La promesa de un político es una de las herramientas del discurso proselitista más desprestigiadas, pero es necesaria para quien quiera ganarse la simpatía de posibles electores o de seguidores a un proyecto político. Debe ser verosímil y apuntar al deseo o atender la necesidad de los ciudadanos, quienes ven en la promesa el dibujo de una esperanza, tan necesaria para alimentar la ilusión y la pasión por una causa.
LEE TAMBIÉN
¿A dónde va Maduro con las últimas movidas en contra de Guaidó y diputados?
Si la promesa se basa en mentiras o ilusiones, tendrá patas cortas y será una gran decepción para quienes creyeron en ella; por eso el incumplimiento de la promesa trae desilusión y la pérdida de apoyo al líder. De allí que los políticos prefieran que sus promesas caigan en el saco infinito del olvido y que nadie más recuerde lo que ofrecieron a sus electores o seguidores.
El deber de los periodistas y los ciudadanos es recordar a los políticos sus promesas, para ver si en algún momento se acuerdan de cumplirlas, sobre todo si el líder en cuestión está al frente del Gobierno y más aún en un país como el nuestro, presidencialista y empobrecido, donde tantas personas dependen de la decisión y acción de un gobernante.
Por eso, en esta ocasión me concentraré en recordar cinco promesas. Tres del oficialismo y una de la oposición, que son las que considero las más importantes, presentadas cada caso según el orden cronológico:
El 1° de enero, en su discurso de Año Nuevo, Nicolás Maduro anunció que 2019 sería el año de la recuperación económica. Evidentes palabras vacías lanzadas al aire, tal como si hubiera sido la promesa de una persona que anuncia que va a llegar al peso ideal con estrictas dietas durante los próximos 12 meses.
La verdad es que tenemos una economía hiperinflacionaria, con un sector productivo inexistente, en la cual el dólar, que cerca de 40% de los venezolanos manejan como moneda transicional, prácticamente sustituye a un débil bolívar.
Si observamos un aumento del consumo y más abastecimiento de alimentos y medicinas, es porque el madurismo, forzado por las circunstancias, aligeró los controles para que los privados importaran sin restricciones aduanales más allá de la corrupción.
Para el oficialismo, las sanciones económicas de EE. UU. son el argumento para explicar el incumplimiento de esa promesa. Pero los problemas económicos son anteriores a las sanciones.
El control del dólar criminal. El 5 de febrero, el medio Russia Today publicó una entrevista con Nicolás Maduro, en su primer mes de un nuevo mandato rechazado por la oposición venezolana y más de 50 países en el mundo. Entonces aseguró a los periodistas que su gobierno estaba “intentando controlar el dólar criminal”.
Nueve meses después, Maduro, sin capacidad para detener el precio del dólar, en el programa de José Vicente Rangel, en Televen, claudicó ante “el dólar criminal”. Entonces, expresó: “La dolarización puede servir para la recuperación económica de Venezuela”.
Las evidencias de esa claudicación las tenemos a diario. Ya no se castiga la venta, compra y tenencia de dólares, y tampoco la fijación de precios de consumo masivo. Nueve meses después de esa promesa realizada ante las cámaras de Russia Today, tenemos una economía donde el dólar es la principal moneda para las transacciones, al punto de que incluso en Venezuela la divisa estadounidense tiene el mismo valor que el euro, único país en el mundo donde ocurre eso.
Del “dólar criminal” al “no veo mal la dolarización”: paradoja discursiva de Maduro
Cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres. Este mantra de Juan Guaidó se hizo parte del discurso del presidente de la Asamblea Nacional y Presidente encargado, juramentado el 23 de enero y reconocido por más de 50 países.
La promesa del cese de la usurpación generó un incremento inusitado de la esperanza de los simpatizantes de la oposición, pues el deseo y las creencias pudieron más que la verosimilitud de la propuesta. Pero era una oferta difícil de cumplir, pues Guaidó dependía de otros para cumplir la palabra empeñada, específicamente de los militares.
El 23 de febrero, con el frustrado pase de la ayuda humanitaria, y el 30 de abril, con el errático alzamiento militar en La Carlota, demostraron que en el sector castrense no parece ganado en los actuales momentos para apoyar una transición política a la democracia.
Sin duda es Guaidó la figura política que ha salido más lastimada por no cumplir lo prometido, pues precisamente, pocos creen en las promesas de Maduro.
Además, el mantra se convierte en una camisa de fuerza en contra del líder de la oposición, camisa de la cual deberá buscar zafarse para afrontar una posible participación del sector opositor unido en la elección parlamentaria de 2020.
Guaidó se juramentó para un gobierno de transición en Venezuela.
Electricidad para el Zulia. El vocero de esta promesa no fue Nicolás Maduro. Correspondió al exministro de Electricidad y presidente de Corpoelec, Luis Motta Domínguez, y al gobernador de la entidad, Omar Prieto, anunciar que resolverían el problema eléctrico del Zulia. Incluso, en octubre pasado hasta el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino López, se sumó al coro de promesas.
El resultado de esta promesa lo conocen muy bien los zulianos, así como al menos los tachirenses, merideños, trujillanos y larenses, quienes pasan al menos seis horas diarias sin electricidad en un país que invirtió más de $11.000 millones para dar luz a otros países y cerca de $40.000.000 entre 2009 y 2014 en inversiones eléctricas nacionales que alimentaron la ineficiencia y la corrupción de funcionarios públicos y empresarios venezolanos y extranjeros.
El aumento de la producción petrolera. Una promesa que desde año 2005 ha hecho el oficialismo, primero en boca del expresidente Hugo Chávez y su autoridad petrolera, Rafael Ramírez, pero que durante los dos últimos años ha correspondido a Manuel Quevedo, máxima autoridad de Pdvsa, realizar una y otra vez, de una forma vacua y poco creíble.
El resultado del incumplimiento de esta promesa se observa en la destrucción de Pdvsa, donde sus trabajadores cumplen horario de oficina con un mínimo de actividades en los campos, pero también se ve en las estaciones de servicio del país, donde usted, quien lee este artículo en este momento, puede haber pasado de 20 horas a 11 días en espera para echar gasolina.
Venezuela quiere aumentar producción de petróleo a unos 1,6 millones barriles.
De las cinco promesas analizadas en este artículo, cuatro son de carácter económico y una de ellas política, que no fue realizada por un representante del ofcialismo, sino por el líder la oposición, Juan Guaidó.
El cese de la usurpación es una promesa deseada por cerca de 80% de los venezolanos, por eso, pese a que sea difícil de cumplir, por la fuerza del deseo se hizo verosímil para los ciudadanos que ahora se sienten desilusionados.
2019 nos deja muchos aprendizajes a los ciudadanos venezolanos. Solo ese tema da para un nuevo artículo. Pero de las promesas debemos aprender a ver con claridad cuáles se pueden cumplir realmente y cuáles de ellas no son más que un vacío mensaje proselitista.