En el sector La Mora de Palavecino, en el estado Lara, el servicio de agua por tuberías es intermitente, sus vecinos han protagonizado protestas, pero hasta ahora las promesas de Hidrolara no se han cumplido ni de las autoridades municipales, quienes no visitan la zona desde que estaban en campaña por elecciones.
“Aquí hacemos milagros para sobrevivir, particularmente tengo tres semanas sin lavar ropa, y se debería lavar cada vez que uno sale como prevención del COVID-19 y llegar bañándose con mucha agua y jabón, pero eso es imposible”, refiere María Milagros Rodríguez.
Sumado a esto, existen botes de agua que no han sido reparados desde hace más de cuatro años. “Hidrolara informó que no tenía recursos para demoler la acera y sustituir los tubos para arreglar el bote de agua”, dijo María Méndez, con relación a la pérdida constante de agua en la entrada de la urbanización Los Bucares.
Otro de los inconvenientes que han denunciado los vecinos del municipio Palavecino, está relacionado a las maniobras que ejecutan por parte de Hidrolara para la distribución de agua en las comunidades, puesto que dependen de una persona que abre y cierra las llaves de paso, supuestamente, según una programación.
“Supongo que ahora con este problema de la gasolina y la falta de electricidad es difícil que un maniobrero haga su trabajo con eficiencia”, declaró Leonardo Rodríguez.
Aprender a rendir el agua
En promedio, los conductores de cisternas cobran tres dólares y medio por cada mil litros de agua. Sin embargo, algunos piden más dinero en vista de la escasez de gasolina.
“En mi caso mi tanque es de dos mil litros, me dura exactamente una semana. Somos una familia de tres: un adulto, un adolescente y un niño”, explicó Angie Martínez, quien mencionó que para rendir el agua, usan también la que cae del aire acondicionado.
“El agua nos falta a todos en la Mora y no todos podemos pagar cisternas”, agregó Carmen Freitez.
Cuando llueve, varios vecinos no solo han salido a recoger agua, sino que se han bañado debajo del aguacero, como una fiesta y un recuerdo lejano de una regadera que hace tiempo dejó de funcionar.
“Soy adulta mayor jubilada y he aprendido en estos tiempos a reciclar el agua. Con el agua que cae de la ducha bajo la poceta. El agua de lluvia o del aire la uso para limpiar el piso, regar plantas y limpiar la casa”, detalló Gladys Antequera, de 65 años.
Antequera, aunque tiene un tanque aéreo, no lo puede utilizar porque el agua cuando llega tiene poca presión y no sube, mientras que a los cisterneros no les gusta llenar estos tanques, como dijeron otros vecinos, porque dicen que “pierden tiempo”, entonces solo venden agua a quienes tienen subterráneos.
“Me he visto obligada a comprar envases plásticos para almacenar agua… Pago al día a Hidrolara a pesar de tener pésimo servicio”, declaró a El Pitazo.
En carretilla buscando agua
Beatriz Pérez vive en Villa Mora, tiene 59 años y en ocasiones debe pedir auxilio a sus vecinos para llenar botellones de agua. Junto a su hijo buscan el agua a pie y regresan con los envases en una carretilla que les presta un amigo.
Este domingo 27 de septiembre, después de un mes sin ver llegar agua por tubería, comenzó a caer una gota con poca presión, en esta zona. “Esperaremos a ver por cuánto tiempo llega y qué logramos llenar”, dijo con resignación.
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Mercedes Castillo, de la urbanización Piedra azul, reafirma que el agua, las pocas veces que llega, no tiene presión suficiente para llenar los tanques.
“El deber ser es que el gobierno invierta en todo lo necesario para tener el servicio las 24 horas del día y nosotros pagar por el consumo por vivienda”, opinó.