Por: Joaquín Ortega
La memoria es una fiesta que invita y brinda al que quiere. Justamente por eso, todos tenemos a nuestro propio Tony Escobar en un rincón vivo, eléctrico y trasnochado de nuestra vida y sentimientos. Los números no dicen nada, pero pudieran ser cientos de fotos, miles de horas al aire, infinidad de kilómetros entre locales, casas y ciudades las que servirían de marco mínimo para contabilizar una vida entregada a divertirnos.
Resumir una carrera en la música, en la producción, en la mezcla y en el baile no puede hacerse en una página. Rehacer ese viaje de vuelta audiovisual (o cien por ciento sonoro) siempre quedará corto porque entre los discos duros, las grabaciones caseras, los archivos oficiales privados y públicos se forma un tapiz hecho de las personas de carne y hueso que celebraron, lloraron, rieron y rumbearon en distintas etapas de la vida.
Nadie que haya trabajado en el Show Business salió ileso de la magia tecnológica de Tony: cuñas, desfiles, conciertos, arreglos vocales, voces pimpeadas y cortinas de última hora. Una consola en sus manos se convertía en un puerto a miles de destinos… De golpe, Tony era el controlador de una nave más grande que el Enterprise y sin duda llevó a millones a descubrir universos y lugares aún más lejanos. Todo lo hacía con la pasión de un maestro y la gracia de un ebanista. Cualquier estudio que entrara en su campo de acción se convertía en un taller de perfección e interface, de comodidad, atmósfera y operatividad a toda prueba.
No había DJ que no lo conociera y respetara o que a horas y deshoras le pidiera consejos alrededor del mundo. Todo lo que sabía del mundo de la radio y la edición lo compartía… cada recomendación era mejor que la anterior y venía refrendada con horas de testeo agotadoras para cualquier mortal. En edición, en campo y en tecnología con una sonrisa lo compartía y enseñaba al máximo con la paciencia de un metódico y natural protocolo Montessori. En esas horas de clase que podían ser interminables todo terminaba solamente cuando el alumno le decía: “tengo que irme”.
Fallece Tony Escobar, el DJ que prendió las rumbas en los 80 y 90 en Venezuela
Hoy, intento vanamente contar las fotos, las horas al aire, las grabaciones, los sketches, las voces, los arreglos… Todos los que trabajamos codo a codo con Tony en 92.9FM pasamos por casi todos los géneros del entretenimiento con el único objetivo real: conquistar el día, la noche, las madrugadas y la imaginación de las personas.
Genio de las apps, freak de la tecnología, el primero el llegar y el último en irse (más bien experto en nunca irse de la emisora) así era Tony Escobar la voz y el alma de Caracas y de un tiempo que nadie podrá robar o darle delete porque ya es eterno.
Recuerdo una anécdota al aire libre: una vez Carl Cox mezclaría en Venezuela y Tony asomó desde atrás de los controles… la gente aplaudía a rabiar confundiéndolo con el DJ internacional. Tony engañó al público subiendo y bajando un par de veces, para luego reír con todos los asistentes. Clásicos eran su gag de los ladridos (asustando a la gente, mientras imitaba a un perro guardián), los gritos a todo gañote que cruzaban cuadras infinitas en Las Mercedes llamando a Jesús Alberto Lara o a los vigilantes, por su nombre cuando terminaban el turno… sus videos y registros de los programas y el talento, los fuera del aire y los cientos de locales donde comió, mezcló o puso a tono con su exquisito oído total.
Para morirse, ciertamente hace falta que primero a uno lo olviden y mientras hayan luces en la pista y beats en las cornetas, eso de seguro con Tony Escobar va estar bien difícil.
Tony, amigo de todos… hermano de pocos…maestro de tantos…Gracias por tanto. Vamos a comerciales y ya regresamos. Tony Escobar In loving memory.
JOAQUÍN ORTEGA | @ortegabrothers
Analista #cuántico matizado con cultura pop | #Politólogo | #Profesor Universitario | #Locutor.