Nuevas medidas económicas para afianzar la dependencia del país

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Varias decisiones económicas de significación ha tomado la dictadura. Básicamente se inscriben en los ámbitos monetario y financiero. Son expresiones de una política económica criminal que aprovecha las actuales condiciones para nuevas maniobras y que todas las circunstancias, en su esencia, sigan iguales. Pero buscan atemperar la crisis.

Desde 2018 fue definida una política económica clara, con rumbo fijo. Las definiciones adelantadas le han permitido a la dictadura allanar un camino del que busca salir airoso. Junto con la dolarización, despojó a todos los trabajadores de sus prestaciones sociales y eliminó el salario de quienes laboran en la administración pública, nutriendo el fondo para el pago de deuda externa. Las consecuencias son claras: millones de venezolanos huyen del país y la pobreza alcanza a la inmensa mayoría de la población. Los grandes capitales se nutren y son favorecidos, sobre todo el sector de los importadores. Alimentos Polar centraliza capitales como nunca en su historia. Esos son los frutos.

Ahora viene una nueva etapa. Menos venezolanos en el territorio. Algo de crecimiento económico. Creación de demanda, principalmente por la vía del trabajo por cuenta propia. Incremento del ingreso de los trabajadores de la empresa privada, aunque mediante bonificaciones. Ingreso de dólares a la economía, con el contrabando de oro como primer contribuyente. Incremento de la producción de petróleo y sus precios. Superación de la hiperinflación, al menos a la fecha. Con todo ello pueden elevar aún más el crecimiento, consolidando, a la par, el signo monetario.

La dolarización —de larga data en Venezuela, desde 1983— se afianza hasta convertirse el signo estadounidense en moneda usual de cambio, superando su condición de ser referente para cotizar todas las expresiones de la riqueza. La tenencia del bolívar —desaparecido como referencia, moneda de cambio y reserva de valor y capitalización, dada la hiperinflación— sufre el desprecio de sus poseedores. El Gobierno apuntala este proceso, con todo y las mentiras que lanza en relación con la moneda estadounidense y las páginas marcadoras del mercado paralelo de divisas. Convierte el dólar en el signo monetario preferido sin negociar con la Reserva Federal.

Sin embargo, esta política permite que la economía se recupere, ya que al consolidarse el dólar en el cambio, los precios se adecúan al valor de las mercancías. Con ello, los empresarios se ven beneficiados. Es que con salarios tan bajos la plusvalía es mayor que en condiciones de relativa normalidad de la economía. Se mantiene la inversión en capital constante. Es bajo lo destinado a salario. Luego, la plusvalía es más elevada que en cualquier otra economía. La masa de plusvalía no es mayor ya que el mercado interno no se ha recuperado y el aparato productivo sigue funcionando muy por debajo de su capacidad instalada.

La economía minera le permitió al Gobierno hacerse de más dólares que estimulan el comercio. La administración gubernamental destruye como nunca el ambiente en la zona guayanesa, pero obtiene ingentes recursos que ha sabido comerciar y drenar al mercado. El Banco Central de Venezuela (BCV) hace lo propio. Ante los signos de recuperación y expansión de la demanda interna, el proceso de concentración de capitales —esto es, la inversión para la producción, llevada hasta ahora a su mínima expresión— busca ser apuntalado. Por lo que una política crediticia encontraría sobrados demandantes.

Luego, por fin aparecen signos de crecimiento económico relativamente estables. Todo esto como fruto de un proceso que deja una nefasta estela: gran masa de hambrientos en el camino desde el inicio de la catástrofe a la fecha, millones de emigrantes, una economía devastada, mayor dependencia de la oligarquía financiera, nexos de sojuzgamiento con el bloque imperialista liderado por China y secundado por Rusia.

