Caracas.- En Venezuela, la Semana Santa es una de las fechas más esperadas del año. Para algunos significan días de descanso en los que se puede disfrutar de la playa, parques y actividades recreativas; para otros, son días para demostrar su fervor por la pasión de Jesucristo.
Para los venezolanos, la Semana Santa no solo está marcada por el cronograma pastoral, sino que también llevan a cabo sus propias tradiciones culturales, que fuera de las fronteras no se suelen realizar.
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Una Iglesia para sentirse en casa
El venezolano Luis Arnoldo Torrealba, residenciado en Lima, Perú, contó a El Pitazo que a pesar de que culturalmente sí hay diferencias, la Iglesia es universal, por lo que las tradiciones del Perú no son muy distintas.
«En el caso de Perú tenemos una Iglesia muy tradicionalista en la que todavía podemos ver hasta mujeres usando el velo. Es una iglesia un poco silenciosa. En nuestro caso, que somos más alegres, escandalosos y bochincheros, hemos tenido que adaptarnos. Sin embargo, no se nos ha prohibido celebrar la fiesta como la celebrábamos en Venezuela«, refiere.
En el Santuario Santa Rosa de Lima, un grupo de venezolanos ha encontrado un hogar espiritual desde 2018, aunque la pastoral católica venezolana aún no existía en ese momento.
La presencia de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, también conocida como «la Chinita», marcó el inicio de esta comunidad venezolana en el santuario. Bajo la dirección espiritual de fray Luis Enrique Ramírez, se han sumado otras devociones venezolanas, como Nuestra Señora del Valle, el Beato José Gregorio Hernández y Nuestra Señora del Socorro de Valencia, entre otras.

«Cabe resaltar que el cuarto domingo de cada mes es la misa comunitaria para todos los hermanos venezolanos. En el Santuario Santa Rosa de Lima, a las doce del mediodía, esa misa es dedicada a alguna devoción venezolana, a las intenciones de Venezuela. Tenemos una campaña para orar por la liberación de Venezuela, orar para que Venezuela sea libre y que sus hijos puedan retornar cuando sea el momento», explica Torrealba.
En Semana Santa participan en diversas actividades, como procesiones, misiones y servicios religiosos, y mantienen viva la fe como lo hacían en su país de origen. También participan en el viacrucis viviente, en el que colaboran con un grupo de teatro local.
Una diferencia destacada es que en Perú no se decretan libres los días de Semana Santa, algo que sí ocurre en Venezuela. Además, para los peruanos no existe la figura del Nazareno.
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«Existe la figura del señor cautivo de Jesús en el Santuario Santa Rosa de Lima. Además, tenemos la tradición del señor atado y despojado de sus vestiduras, que fue declarado patrimonio cultural del Perú«, cuenta el venezolano.
La gastronomía también es un punto de encuentro cultural durante Semana Santa, evento religioso en el que Perú y Venezuela tienen similitudes, como servir arroz con coco o arroz con leche. Además, también se suprime la ingesta de carnes rojas y se reemplaza por pescados.
Cruz de palma a diferentes rincones de España
La venezolana Kary Prieto vive en Madrid, España. Expresa a El Pitazo que la Semana Santa se vive con una solemnidad y devoción muy marcadas. Las procesiones son el centro de la celebración, en las que las imágenes sacras, principalmente vírgenes dolorosas y figuras de Cristo, son llevadas en andas procesionales por las calles, acompañadas por bandas que interpretan marchas especiales de la pasión.
«La gente va a verlas, independientemente de que vayan por devoción o no. Es algo muy bonito de ver y la gente va a verlo por lo bonito. Hay quienes no son católicos, y especialmente en Madrid hay algún turista que, por casualidad, se topa con esto y es inevitable que no le impacte, porque impresiona mucho», dijo Prieto.
Entre la comunidad de devotos venezolanos decidieron rescatar una tradición que se vive en Venezuela: elaborar cruces de hoja de palma. Prieto dice que, tras ocho años sin verlas, ayudó a elaborarlas y llevarlas a la misa del Domingo de Ramos.
«Fuimos a buscar un par de ramas de estas de palma unos días antes e hicimos como 150 o 200 crucecitas de las que hacemos nosotros allá (en Venezuela), ya que eso aquí no se ve, no existe. Fue muy bonito, porque antes de la procesión las llevamos e invitamos a la comunidad venezolana a la misa. Todo el mundo que llegaba y veía que estábamos regalando las crucecitas se conmovía, se emocionaba. Parece una tontería, pero vernos con una crucecita de palma conmovió a muchísima gente», dijo la venezolana.

Prieto sostuvo que muchos venezolanos se le acercaban para obtener una cruz y llevarla a sus hogares, que no necesariamente estaban en Madrid. «Hubo quienes me decían: ‘Vine a buscar una para llevársela el jueves a Barcelona a una hermana que voy a ir a visitar’. O sea, la gente se movió por buscar su crucecita de palma. Porque uno no se acostumbra a celebrar el Domingo de Ramos con un ramito de olivo. Sientes como que no es igual».
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Otro aspecto distintivo es el consumo de las torrijas como parte fundamental de la gastronomía durante la Semana Santa en España. Según explica la venezolana, las torrijas son un postre tradicional que se consume exclusivamente durante esta época del año.
Son rebanadas de pan dulce remojadas en una mezcla de leche con canela y huevo, luego se fríen hasta que quedan doradas y crujientes por fuera, pero suaves y cremosas por dentro.
Ambos venezolanos, Luis y Kary, pese a estar en continentes distintos, coinciden en algo: Semana Santa no tiene fronteras para los devotos. Pese a las diferencias culturales que pueden notar, siguen manteniendo su fe, aun lejos de su tierra natal.