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jueves, 12 diciembre, 2024

Hace tres años una bala frustró los sueños de Daniel Infante

En el marco de las protestas sociales ocurridas en Mérida en 2017, un estudiante de la Universidad de Los Andes recibió un disparo en la cabeza que lo dejó postrado en cama. Tres años después su familia mantiene la esperanza de que él se recupere, pero necesitan ayuda para intentarlo

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Mérida.- El 24 de abril de 2017 Daniel Infante, estudiante de Administración de Empresas de la Universidad de Los Andes (ULA), dejó de valerse por sí mismo. Durante una protesta pacífica que se desarrollaba ese día en las afueras de sus residencias, en la ciudad de Mérida, una bala disparada por alguien aún no identificado ni aprehendido perforó su cabeza y se alojó en el lado derecho de su cerebro, donde aún permanece. Desde entonces Daniel está en cama, sin poder moverse ni hablar. Las investigaciones del caso también están paralizadas.

Daniel no participaba en el “Plantón contra la dictadura” convocado para ese día por la oposición al gobierno de Nicolás Maduro, pero infortunadamente salió a la entrada del edificio donde reside a conversar con vecinos, cuando motorizados encapuchados llegaron a la manifestación y la atacaron con armas de fuego. Daniel recibió un disparo en la cabeza. Tenía 25 años de edad y con su trabajo ayudaba a sostener el hogar donde aún vive con su madre, su hermana mayor y sus dos sobrinas; la mayor, de siete años, lo llama «papá» y sueña con el día en que su papi vuelva a jugar y a conversar con ella.

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Tras pasar cinco meses recluido en el Instituto Autónomo Hospital Universitario de Los Andes (Iahula), con pronóstico reservado, y un mes más en el Hospital del Seguro Social, Daniel Infante regresó a su casa. Aunque sigue sin poder valerse por sí mismo, Diana Infante, su hermana, asegura que ha ido evolucionando y confía en que con terapias y tratamiento médico adecuado pueda lograr caminar, vestirse por sí mismo y sentarse a la mesa a comer en familia, pero la ayuda económica y médica es indispensable.

El Observatorio de Derechos Humanos de la Universidad de Los Andes (ODH-ULA) registró más de 2.000 heridos en Mérida durante las protestas sociales ocurridas entre marzo y julio de 2017. Un total de 16 personas murieron en el estado andino como consecuencia de los disturbios y ataques perpetrados contra los manifestantes en ese período.

Investigaciones detenidas

Diana Infante ha asumido ser la vocera del caso de su hermano ante los medios. En entrevista exclusiva para El Pitazo cuenta que desconoce el curso de las investigaciones del caso porque el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) fue una sola vez a su casa a investigar los hechos, visita tras la que emitieron un informe con cuyo contenido no estuvieron de acuerdo Diana ni su madre.

«Recién ocurrieron los hechos una comisión del Cicpc de Caracas se acercó a mi apartamento, intentaron hablar también con mi mamá en el hospital pero ella no se encontraba en disposición de dar declaraciones. Vinieron a hacer toda la parte investigativa, las mediciones de balística para ver cómo habían ocurrido los hechos. Ellos realizaron un informe pero nunca me lo entregaron a mí personalmente. Me lo dejaron con alguien en el hospital. Mi mamá no lo quiso firmar cuando estuvo allá. Yo revisé el informe y había cosas que estaban que no las había declarado yo. Yo nunca lo firmé ni lo llevé al Cicpc de aquí. Nunca hubo otro acercamiento del Cicpc», relata Diana.

Cabeza de familia

Diana Infante no es médico, es ingeniero en informática, pero el estado de salud de su hermano la ha llevado a investigar y dominar términos médicos, conocer sobre las funciones de los medicamentos y la importancia de la fisioterapia, así como a saber acerca de la importancia del bienestar emocional en pacientes como Daniel.

