Caracas. La escritora, editora, poeta, guionista de cine y collagista Blanca Strepponi hizo el camino de vuelta a Argentina hace ya una década. Dejó atrás la mitad de su vida en Venezuela, donde forjó amistades, admiradores y su vida profesional durante 34 años. “En Venezuela saben que soy argentina; en cambio, acá me preguntan de dónde soy”, manifiesta a Clarín.
Hoy, a los 68 años, cuenta al diario argentino que el sufrimiento más grande del inmigrante es el ego y considera que emigrar ayuda a fortalecerse desde la humildad: “Yo lo pasé porque habiendo hecho toda mi vida profesional en Venezuela, yo llegué aquí y nadie sabía nada de mí, nadie me conocía”, confiesa la mujer que nació en Buenos Aires y se instaló en Caracas a los 24 años.
Strepponi trabajó en Venezuela como productora gráfica en Monte Ávila Editores y para las revistas Nueva Sociedad, Criticarte y Zona Franca. También fue responsable de las publicaciones del fondo editorial Fundarte, cofundadora del Fondo Editorial Pequeña Venecia y creadora de la editorial Los Libros de El Nacional.
En 2018 la escritora resultó ganadora del Premio de la Crítica (en el certamen organizado por Ficción Breve Venezolana con el apoyo de la Fundación para la Cultura Urbana), mención Poesía, con su obra Crónicas budistas. Con anterioridad recibió el Premio Bienal Ramos Sucre de Dramaturgia, el Premio de Poesía Casa de la Cultura de Maracay y el Premio de Narrativa Alfredo Armas Alfonzo.
Por siempre extranjera
En 2011 decidió regresar a Argentina, reseña la nota de Clarín. Pese a una robusta carrera literaria, libros publicados y premios, volver a empezar en su país natal fue difícil, sobre todo conseguir trabajo, pues era una desconocida. “Estamos volviendo a conocernos –asegura–. No tengo dudas, quedé por siempre extranjera, eso no me preocupa”, subraya.
Y es que Strepponi parece no arredrarse ante nada: “De alguna manera sigo siendo extranjera, pero eso no me molesta. Para un creador es interesante tener cierta distancia, cierta perspectiva y notar cosas que otras personas, justamente por vivirlas todo el tiempo, no ven. También, de cierta manera, fui una extranjera en Venezuela porque recién ahora, que tengo 68 años, viví la mitad de mi vida en Argentina y la otra mitad en Venezuela«, le refiere al periódico argentino.
Hoy se dedica a la edición, escribe y crea series de collages que exhibe en su cuenta de Instagram, indica el texto de Clarín.
Con el corazón a ratos en su país de adopción, al igual que le sucede a otros venezolanos de la diáspora, dice a Clarín: “Como argentina acogida en Venezuela, me duele que muchos exiliados latinoamericanos, entre ellos argentinos, pero también chilenos y paraguayos, que fueron recibidos con generosidad, le dieron la espalda a Venezuela cuando llegó el chavismo. Las personas perseguidas por Chávez y sus acólitos son los mismos venezolanos que recibieron a los refugiados latinoamericanos. Y ese dar la espalda, esa traición, es algo que no puedo entender, la ingratitud y falta de solidaridad”.
Lee la nota de Clarín aquí