años) y Héctor Hidalgo (19 años) los detuvieron a las 5:00 p.m. del 29 de julio en la esquina La Marrón, en el centro de Caracas. Los jóvenes atravesaban una protesta poselectoral cuando se quedaron accidentados en la moto en la que iban. De pronto, un grupo de motorizados armados irrumpió en el lugar para perseguir a los manifestantes. Estos hombres detuvieron a varias personas al alzar, entre ellas a los dos jóvenes, a quienes posteriormente entregaron a funcionarios de la Policía Nacional Bolivariana (PNB).
Carlos y Héctor provienen de una familia de 10 hermanos, todos residentes de la Cota 905. Su madre, Josefina Hidalgo, sufre episodios depresivos y de pánico desde que eran sometidos por la banda del «Koki», que mantenía tomada esta zona popular de Caracas. Hoy en día revive las mismas angustias con dos de sus hijos en la cárcel, quienes fueron torturados y se enfrentan a acusaciones por terrorismo e incitación al odio.
En medio de las protestas que ocurrían ese lunes en el país debido al descontento de la ciudadanía por los resultados electorales emitidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE), los hermanos decidieron salir para abastecer su bodega, ubicada en el sector La Chivera, pero terminaron presos en Zona 7.
Su familia los esperó con angustia. No contestaban sus teléfonos, pero pensaron que quizás se quedaron a dormir en casa de sus novias. Al día siguiente la preocupación familiar aumentó porque no llegaban, hasta que recibieron una llamada en la que uno de ellos les informó que estaban detenidos.
Su madre quedó en shock. En años anteriores se encargó de proteger a sus hijos para evitar que cayeran en manos de líderes de la peligrosa banda del «Koki», hasta que tuvo calma cuando esta fue desmantelada en 2021. Y ahora la pesadilla de tener un hijo en la cárcel se hizo realidad, pero en este caso, siendo inocentes.
Luego de que fueron golpeados y recibieron descargas eléctricas para obligarlos a grabar videos en los que debían decir que dirigentes opositores les pagaron para salir a protestar y generar caos en las calles, fueron separados.
A Carlos Hidalgo lo trasladaron a la cárcel de Tocuyito, en el estado Carabobo, y a Héctor Hidalgo lo llevaron a la Casa de Justicia 431, en El Cementerio, ya que por una cuenta equivocada que sacó uno de los policías, calcularon que tenía 17 años. Fue encerrado junto a los adolescentes y hoy en día comparte una celda con 7 de ellos.
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Su tío Jonny Mijares ha acompañado a su madre en las diferentes concentraciones hechas por familiares de los otros jóvenes, ya que Josefina Hidalgo se ha quedado sin habla y le cuesta expresarse antes de entrar en llanto al hablar de la situación de los jóvenes. A Carlos no han podido verlo en Tocuyito.
“Se trata de una familia trabajadora. La gente los respeta porque siempre fueron honestos y nunca se les vio involucrado en nada raro cuando las cosas en la Cota 905 estaban difíciles. Esto se ha convertido en una tragedia”, señaló su tío a El Pitazo.
El hermano mayor también laboraba en una distribuidora de agua mineral. Sus jefes se pusieron a disposición de la familia Hidalgo, ya que consideran que Carlos es un excelente trabajador. Recientemente, la bodega de ambos resultó destruida debido a un hueco que se abrió en la avenida Antonio Guzmán Blanco, cerca del colegio Pablo Vila.
El jueves 3 de octubre, la madre y el tío se unieron a la concentración que se realizó a las afueras del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), donde entregaron un recurso de amparo para solicitar la libertad plena de 38 jóvenes detenidos en Caracas y La Guaira.