«Mi papá falleció hace ya casi ocho años y tras una enfermedad que también requirió atención. Con Daniel he hecho postgrado en Medicina», cuenta con algo de humor quien ha pasado a ser cabeza de familia y debe sacar fuerzas y ánimos todos los días para mantener la armonía que su hermano, su madre, sus hijas y ella misma necesitan.

«Para nosotros esta situación ha sido bastante difícil. Él (Daniel) es el único hombre de la casa y es complicado desde que está así. Ahora todos en mi casa dependen de mí. Yo tengo dos niñas una de siete años y una de tres. La mayor tiene una condición especial y requiere de bastante atención también. Ella es la que era como una hija para mi hermano, de hecho le decía papá. Ella espera a que su papito se levante algún día de la cama y vuelva a hablar y converse con ella y vuelva a hacer con ella las cosas que hacía antes, pero ella todavía no ha entendido la magnitud del daño que él tenga», relata Diana, quien agrega que su mamá también está afectada en su salud.

Olga Zambrano, madre de Daniel y de Diana, es docente jubilada y antes de lo ocurrido con su hijo trabajaba y entre los tres cubrían los gastos del hogar. Sin embargo, desde hace tres años se dedica exclusivamente a atender a su hijo. «Mi mamá no sale de la casa. Está un poco complicada de salud, tiene problemas en la columna. Aunque un enfermero viene tres veces a la semana para bañarlo y hacerle las movilizaciones que requieren de más fuerza, ella es la que se encarga de cuidarlo y eso ha afectado su salud», explica Diana.

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«Mi sueño es que él se recupere»

Aunque el diagnóstico clínico de Daniel no ha cambiado, su hermana asegura que él ha evolucionado y no pierde la esperanza de que pueda lograr mayor recuperación. «Daniel está un poco más despierto. Gracias a Dios está estable. Él no se mueve y no habla, pero entiende todo el entorno y tiene memoria. Le he consultado cosas o experiencias muy viejas de nuestra vida y él muestra emociones, risa y llanto. Recuerda cosas desde que tenía 2 o 3 añitos hasta ahorita. Él recuerda lo que pasó muy bien. No lo tratamos como un paciente y eso ayudó a que él despertara y saliera de la depresión que tenía».

El mayor deseo de Diana para su hermano es que logre ser atendido en un centro de rehabilitación donde puedan ayudarlo a recuperarse más. Reconoce que quizá ese centro médico no se encuentre en Venezuela, de hecho todos los fisioterapeutas que le hacían las terapias necesarias a Daniel se han ido del país. Desde enero está sin recibir terapias. Es por ello que su hermana pide a quienes puedan ayudar a Daniel, para poder trasladarlo a donde reciba las terapias y el tratamiento más óptimo.

«Estoy segura de que él puede mejorar, no en un 100%, pero sí en un 50 o 60%. A nivel cerebral pudieran lograrse avances y conexiones que hacen falta, porque él lo que está es como desconectado. No se mueve, pero tiene sensibilidad. Lo pellizco y siente. Lo que pasa es que el cuerpo no ejecuta. Los estudios y tomografías que se le hicieron muestran que él debería poder hablar, pero no lo hace, aunque sí emite sonidos para llamarnos», describe.

Los gastos son altos

El día a día de Daniel no solo requiere de absoluta atención sino de insumos que cada día son más costosos. Debido a su inmovilidad requiere de pañales y centros de cama, así como de medicinas que van desde anticonvulsivos hasta tratamiento para conciliar el sueño.

“Los gastos con él son bastante grandes. Un paquete de pañales está alrededor de 10 dólares, al igual que los centros de cama. Él gasta semanalmente un paquete de pañales y de centros de cama. Algo que nos ha favorecido es que a él ya se le quitó el gastroestomo. Aunque come con cierta dificultad para masticar y deglutir, ya lo hace. Eso nos ha ayudado también a disminuir los gastos”, indica Diana.

Para ayudar a Daniel Infante su hermana creó una campaña en la plataforma Go Fund Me, a la que se puede acceder en este enlace: https://www.gofundme.com/f/daniel-infante

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