De allí el conjunto de medidas que viene adelantando la dictadura. Buscan varios objetivos. Consolidar el bolívar como signo monetario parece ser el centro de estas medidas. Por otra parte, ampliar la base crediticia, y, por último, sacar provecho de la masa de dólares circulante. Además, junto a la carga tributaria que representará la medida aplicada a las transacciones en moneda distinta del bolívar, se reduce el encaje legal de 85 a 73 %, buscando expandir la base crediticia. A lo cual se añade mayor facultad a los bancos para utilizar hasta 10 % de sus posesiones en divisas para otorgar créditos indexados en bolívares, al tipo de cambio del Banco Central de Venezuela (BCV). Ese monto se eleva a 74 millones de dólares.

Para apuntalar esta política, se crea el Fondo Nacional del Emprendimiento con la asignación de un capital “semilla” de 46 millones de bolívares. Asimismo, se simplifican los requisitos para la apertura de cuentas con 1.000 bolívares, en toda la banca, con el fin de aumentar el ahorro social.

Es que el impuesto a las transacciones con dólares resulta natural. Consolidado el bolívar, este impuesto tiene un doble significado. Permite captar recursos vía tributo y busca abaratar el uso de bolívares, ya que, dada la estabilidad del precio de la divisa, se afianza la condición del signo monetario nativo. Esto estará sujeto a que la inflación se mantenga baja y que sigan fluyendo dólares a la economía. El Gobierno ha alcanzado un relativo equilibrio fiscal a costa del hambre del pueblo mientras mantiene el fondo para el pago de deuda. De aumentar la recaudación vía impuesto sobre la renta, tratarán de incrementar la demanda interna, produciendo incrementos salariales de la administración pública de manera dosificada.

Así, mientras el régimen elimina el doble tributo con los países más desarrollados en términos capitalistas, lo aplica a los venezolanos, de manera generalizada. Ahora, quien compra con divisas debe pagar IVA y el impuesto por su uso. Doble tributo. En cambio, en 1999 Chávez eliminó la doble tributación a los países más desarrollados que cuentan con capital financiero, en acuerdos de un verdadero carácter leonino, dizque para atraer inversiones.

La dictadura, luego de devastar la economía, en medio de la más grande corrupción jamás vista, encuentra condiciones para recuperarla. Afianza los nexos de dependencia con el imperialismo chino, hace al país más dependiente. Consolida el carácter primario exportador del país. Y todo sigue igual.

No crea nadie que la dictadura va a sacar al país del atraso. Ni por asomo. Por el contrario, seguirán existiendo los mismos rezagos de siglos de dominación extranjera. Eso sí, con las nuevas circunstancias tratarán de sacar provecho político, confiados en que el pueblo venezolano puede ser engañado nuevamente. Tratarán de crear nuevas esperanzas. Las riquezas del país dan para eso y más. Pero sucede que el pueblo venezolano tiene una rabia acumulada que difícilmente permita que penetren en su conciencia. No serán engañadas nuevamente millones de familias, muchas de las cuales tuvieron que despedir a alguno de sus integrantes cuando sale al exterior a buscar el sustento de quienes dejan en el país.

Sí se puede hacer otra política. Otro gobierno, con sentido nacional y popular, lo primero que debe hacer es no dar un centavo al pago de deuda externa. Apelar a la salvaguarda de manera unilateral. Condonación, moratoria y renegociación. Además, canalizar el ahorro social a la inversión productiva. Proteger el mercado y la producción interna. Alcanzar el equilibrio fiscal con base en la elevación de la producción y la capacidad de demanda social, que permita el incremento de la recaudación vía impuesto sobre la renta y no basado en el tributo.

Es un tiempo que fuerza a los trabajadores del país a luchar por aumento salarial. Sin demora, sin perder el tiempo, debe darse la unidad social para conquistar salarios que permitan mejorar las condiciones de vida del pueblo, sin perder de vista que la tarea prioritaria sigue siendo salir de la dictadura.

Carlos Hermoso es economista y doctor en ciencias sociales, profesor asociado de la Universidad Central de Venezuela. Dirigente político. @HermosoCarlosD

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