Caracas.- Dos jóvenes venezolanas dedicadas al fútbol narraron a la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) cómo ha sido salir de su país natal, enfrentando las dificultades de ser migrantes, para continuar con su pasión por el deporte.
María Claudia Pineda, de 26 años, y Yosneidy Zambrano, de 23 años, son dos jóvenes futbolistas venezolanas que actualmente forman parte del club ecuatoriano Dragonas Independiente del Valle, que se encuentra en Sangolquí, una ciudad a las afueras de Quito.
Ambas tuvieron que enfrentar la crisis de su país natal, abriéndose un espacio en el mundo del deporte en un país con pocas oportunidades e inseguridad, por lo que tomaron la decisión de emigrar.
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Oportunidad en el exterior
En Ecuador encontraron un espacio no solo para para hacer deporte, sino una nueva familia formada por sus compañeras, relataron a Acnur.
María, oriunda de Barquisimeto, comenzó a practicar fútbol a nivel profesional en el Deportivo Lara, firmando su primer contrato en 2014, pero dos años después decide irse. “La gente no suele valorar o no suele darse cuenta de todo lo que conlleva el sacrificio para una mujer desempeñarse en este deporte. Yo, al venir acá, tuve que saltarme tantas cosas, dejar tantas cosas atrás por llegar a donde estoy”, dijo.
La joven de 26 años obtuvo ofertas de equipos en México y Ecuador, por lo que decidió irse de Venezuela cuando la escasez y la inseguridad comenzó a incrementarse. “Debido a la situación del país, estaba buscando salir de Venezuela”, explicó.
Un mundo liderado por hombres
Ecuador ha sido uno de los impulsores del fútbol femenino, un hecho estimulado desde 2019, cuando nació la Superliga femenina en 2019. Yosneidy Zambrano comenzó a jugar en selecciones juveniles cuando tenía tan solo 15 años de edad. A pesar de haber ganado un campeonato sudamericano, tuvo que enfrentarse a la discriminación por ser mujer.
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“Fue algo difícil, porque creo que siempre está ese tema machista y ser una niña, ser la única niña dentro de muchos hombres, es incómodo. Muchas veces que jugábamos o entrenábamos, como era niña, decían ‘no le voy a pasar a ella, qué hace jugando acá’, y siempre la discriminación. Pero creo que eso me hizo más fuerte, me hizo seguir, luchar, por conseguir lo que me gustaba”, indicó.
Pese a los comentarios, la venezolana nunca dejo de lado su sueño de dedicarse al deporte y tras participar en el Mundial Sub-20 en 2016, fichó por un equipo francés. “Lamentablemente, no pude volver porque tuve que ir a mi país a renovar mi pasaporte y en ese tiempo ya la situación en Venezuela estaba complicada. Se demoró mucho, perdí mi vuelo y ya no pude volver”, contó.
Finalmente, llegó a Ecuador, donde reside desde hace cuatro años. “Acá me he sentido muy bien, acogida, tengo amigas que me hacen ser parte de su familia (….) Por más lejos que estés de tu casa, ellas hacen que te sientas bien”, reveló.
Integración de los refugiados
Acnur lanzó una ha campaña conjunta con el equipo llamada #TuCanchaEsMiCasa, con el objetivo promover la integración de las personas refugiadas en Ecuador.
La entrenadora de las Dragonas, Vanessa Arauz, expuso que la experiencia del desplazamiento ha ayudado a fortalecer el carácter de sus jugadoras venezolanas. “Todo eso que ellas han pasado en la vida, acá a ellas las hace mucho más fuertes, valoran mucho más las cosas. Y yo creo que eso también lo transmiten a sus compañeras y es sumamente importante para el equipo”
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