Ankara.- El Gobierno turco declaró tres meses de estado de emergencia en las 10 provincias afectadas el lunes por los 2 fuertes terremotos que han dejado ya al menos 3.549 muertos y 22 heridos en el país.
Así lo anunció el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, quien señaló que se destinarán 5.000 millones de euros (5.300 millones de dólares) en ayuda de emergencia para esas regiones.
Imágenes del terremoto | A 3.000 asciende la cifra de muertos en Turquía
Erdogan indicó que los terremotos, de magnitud 7,7 y 7,6, además de numerosas réplicas más suaves, se encuadra dentro de un fenómeno denominado «triggering», en el que un seísmo va desencadenado el siguiente.
Ayuda Internacional
Los primeros aviones con suministros y personal especializado para ayudar en las labores de rescate de los terremotos llegaron este martes a las áreas de Siria, en manos del Gobierno de Damasco procedentes de Irak, Irán, Argelia y Rusia, informó la agencia oficial de noticias siria SANA.
El bloque europeo envió equipos de socorristas a Turquía después de que el país pidiera asistencia de la UE. También activó su sistema de satélites Copérnico para proporcionar servicios cartográficos de emergencia.

España envió el lunes 2 aviones con un total de 85 rescatistas y drones, informaron las autoridades. Por su parte, India dijo que enviaría inmediatamente a Turquía equipos médicos y de rescate.
Reino Unido envió 76 especialistas en búsqueda y rescate a Turquía, según un ministro. Mientras, según el Ministerio de Defensa de Rusia, se están movilizando 300 militares y 60 vehículos para «retirar escombros, buscar víctimas y prestar asistencia médica en las zonas que han sufrido la mayor destrucción».
Milagro en Osmaniye
Decenas de hombres y mujeres observan de pie, en silencio, las excavadoras que arrancan placas de hormigón de un enorme montículo de escombros: es todo lo que ha quedado de un bloque residencial de ocho pisos en Osmaniye, al sureste de Turquía.
Fotos | Terremotos causan caos en Turquía y Siria
Prácticamente todo Osmaniye, una ciudad de 280.000 habitantes a 20 kilómetros de la costa mediterránea y a 50 de la frontera siria, se ha quedado en la calle.
Por todas partes se ven fachadas agrietadas, escaparates destrozados, restaurantes y tiendas con todo el mobiliario revuelto. Ningún negocio está abierto, salvo unas gasolineras donde los coches hacen cola.