Maturín.- Las pequeñas y delgadas manos de Maximiliano muestran lo que a sus siete meses de vida enfrenta: hasta ocho pinchazos cada día y medio para cambiarle el yelco por el que recibe tratamiento médico. Tiene una enfermedad cardíaca que amerita una operación urgente.
Hace un mes que Maximiliano Rojas Patiño vive en la emergencia pediátrica del Hospital Universitario Dr. Manuel Núñez Tovar, en Maturín, estado Monagas. Yaneidys Patiño, su mamá, contó a El Pitazo que las medicinas lo ayudan a mantenerse estable y prevenir el contagio de alguna enfermedad en el hospital.
Debe ser así, porque necesita una cirugía de corazón abierto, en Caracas. Al saber que esa es la única alternativa de su hijo, Yaneidys solicitó ayuda al gobernador de Monagas, Ernesto Luna, a través de redes sociales. Buscaba una cama en el Cardiológico Infantil.
El 26 de julio, durante la transmisión de su primer programa de radio Conectados con Ernesto, Luna se comprometió con el caso de Maximiliano. Manifestó su interés de ayudarlo, no solo con el traslado, sino con los gastos de operación, en una clínica de Caracas, pues lograr un cupo en el Cardiológico se demora.
Un día después, la familia recibió la visita de un grupo de funcionarios de la Gobernación de Monagas que le ratificaron la intención de Luna en asumir el caso. Ahora, los papás de Maximiliano solo esperan que se cumpla la promesa.
“Los médicos nos explicaron que el traslado a Caracas debía hacerse cuando Maxi estuviese estable y ya lo está. Este es el mejor momento para llevarlo”, explicó su mamá, este miércoles 17 de agosto.
Dos hospitalizaciones
Yaneidys se dio cuenta de que algo andaba mal con su hijo cuando notó que sudaba en exceso, aun cuando estaba en aire acondicionado. Tras distintas consultas médicas, los especialistas le explicaron que algo en su corazón no marchaba bien.
Un día, Maximiliano se descompensó y lo hospitalizaron. Tras siete días de atención, le dieron de alta, pero no transcurrió un mes cuando regresó con el mismo cuadro. Allí, cumplió sus siete meses y enfrentó una descompensación.
Aunque ya tiene el alta, sus padres no se atreven a dejar el hospital por temor a una recaída. “Los médicos se han portado muy bien con nosotros. Aquí hemos asumido todos los gastos, mi esposo trabaja para eso”, expresó.