Con el nuevo coronavirus que circula en el territorio, los venezolanos enfrentan la epidemia con la agudización de problemas ya preexistentes: mala conexión a internet, poco suministro de agua y aumento en los precios de los alimentos

El COVID-19 ya tiene 100 días en Venezuela, y desde su llegada, al igual que en otros países, la vida de los ciudadanos se paralizó. Con la medida de cuarentena social para evitar que el virus se propague, las personas ya no pueden seguir con su cotidianidad. La educación ahora es a distancia, también el trabajo. Para algunos la epidemia ha significado desempleo y reducción de ingresos, es decir, menor capacidad para comprar lo más básico.

Sin embargo, las preocupaciones de los venezolanos no se quedan solo en los cambios que trajo el coronavirus a sus vidas, sino que se unen a la crisis económica, social y política que atraviesa el país: falta de gasolina, escasez de agua acentuada y problemas con la conectividad a internet son algunas de las situaciones con las que los ciudadanos tienen que cargar mientras intentan sobrellevar el desequilibrio generado por la epidemia.

1 La paralización de la economía ocasionó que muchas personas que trabajan del día a día se quedaran sin ingresos para comprar alimentos y sostener a sus familias. Otros durante esta situación se sienten desamparados y el confinamiento para ellos significa hambre y pérdida de la esperanza.

Gabriel Oñates vive junto a su madre en San Felipe, estado Yaracuy. Cuenta que las primeras semanas de confinamiento significaron temor e incertidumbre. También tuvo que reinventarse el tema de la comida porque no pudo continuar trabajando.

2 El cierre de municipios impidió la libre movilización de las personas para buscar alimentos, visitar parientes, buscar gasolina y resolver emergencias.

Nelson Acevedo vive en Margarita y lo que más le ha afectado del confinamiento es la imposibilidad de circular por otros municipios, así como tener que salir con carretillas a buscar agua.

3 El poco acceso al agua se intensificó durante el confinamiento. Según recomendaciones de la OMS para combatir y prevenir el contagio de COVID-19 es esencial lavarse las manos con agua y jabón, pero algunas personas deben escoger entre rendir la poca agua que tienen reservada para cocinar, bajar pocetas o lavarse las manos constantemente. En el país solo 17 de los 335 municipios que lo conforman reciben agua con normalidad.

Khevin Fagúndez vive en El Cementerio, y desde que comenzó la cuarentena cada tres días tiene que salir a llenar potes de agua en casa de su abuela o en un pozo que está en una fábrica cerca de donde vive. “Cuando voy a llenar los potes en el pozo casi siempre tardo unas tres horas entre hacer cola y llevar el agua hasta mi casa para volver a llenar los potes. A ese pozo suele ir mucha gente cuando no hay agua en el chorrito que está en la cuadra. Al principio de la cuarentena me daba temor ir a hacer esa cola porque pensaba que podía contagiarme, pero ya no me da miedo”.

4 El aumento en las fallas en el internet también dice presente durante la cuarentena, comprometiendo el derecho a la información de los venezolanos, afectando a las personas que lo usan como medios de distracción durante el confinamiento y a aquellos que deben trabajar desde casa y necesitan hacer uso de la conexión. Pero no solo eso, estas fallas también impidieron que se llevara adecuadamente una educación a distancia.

5 Las fallas ya existentes en el suministro de gasolina se intensificaron y obligó a los venezolanos a permanecer hasta dos días en cola para llenar el tanque de sus vehículos. Imposibilitó el traslado de las personas con salvoconducto a sus puestos de trabajo. El transporte público, ya afectado con la crisis de autoparte operó poco por la escasez de combustible, algunos tomaron medidas extremas como instalar bombonas de gas doméstico para poder trabajar.

José Calvo vive en Caracas y las fallas con el internet ha hecho que trabajar sea una proeza. Pero no solo eso, tuvo que pasar 16 horas en cola para surtir su tanque de gasolina después de dos meses sin echar.

La llegada del COVID-19 al país ha generado miedo e incertidumbre en los venezolanos, no solo por el virus en sí, sino por lo que implica vivir una cuarentena sin saber si se conseguirán los alimentos, racionando gasolina, con problemas de agua e internet.

Enid Quiñones vive en Caracas y ha tenido que pasar la cuarentena sin Directv y reinventándose para poder volver a atender a sus pacientes en medio de esta pandemia.

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