Caracas. El Día de la Madre es una fiesta que se celebra en casi todos los países del mundo, pero en fechas diferentes. Este año, en Venezuela, la festividad es el domingo 8 de mayo.
La fecha le resultó propicia a la editora de Guayabo, Mireya Tabuas, para dedicarle el plato principal de nuestro boletín semanal a las mamás venezolanas aguerridas, fuertes, echadas p’alante, trabajadoras, multitareas, regañonas y consentidoras al mismo tiempo, con todas sus diferencias y particularidades.
«No tengo mamá. No ahora. La mía murió hace muchos años. Pero está aquí, sin duda: está en mi rostro, cada vez más parecido al de ella (…) Está también en mi tortilla de papas, en mi gusto por la lectura, en mi pasión por el mar. Es que las mamás son siempre presencias. Así hayan sido bondadosas o malucas, las mamás están con nosotros aunque estén lejos«, señala Tabuas en la edición de este viernes, 6 de mayo.
Así es. La periodista, que también es madre, recuerda y celebra sobre todo a las mamás que, en tiempos de migración y de familias dispersas por el mundo, les tocará pasar este domingo como otro más. Solitas. Aunque ni tanto, nos dice la editora de Guayabo, porque todos sabemos que sus hijos, estén donde estén, van a estar pendientes de ellas.
Historias de nidos vacíos
Entonces, para celebrar el Día de la Madre conversó con dos mamás que están viviendo solas en Venezuela: Carmen y Josefa. «En Venezuela se quedaron los nidos vacíos», dijo Carmen, de 77 años y madre de tres varones, quienes emigraron a Estados Unidos, Alemania e Irlanda.
Ahora está jubilada. Quedó viuda hace 13 años, y después de que sus tres hijos se fueron a otras tierras, tuvo que aprender a usar herramientas tecnológicas como medio para hablar con ellos. Cuenta que lo hace casi a diario y mediante videollamadas los domingos.
Carmen es también abuela de cinco nietos. Revela que cuando sus hijos pueden pagarle el pasaje, toma un avión para visitarlos. Ella asegura que no se siente sola, pues sus hijos están pendientes de ella. “Son tres joyas”, asegura con orgullo, y cuenta que la ayudan económicamente, porque lo que recibe de pensión es un monto tan minúsculo que no le alcanza para nada.
En cambio, Josefa es mamá de dos jóvenes, de 29 y 25 años, ambos viviendo en España desde hace dos años. Ella tiene 64 años y sigue trabajando en Venezuela. Asegura a Guayabo que ha podido sobrellevar la distancia porque se mantiene ocupada; «pero no es fácil», reconoce. Sin embargo, indica que los prefiere afuera porque siente que allí tienen más futuro.
«Es un sentimiento muy fuerte no poder acompañarlos en sus cumpleaños, pero así es la vida», sostiene Josefa con resignación al verse lejos de sus hijos.
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