La esperanza que generó Juan Guaidó cuando se autoproclamó presidente interino hace tres años, hoy en día es recordada como una gran decepción, debido al manejo irresponsable de la expectativa y la ausencia de resultados. En la actualidad, lleno de cuestionamientos por corrupción en su entorno, sin el apoyo de la Unión Europea y con los Estados Unidos pasándole por encima, ya no puede ser considerado un adversario de peso capaz de generar algún cambio real.
Por: Juan Viale Rigo
El escenario para unas futuras elecciones es desalentador. El régimen, más fortalecido que nunca, no se ve en necesidad de negociar garantías con la oposición, mientras los venezolanos, cada vez menos representados por la oposición, parecen no tener intenciones de votar más allá de las primarias. De mantener el mismo rumbo estaríamos frente a nuevas elecciones sin condiciones y con un alto margen de abstención como en años posteriores.
El origen del problema es mucho más complejo de lo que parece. La mesa está trancada para la oposición a favor del régimen, lo que hace de este proceso electoral un reto cada vez más difícil. Si en un pasado, cuando Maduro estuvo en el ojo del huracán a nivel internacional, no cedió ante las demandas de la oposición, menos lo hará ahora que goza de nuevas relaciones internacionales y menos presión gracias a la administración Biden.
Estos últimos dos años, retomó relaciones con Perú y Colombia, además obtuvo una bonanza de beneficios otorgados por el gobierno de los Estados Unidos. Entre ellas, el levantamiento de sanciones a PDVSA con las que vende petróleo a Europa, pasando por el retiro de Carlos Malpica de una lista de sanciones, hasta la reciente liberación de sus dos sobrinos sentenciados por narcotráfico.
Este último procedimiento ocurrió mediante un canje poco habitual que tomó por sorpresa a todos, asomando la posibilidad de que en un futuro pueda haber un nuevo canje por la liberación de Alex Saab, como fue propuesto por el movimiento oficialista Free Alex Saab en agosto de este año.
Crisis de representación
La crisis de representación dentro de la oposición también hace aún más difícil la posibilidad de generar cambios. Visiblemente divididos, los líderes de partidos opositores parecen haber perdido el norte y la fuerza. No solo no tienen una estrategia para lograr garantías democráticas, tampoco logran convencer a los venezolanos como en un pasado para que los sigan en sus propósitos.
La esperanza que generó Juan Guaidó cuando se autoproclamó presidente interino hace tres años, hoy en día es recordada como una gran decepción, debido al manejo irresponsable de la expectativa y la ausencia de resultados. En la actualidad, lleno de cuestionamientos por corrupción en su entorno, sin el apoyo de la Unión Europea y con los Estados Unidos pasándole por encima, ya no puede ser considerado un adversario de peso capaz de generar algún cambio real.
Quién en su momento fue el líder de la oposición más apoyado, hoy es un cartucho quemado que sigue repitiendo el mismo discurso de siempre pero sin su recordada capacidad de arrastre. Tampoco se ve mayor esperanza en otros líderes políticos de la plataforma unitaria, que parecen haber olvidado que Maduro sigue en el poder para enfocarse en hacer campaña para las primarias del año 2023.
Ese escenario nos deja con una oposición débil que no logra llegar a ser un contrapeso político para Maduro y que no parece estar interesada en serlo. Reducida a dar discursos saturados de romanticismo y vivir en una campaña interminable por recibir votos, se dedican a coexistir con el régimen. Un barco sin rumbo que promete llegar a tierra sin pensar en un plan.
Si bien es cierto que los venezolanos tienen un gran interés por participar en las primarias para renovar el liderazgo, la mayoría no tiene esperanza alguna de salir del régimen con elecciones. Aún estamos frente a la disyuntiva entre el voto o la abstención.
Lo que debemos reconquistar
El candidato que salga electo en las primarias y la plataforma unitaria, tendrán la ardua tarea de reconquistar las condiciones básicas para participar en elecciones de noviembre, solo de esta forma podrán recobrar la confianza en el voto de sus simpatizantes. Además, deberán garantizar el derecho al voto de los venezolanos en el exterior que representan un 20% de la población de Venezuela, siendo decisiva su participación.
Entre los 6.805.209 reportados por los países como solicitantes de asilo, al menos cinco millones de ellos cumplirán los 18 años para 2023, en base a datos compartidos por la Asociación Civil Súmate. Es menester que el nuevo líder de la oposición le exija al CNE que agilice el proceso de registro para que puedan participar sin tanto trámite burocrático. Para la fecha solo 107.927 venezolanos están habilitados para votar en el extranjero.
Esperemos que las primarias permitan solucionar la crisis de representación que atraviesa la oposición y consiga la reunificación de los partidos en base a una agenda común, en pro de garantizar unas elecciones confiables y transparentes.
JUAN VIALE RIGO | @JuanViale Rigo / Instagram: @vialecito
Columnista de opinión y escritor de novelas
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