Latinoamérica en rojo y desunida siempre será vencida

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Comunicación en gotas

Por: María Eugenia Fuenmayor

«Sin educación, en balde es cansarse, nunca seremos más de lo que desgraciadamente somos».

Manuel Belgrano. Abogado, político y creador de la bandera argentina.

La reciente atomización del centro y la derecha chilena se suma a la nefasta fragmentación de estos mismos sectores en Perú, Argentina, Bolivia, Honduras, México entre otros tantos; y es triste, por demás, decir que un descalabro similar podría estar en ciernes en Colombia y Brasil, coronando así una ristra de desencuentros entre las fuerzas políticas defensoras de la libertad que, unidas, conformarían una mayoría arrolladora en la región.

Caso aparte es el venezolano: habiendo sido el protagonista mundial por su ingenuidad frente a la combinación militar-socialista y su consecuente descomposición social, política y económica alevosamente gestionada bajo la etiqueta inicial de la «revolución bonita», la oposición lleva largos 22 años intentando vencer a una élite que, aunque ya no goza de la disciplina rigurosa que caracterizó su marketing y comunicación, todavía sigue siendo el poder y la fuente de financiamiento constante de estrategias arguciosas para dividir a las mayorías en la región.

Esas mismas estrategias, además, las ha exportado con mucho éxito y de la mano cubana acompañándolas de una narrativa fabricada que hoy se expresa bajo la forma de un continente sumergido (con raras excepciones) en la involución.

En entregas anteriores me he referido a la desunión de las mayorías que, caso contrario, cohesionadas y alineadas estratégicamente pudieran darle un vuelco al derroche desenfrenado populismo que camina por América Latina. Lo he hecho desde la óptica de sus funestos efectos sobre la libertad económica y ciudadana. Hoy, hago énfasis en declarar la incompetencia proveniente de la oposición; de su falta de inteligencia emocional cuyo corolario más obvio ha sido sacrificar una poderosa unión que nos hubiera puesto en el camino ancho y despejado de la reinstitucionalización del país y de su recuperación.  

En línea con lo anterior, insisto en que la carencia de la inteligencia emocional adulta hace imposible administrar positivamente los egos de líderes y organizaciones. La inteligencia emocional es el dique contra la ambición desmedida, contra el «quítate-tú-pa’-ponerme-yo».

Para María Eugenia Fuenmayor, directora de Interalianza Consultores, la evidente desunión de la oposición en los países latinoamericanos, al ayudar con esta actitud a la consolidación de gobiernos de izquierda, amenaza con alejar a los habitantes de estos países del bienestar que solo es alcanzable en gobiernos democráticos.

Sabemos que la razón que impide la cohesión de la oposición en cada país es multifactorial. Hay ciertamente muchos elementos del entorno no controlables, por lo que la tarea se hace, por supuesto, más difícil. La oposición en Venezuela ha sido quizá la más abatida por esta realidad. Sin embargo, todas, en general, han exhibido una increíble miopía al no entender que el debate y la competencia para lograr posiciones de liderazgo (sobre todo de caris electoral) debe ser posterior la recuperación de las libertades, entre ellas, justamente la libertad para elegir.

Ya sabemos que lograr esto no es ni será fácil.  Estos procesos son, incluso en el mejor de los escenarios, de carácter transicional y bajo la condición inapelable de una unidad manifiesta, más sin embargo, todavía algunos se mantienen atrincherados en «principios» creyendo que estos pueden tener valor en el mercado electoral en un contexto como el que vive Venezuela y otros países del área.

Es así como muchas de las oposiciones latinoamericanas han desechado las invaluables oportunidades que brinda la disciplina y el compromiso de la comunicación efectiva, disciplinada y constructiva; esa que persigue objetivos de unión y solución, y han, en cambio, privilegiado la pelea entre ellos a micrófono abierto.

Mientras el destino de la oposición en Venezuela, Colombia, Cuba, Chile, Argentina, Bolivia, Brasil, Honduras, México, Nicaragua y Perú, entre otros, esté atado a los enconos, diatribas públicas y agendas desarticuladas e individualistas, las más de 600 millones de almas que somos los latinoamericanos no tendrán otra salida que la resignación inducida por los problemas de unos cuantos cuyas carencias emocionales desbordan sobre sus atributos intelectuales.  

Al no tener activas las competencias emocionales esenciales que permitan el trabajo en equipo, acciones colaborativas eficaces y la definición de metas objetivas y alcanzables, las zonas rojas seguirán extendiéndose. Es preciso desarrollar una inteligencia emocional en los líderes de nuestras oposiciones latinoamericanas que evite a toda costa que la «izquierda y el populismo sigan encontrando terreno fértil para consolidar las divisiones entre quienes deberían ser aliados.

Cada latinoamericano sin acceso a oportunidades para educarse en lo que quiere, conseguir un  trabajo productivo y vivir una vida digna en el goce pleno de sus libertades y con la conciencia clara de sus deberes como ciudadano, es una victoria indiscutible del mal combinado de la «izquierda» y el populismo, pero también de la baja o nula capacidad de las oposiciones del continente para unirse y enfrentar con éxito a este azote monumental en el que se encuentran ya (o en vías ) más de 558 millones  personas en la región.  Ruego que el 2022 nos traiga a todos la unión necesaria para evitar un continente rojo.

MARÍA EUGENIA FUENMAYOR | @mefcal

Experta en mercadeo, comunicaciones y reputación. Directora ejecutiva de Interalianza Consultores.

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