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viernes, 29 marzo, 2024

«Fue espeluznante»: venezolana cruza con su hija la frontera de México y EE. UU.

Una venezolana, su hija de casi tres años y un familiar decidieron viajar de Venezuela a EE. UU. por vías irregulares. Gastaron más de 10.000 dólares en coyotes y se arriesgaron a morir ahogados en las aguas de uno de los ríos que separa el suelo mexicano del estadounidense, según reseña BBC

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Caracas.- Una venezolana decidió partir desde su país natal a Estados Unidos por vías irregulares junto a su hija de casi tres años de edad, y se arriesgó a cruzar uno de los tres ríos que separan el territorio estadounidense de México. La migrante no esperaba que se tratara de una experiencia que marcaría en ella y en su hija un trauma.

«Justo ayer, mi hija, antes de acostarla, me dijo: ‘Mamá, no quiero volver al río, no quiero más esa aventura’«, dijo la venezolana Lorena al medio BBC tras explicar que le había dicho a su hija que el viaje se trataría de una aventura.

«Fue espeluznante. Si hubiese sabido que eso era lo que nos tocaba vivir, jamás lo hubiese hecho, sobre todo después de leer el caso de la niña que murió ahogada. Me digo: ‘¿Hasta qué punto arriesgaste la vida de tu hija, hasta qué punto eres egoísta, mal padre?», expresó la madre venezolana, haciendo referencia al caso de la niña venezolana de siete años que falleció intentando cruzar el río Bravo con su madre en enero de 2022.

Lorena, nombre ficticio para proteger su identidad, regresó a Venezuela desde otro país latinoamericano luego de haber perdido su empleo por los efectos de la pandemia de COVID-19. Una vez en su país natal, la crisis le hizo volver a considerar migrar, pero esta vez a Estados Unidos.

«No lo volvería a hacer y no le diría a nadie que lo hiciera. De hecho, le dije a una amiga que lo estaba considerando que ni lo intentara (…) Pensaba: ‘Si a tanta gente le ha ido bien, si me lo pintan tan bien, tan chévere, ¿por qué me habría de ir mal a mí?», dijo la venezolana.

«Nos íbamos a morir»

Tras haber preguntado a varias personas que habían realizado el recorrido, lograron contactar a seis coyotes, tanto mexicanos como venezolanos. Finalmente, la venezolana, un familiar y su hija tomaron un avión desde Venezuela a un país centroamericano y luego otro a Ciudad de México.

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«Cuando salimos del aeropuerto estaba un muchacho con nuestra foto, nos la mostró y nos dijo que venía de parte de la señora (la coyote). ‘Los voy a llevar al hotel’, nos dijo. Y nos fuimos con él», contó.

Al día siguiente acudieron a una ciudad fronteriza con Estados Unidos, donde tomaron un taxi para llegar a un hotel. Allí les dijeron que se tenían que quedar y que no podían hablar con nadie. Luego los llamaron por teléfono para avisarles que ya era su turno de cruzar la frontera.

Siguieron las indicaciones de los coyotes vía WhatsApp, puesto que les habían dado una tarjeta sim para comunicarse con ellos. Oscureció cuando llegaron a una zona donde los esperaba un mexicano que les indicó que cruzarían un río y que les cobró dinero extra por buscarles una balsa.

«Caminamos por un monte muy oscuro, entre muchos arbustos, y no podíamos hablar. La supuesta balsa, que parecía más un juguete que otra cosa, se hundió cuando nos montamos. Nos llenamos de agua y, como pude, salté con la bebé y caímos en el lodo», contó.

Los venezolanos se escondieron entre el monte y tras una hora de espera comenzaron a sospechar que los habían abandonado; pero apareció otro hombre mexicano con la misma balsa que habían utilizado y les indicó que la abordaran. «La niña no se quería volver a montar. Me decía: ‘Ese barco no, mamá, ese barco se hunde, no quiero ese barco, no me quiero montar ahí’. Y yo le decía: ‘No, mi amor, este no se va a hundir».

El agua entraba a la balsa cada vez que el coyote mexicano intentaba remar, por lo que les indicó a los venezolanos que se sostuvieran de las plantas que salían del lodo. «Todo el trayecto pensé que nos íbamos a morir: o nos mata el frío o nos mata el río, nos ahogamos, no vamos a poder nadar. Íbamos engripadas e hicimos todo ese trayecto teniendo COVID-19«, dijo Lorena.

Todos los gastos de la travesía, desde que salieron de Venezuela, incluyendo vuelos, el pago a los coyotes y otras cuotas que fueron surgiendo a lo largo del recorrido, superaron los 10.000 dólares por los tres.

Segunda oportunidad

Una vez que tocaron suelo estadounidense, el coyote mexicano los dejó solos y luego fueron encontrados por funcionarios de la patrulla fronteriza de Estados Unidos, quienes los llevaron a un centro de detención de migrantes. «Esos funcionarios nos trataron muy bien. Nos llevaron a un refugio, donde nos recibieron con mucha amabilidad. Te ofrecen comida, te dan todo», señaló Lorena.

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Junto a su hija llevaron a Lorena a una sección donde había otras mujeres con niños, y al venezolano lo trasladaron al área de hombres de ese mismo centro de acogida de migrantes. «Mi hija les contaba a las otras señoras: ‘Estuvimos en una aventura, estuvimos en un río y casi nos ahogamos», refirió la venezolana.

La migrante asegura que en el centro de detención se encontró con personas que tenían historias peores que la suya, que ninguna de las experiencias es igual. «Había muchas venezolanas. A la mayoría le tocó caminar por el desierto una hora, hora y media; otras caminaron por 15 minutos. Hubo gente que me decía que los coyotes los acompañaron hasta el muro; otros fueron acompañados por coyotes armados, resguardándolos, que les daban agua; otros fueron transportados en vehículos particulares. Cada experiencia es muy distinta», precisa.

Enfatizó que no le recomendaría a nadie realizar la travesía y considera su llegada a Estados Unidos como una segunda oportunidad de vivir. «Gracias a Dios, esto fue una segunda oportunidad de vida. No le diría a nadie que lo hiciera, jamás», afirmó.

Lea la nota completa de BBC aquí.

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