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miércoles, 11 diciembre, 2024

Venezolanos encuentran en Washington un salvavidas: el reparto de comida a domicilio 

Venezolanos que trabajan como repartidores de comida a domicilio están detrás del auge de las motos en la capital de Estados Unidos, reseña el medio The Washington Post. En la calle desde el amanecer, Yonatan Colmenarez, de 31 años, sostuvo que debe trabajar hasta medianoche o, al menos, hasta que consiga su objetivo diario de 200 dólares

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Caracas. En el vibrante barrio Columbia Heights, ubicado en el noroeste de Washington D. C., la capital de Estados Unidos, un grupo de venezolanos en moto sale adelante en el sector del reparto de comida a domicilio. 

Repartir comida para empresas como DoorDash y Uber Eats, plataformas de pedidos y entrega de alimentos en línea, se ha convertido en un salvavidas para muchos de ellos, algunos de los cuales se encontraban entre los más de 13.000 inmigrantes que los gobernadores republicanos han trasladado en autobús a Washington desde 2022. 

«Estoy trabajando muy duro para contribuir a este país que nos abrió sus puertas», dijo Yonatan Colmenarez, de 31 años, al medio The Washington Post.

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El venezolano se gana la vida como repartidor en moto desde febrero. «Al fin y al cabo, es un trabajo que muchos estadounidenses no quieren hacer, pero yo lo hago con gusto porque quiero demostrar que aprecio estar aquí y que la mayoría de nosotros somos buenas personas. Después de todo lo que costó llegar, estar en Estados Unidos es realmente una bendición de Dios«, indicó al diario estadounidense. 

Muchos de los 15 venezolanos con los que habló The Washington Post tenían historias similares. Escaparon de una Venezuela hundida en una crisis sin precedentes, en busca de un nuevo comienzo.

Colmenarez emigró a Colombia en 2016. Durante siete años, se dedicó a conducir taxis, repartir comida y tramitar documentos. En 2023, los bajos salarios, la inflación y la falta de empleo lo empujaron a aventurarse en Estados Unidos.

Con 228 dólares en el bolsillo, una mochila y confiado en Dios, se adentró en la selva del Darién, la peligrosa ruta migratoria que comunica a Colombia con Panamá, donde dijo que estuvo a punto de morir por una grave infección provocada por tomar agua de charcos y ríos. 

El precio de un nuevo comienzo en Washington

Tras entregarse a las autoridades estadounidenses en la frontera con México, Yonatan Colmenarez fue procesado y puesto en libertad condicional unos 13 días después. Contó que un amigo lo ayudó a pagar un vuelo a Washington D. C. Pasó su primera noche en la calle, sentado en un banco de un parque y tiritando de frío.

«Le dije al Señor, ‘si es tu voluntad, algún día me dejarás llegar. Y si lo hago, solo te pido que me ayudes a ahorrar lo suficiente para comprar una casa en mi país; todo lo demás que me des por delante serán bendiciones».

Y así fue. Colmenarez aseguró al diario estadounidense que ahora gana unos 4.000 dólares al mes, 700 de los cuales envía a su mujer y sus tres hijos, que viven en una casa que les compró en Venezuela con sus ganancias. «Tal como se lo pedí a Dios», afirmó.

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Aunque el reparto de comida a domicilio les ofrece mucha más autonomía sobre sus horarios y su salario que en otros trabajos, los venezolanos reconocen numerosos desafíos; por ejemplo, la falta de acceso a un seguro médico

En la calle desde el amanecer, Colmenarez afirma que debe trabajar hasta medianoche o, al menos, hasta que consiga su objetivo diario de 200 dólares. Además, trabaja aunque llueva o haga sol, con nieve, hielo y viento.

Si bien algunos residentes de la capital de Estados Unidos han expresado públicamente su molestia por lo que consideran un comportamiento errático e inseguro de los motorizados que reparten comida a domicilio, el Departamento de Vehículos de Motor (DMV) de Washington D. C. —la agencia gubernamental responsable de registrar vehículos, emitir licencias de conducir y permisos de identificación, y hacer cumplir las leyes de tránsito en el Distrito de Columbia— dice que no hay pruebas de un aumento de las colisiones como resultado del auge de los vehículos de dos ruedas. 

Lee aquí el reportaje de The Washington Post

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