La cercanía del Táchira con Cúcuta, Colombia, permite a los docentes encontrar ingresos extras en la frontera para cubrir sus necesidades básicas, debido a que los bajos sueldos en Venezuela son insuficientes, incluso, para cubrir los gastos de movilización de los educadores a las escuelas o liceos.
Con salarios que no superan los cinco dólares mensuales, docentes han optado por buscar alternativas en la informalidad y en la frontera. Algunos compran alimentos colombianos para su reventa y otros se dedican a labores de limpiezas de viviendas. Con ese dinero es que logran sobrevivir mes a mes.
“Hay quienes han tenido que recurrir a Cúcuta para comprar víveres y enseres para poder vender en Venezuela, para poder subsistir, porque el salario que no cubre las necesidades más fuertes que tiene la familia”, precisó un representante del gremio que conmemoraba el Día del Maestro con una misa en San Cristóbal.
Una docente de tercer grado contó que dos veces al mes viaja a Cúcuta a limpiar la vivienda de una señora de 80 años que vive sola. Por esa labor recibe 80 mil pesos colombianos por visita, es decir, 160 mil pesos mensuales, equivalentes a 40 dólares. También cuando retorna a su hogar, lo hace con refrescos que vende desde su casa. Los compra en 4.000 pesos y los vende en 9.000 pesos, equivalentes a un dólar y 2,25 dólares, respectivamente.
Día del Maestro en Venezuela: siguen los reclamos salariales en medio del déficit de docentes
Por esta razón, en el acto realizado por la Federación Venezolana de Maestros, pidieron una vez más la mejora salarial de todo el gremio que actualmente busca ingresos paga sobrevivir y no salir del país.
“Hoy estamos exigiendo reivindicaciones, dignificación docente, que no pasa únicamente por un mejor salario, sino que el maestro debe tener condiciones de vida sociales, económicas, culturales, que satisfagan sus intereses particulares y la de su núcleo familiar”, indicó el representante gremial.
Reventa de alimentos: una ayuda
Hay quienes compran en Cúcuta alimentos y los venden en las fachadas de sus casas. Por productos pueden ganar menos de un dólar, pero con la sumatoria de todo lo vendido logran reunir y vivir un poco mejor de lo que lo harían con sus sueldos de maestros.
Una docente contó que su hijo compra jabón para lavar ropa, galletas, lavaplatos y café en el sector La Parada, la zona más cercana al puente internacional Simón Bolívar, y los lleva a la casa donde residen ambos, en Barrio Obrero, y los venden. Los ingresos por estas ventas informales van desde 200 mil hasta 400 mil pesos colombianos, equivalentes a 50 y 100 dólares.
Cuando las ventas no son fluidas, pueden percibir entre 30 y 40 dólares, que representan más que lo que ambos como docentes gana al mes.