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martes, 14 enero, 2025

La naturaleza de la dictadura, los normalizadores y la oposición (1)

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Por Manuel de la Mancha

No creo que alguien sensato -salvo los que están haciendo cálculos políticos miserables para su propio pecunio- pueda creer que en Venezuela no existe una dictadura. Como dice Shakty, “eso todo el mundo lo sabe”, estamos en dictadura. No es pre dictatorial, ni pre totalitario, ni en-vías-dé. Quien dice tales pendejadas está buscando puentes con el poder para algún negocio o cálculo particular. Esa es la retórica de la “normalización”. Pero más allá de esto, debemos descifrar primero qué tipo de dictadura padecemos.

Las diferencias, a vuelo de pájaro, son sustanciales respecto a otras. Si bien todas se asemejan en rasgos autoritarios/totalitarios, cada una ha tenido un signo característico. En nuestro caso, parece que no todos lo han descifrado correctamente, aunque podemos partir de lo que señala el vox populi: nos gobiernan unos malandros. Y esto es clave.

De hecho, la caracterización del enemigo es la principal limitación de la oposición, o mejor dicho, de las fuerzas democráticas, pues de ahí emanan la estrategia, la táctica y la definición de cualquier política posible; incluso las alianzas, el tipo de unidad que se requiere (porque no es unir a todo aquél); o el azar, las reservas estratégicas que tiene el poder establecido o la habilidad que tiene para sumar ventajas a su favor. Todo está precedido por que se tenga una comprensión medianamente acertada sobre su naturaleza. Y si una dirección política no conoce a su enemigo, difícilmente encontrará la ruta para derrotarlo.

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Pero mientras sucede la diletancia opositora, un fenómeno transversaliza al mundo. La depredación entre los hombres y las relaciones de poder subsecuentes, propias del antagonismo entre la naturaleza primitiva/depredadora de unos individuos y la auténtica naturaleza de nuestra especie (esto es, la razón consciente y la solidaridad empática de la humanidad), ha alcanzado un punto de inflexión. El mundo civilizado enfrenta hoy -y esto es un debate más denso- el asalto masivo de delincuentes (depredadores voraces) a todas las estructuras sociales y Estados del mundo.

Las mafias rusa, yakusa, china, los Nueva Generación, el sistema de Trenes delincuenciales y grupos criminales en todo nivel, han hecho metástasis en amplios segmentos de los Estados. También en varias ramas de la economía planetaria y hasta en las mega corporaciones. A todo nivel, en todas las relaciones de poder, la delincuencia ha adquirido un puesto destacado en la naturaleza del capital, del Estado y en general de la sociedad.

Por tanto, el carácter delictivo de la dictadura criolla tiene un precedente planetario. Y aunque no es una característica autóctona, ha alcanzado un grado de desarrollo superior respecto de otras naciones. De hecho, en el Índice Global del Crimen Organizado 2023, Venezuela ocupó el 7° puesto a nivel mundial y el primero (1) en toda América -superando a México y Colombia- en la medición de la criminalidad integrada a la estructura del Estado.

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Pero el tipo de delincuentes que gobiernan, como dice el humorista de “diccionario venezolano”: no es cualquier vaina. Un complejo entramado organizativo, con características de megabanda o corporación criminal de gran escala, ha copado todos los espacios de la sociedad y toda la estructura del Estado. Nadie ponen en duda que hasta el mínimo trámite pasa por una mafia, un relacionamiento delictivo, una coima. Mucho más las grandes transacciones de la nación. Pero esta megabanda es simultáneamente una organización política que actúa como partido/Estado, sin perder sin embargo su naturaleza.

De hecho, su proceder político es en general, delictivo. Las mesas de negociación bajo amenaza o chantaje exacerbado; la extralimitación despiadada de la violencia, que produce un efecto masivo de terror y que garantiza un estado de conmoción social perenne, que luego utilizan como factor disuasivo similar a lo que padece un secuestrado; la actuación dadivosa del “perdón” pero bajo amenaza extendida, entre otros, todos son métodos provenientes de la actuación criminal y al mismo tiempo, impulsan a esa pequeña capa social que apuesta por la normalización, buscando congraciarse con sus captores para no ser arrasados. Pero ¿cuál es el origen, actuación y perspectivas de una dictadura delincuencial? Léalo en una segunda entrega.

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