Apure.- Steira Suárez cuenta lo vivido por las familias de La Victoria, parroquia Urdaneta, municipio Páez, en el estado Apure. Estas se vieron obligadas a salir de sus casas ante el conflicto armado protagonizado desde el pasado domingo 21 de marzo hasta la fecha entre la guerrilla y los militares venezolanos. Manifiesta lo difícil que es estar hoy en esta zona limítrofe entre Venezuela y Colombia.
Esta venezolana de 38 años, nativa de Guasdualito y dedicada a la venta de mercancía por catálogos, revela que los vecinos de La Victoria han sido víctimas de una guerra en la cual no tienen nada que ver, porque son inocentes.
“Los civiles no tenemos nada que ver en esto, pero somos quienes estamos padeciendo, ojalá esto pase pronto, y pues, podamos volver a nuestras casas o quizás con la esperanza de volver algún día a dormir tranquilos en nuestras camas. Ha sido muy doloroso tener que salir huyendo de un lugar, que tu creías era tu hogar y ya hoy prácticamente no queda nada”, declara.
Steira Suárez es residente de La Victoria desde hace tres años y siente a esta población como propia. En esa zona, asegura, logró formar una familia y obtener su casa con esfuerzo. Pero revela que sus sueños se desvanecieron una vez iniciados los enfrentamientos entre la guerrilla y los militares, porque ante hecho, se vio obligada a salir de forma inevitable de su hogar corriendo en horas del mediodía del lunes 22 de marzo.
El pueblo de La Victoria nunca nos imaginamos que estos hechos de violencia extrema ocurrieran porque en Venezuela no se habían registrado hechos de este tipo, recuerda. La madre de familia destaca que los enfrentamientos comenzaron entre las 05:00 a.m. y las 05:40 a.m. del domingo cuando los pobladores escucharon un bombardeo por parte del ejército para desalojar a la guerrilla.
“Es horrible tener que cruzar el río oyendo los bombardeos como si fuese una persecución. Mientras iban avanzando los días la situación se tornaba más fuerte: sucedían cosas feas, la gente atemorizada corría dejando sus pertenencias atrás, nunca nadie, en La Victoria, imaginó vivir una experiencia tan dura, abandonar su casa, como si fuese una delincuente”, relata.
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La entrevistada salió de La Victoria acompañada de sus dos hijos, un joven de 20 años, quien fue perseguido por el Ejército para sumarlo al ataque, y una mujer de 22 años con siete meses de embarazo. También la acompañaron en este trayecto, cuatro nietos menores entre 2 y 8 años de edad.
La experiencia de Steira es mayor que la de los otros desplazados. Su casa está ubicada a pocos metros del batallón del Ejército de La Victoria, por lo que pudo evidenciar el segundo enfrentamiento perpetrado por los grupos armados en esta instalación militar.
“No es fácil vivir esta situación, salimos de La Victoria luego que lanzaron una bomba en el cruce para Colombia: Tuvimos que dejar nuestras cosas botadas y ahora el gobierno está quemando las casas y llevándose todo lo que puedan, lo que a ellos les sirve”, expresa.
La mujer extraña su cama, su casa y a su esposo, trabajador de una finca cacaotera de la zona, quien decidió quedarse en La Victoria para cuidar los bienes del seno familiar.
La familia de Steira Suárez es de las más de 1.000 familias desplazadas de La Victoria que se trasladaron a otras zonas cercanas para salvaguardar sus vidas. Todas, advierten, a pesar del conflicto armado mantienen viva la esperanza de volver a la normalidad.