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jueves, 28 marzo, 2024

EE. UU. | Venezolano que protagonizó rescate: «Olvidé todo, me concentré en salvar una vida»

"Se me activó el instinto de bombero. Era eso o perder una vida. Contaba con pocos segundos, porque había humo y combustible por todos lados. Tenía que actuar rápido", relató

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La tarde del 21 de junio el venezolano Nick Uzcátegui Marulanda iba de regreso a casa tras una larga jornada laboral. El recorrido se cumplía sin novedad hasta que en la vía algo lo detuvo: «¡Frénate, frénate!», se escucha decir en un video que solo duró unos pocos minutos, pero que fue el preámbulo de la escena que se viralizaría horas más tarde en las redes sociales. En las imágenes se observa cómo Uzcátegui, junto a un compañero, también venezolano, decide salvar a un hombre que había quedado atrapado en su vehículo luego de un aparatoso accidente.

Uzcátegui tiene siete años y tres meses en Estados Unidos. Es nativo del estado Mérida. Desde que pisó suelo norteamericano no ha podido ejercer como bombero, el oficio para el que se formó y que cumplía antes en su natal Venezuela. Sin embargo, como él mismo lo afirmó en conversación telefónica con El Pitazo, eso nunca se olvida. Tanto tiene inyectado en las venas el oficio, que la tarde de ese 21 de junio actuó sin pensarlo dos veces. No tenía otra opción. «Se me activó el instinto de bombero. Era eso o perder una vida. Contaba con pocos segundos, porque había humo y combustible por todos lados. Tenía que actuar rápido», relató del otro lado del teléfono.

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Siete minutos le tomó al joven bombero venezolano practicar la extracción de la víctima que se encontraba dentro del vehículo y ponerlo luego en un lugar seguro, fuera de la zona de peligro. Pero la imagen quedaría grabada para la historia y reproducida una y otra vez, como si el tiempo diera marcha atrás desde el momento en el que visualizó el accidente hasta que corrió a practicar el rescate.

Sus paisanos venezolanos se encargaron de dejarle claro lo orgullosos que se sintieron tras aquella escena. Las imágenes también llegaron a su familia en Mérida. «No veo a mis demás parientes desde que me vine a Estados Unidos. Me llamaron, me dijeron que se sentían orgullosos después de ver el video. De verdad, no pensé que esas imágenes iban a rodar por todo el mundo», dijo con tono de incredulidad.

Para Uzcátegui su reacción fue normal. No podía permanecer quieto a la espera de que los socorristas llegaran. La lucha era contra el tiempo. «Yo tomo la decisión de hacer la extracción porque había combustible regado, y dentro del vehículo donde estaba atrapada la víctima había una fuerte concentración de humo tóxico. Corría el riesgo de asfixiarse. Si me tardaba unos minutos más o si esperábamos por el equipo de rescate creo que hubiese resultado peor», afirmó.

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Pero en Estados Unidos la actuación del joven puede acarrear consecuencias legales. Pese e ello, él dice estar tranquilo y asegura que hizo lo correcto: «Para mí la ley que prevaleció en ese momento fue la ley de la vida, ninguna otra. No podría estar tranquilo si me hubiese quedado sin hacer nada. Si esto me traerá problemas, no lo sé», expresó.

Sobre el estado de salud del hombre a quien le salvó la vida dice que tras lo ocurrido no tiene mayor información. La policía le notificó que le llegará luego un correo con la información. A él le tranquiliza saber que está bien y que su proceder fue el correcto. Más que a su valentía, le atribuye todo a Dios. «Solo estaba en el lugar y en el momento adecuado. Son cosas de Dios», explicó.

¿Qué se suele pensar en el momento de un rescate? ¿La adrenalina fluye tan rápido que ni siquiera da tiempo de razonar? Ante estas interrogantes, el bombero merideño reacciona con honestidad: «La verdad, todo fluye muy rápido. Uno reacciona por instinto. Yo no veía ningún obstáculo. Olvidé todo, me concentré en salvar una vida», concluyó.

Desde que llegó a los Estados Unidos cambió sus equipos de rescate y su atuendo de bombero por uno de carpintero. Este oficio no tiene la misma adrenalina que tenía con el anterior, pero le ha permitido ganarse el sustento y tener la oportunidad de darles un nuevo futuro a su esposa y a sus tres niñas. «Cuando ellas vieron el rescate dijeron que yo era su héroe. Lo que ellas no se imaginan es que son ellas mis heroínas, las que me motivan y me dan el impulso que necesito para continuar», dijo con tono de emoción.

Ser carpintero es un oficio tranquilo, pero este joven venezolano de 36 años no pierde las esperanzas de volver nuevamente a ejercer el oficio para el que se formó. Sueña con volver a ponerse, algún día, el uniforme de bombero, aunque está completamente seguro de que este instinto lo acompañará siempre a donde quiera que vaya. «Ser bombero para mí es demostrar amor por el prójimo. Las palabras ‘difícil’ y ‘no puedo’ no existen en mi vocabulario», expresó, para cerrar así la entrevista telefónica, con la certeza de que siempre encontrará una manera de ejercer la admirable labor de salvar vidas.

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