Valera.– Los habitantes de la Urbanización Terrazas de Jalisco, ubicada en el municipio Motatán, estado Trujillo, denunciaron tener tres años sin suministro de agua por tuberías, debido a una avería en el sistema de bombeo de la localidad.
Unas 500 familias sobreviven con agua suministrada por medio de mangueras desde comunidades vecinas y, en ocasiones, con camiones cisternas, pues no siempre pueden pagar 200.000 bolívares para llenar un tanque de 1.000 litros. Además, no todos los vehículos se aventuran hasta este sector.
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Los denunciantes aseguran haber sido abandonados por los entes gubernamentales, que les han prometido una solución, pero sin una fecha exacta.
“No nos atiende nadie. Nos dijeron que nos iban a dar servicio, pero no han arreglado la bomba. Aquí hay muchos niños, adolescentes, ancianos y cuarenta personas con discapacidad. Estamos abandonados por la alcaldesa y el gobernador”, dijo María Espinoza, habitante del sector y miembro del Consejo Comunal.
Pago en dólares
La falta de agua en un principio afectaba a Terrazas de Jalisco y Brisas de Jalisco, porque ambas comunidades se beneficiaban de la bomba conectada a los pozos subterráneos.
No obstante, la Hidrológica de los Andes (Hidroandes) les envío una bomba de menor capacidad y tuvieron que privar del servicio a uno de los sectores.
En vista de esto, sus habitantes han buscado otra alternativa por medio de la autogestión, pero no se concretó la reparación del equipo.
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“Hemos pagado varias veces para que reparen la bomba. La última vez cancelamos ocho dólares por familia, pero no hicieron nada. La Alcaldía tampoco”, expresó Espinoza.
Comentó que un ingeniero presentó a la municipalidad un proyecto para canalizar las aguas termales de El Baño hacia el sector.
“Hemos ido varias veces a la Alcaldía y nada. Un ingeniero está tratando de traerla de allá, desde las aguas calientes, por la parte del cerro, pero se necesita mucho dinero y materiales”, explicó la declarante.
Casas abandonadas
Este urbanismo nació como una iniciativa privada, con créditos del Banco Bicentenario, hace siete años. En sus tres etapas, muchas viviendas han quedado deshabitadas por la carencia del agua potable. Los tildan de ser un sector de ricos, pero ellos se consideran una comunidad popular.
Quienes se han quedado, explican que no tienen otros lugares a donde ir. Piden ayuda a sus vecinos, pero de manera clandestina.
“Los vecinos de El Candelillo nos dan botellitas de agua. A veces nos permiten pasar mangueras, pero está prohibido. Es difícil vivir así, pero muchos no tenemos a donde más ir”, contó Espinoza.