Caracas.- La luz roja del semáforo que indica a los conductores que deben detenerse se enciende. Los peatones comienzan a cruzar a paso acelerado. Dos carros están sobre el rayado. Un motorizado sigue de largo sorteando a los caminantes. Uno que otro ciudadano grita un improperio. El motorizado se monta en la acera para evitar a los peatones. El semáforo cambia de color, pero varias personas siguen cruzando. Las cornetas de los vehículos comienzan a sonar. Wilmer Romero tiene 30 años viendo una escena parecida cada día desde que trabaja en la avenida Baralt, a la altura de Capitolio, vendiendo café y cigarros en una acera.
Admite que en los último cinco años ha empeorado la situación. Puede ser testigo de al menos un accidente semanal; aunque justo en la acera de enfrente hay un módulo de la Policía Nacional Bolivariana (PNB), nadie regula el tránsito. Wilmer cree que no haría falta la presencia de fiscales si la ciudadanía tomara conciencia de los riesgos que implica no respetar las normas. “Justamente ayer vi cómo dos motorizados chocaron ahí en ese semáforo”, cuenta.


Caracas es una ciudad con más o menos siete millones de habitantes, con un Sistema Metro deficiente y con 80% de la flota de autobuses detenida por falta de repuestos, según voceros del gremio; lo que ha convertido a la capital en un lugar para caminar largas distancias y, aunque ha disminuido la cantidad de vehículos transitando a diario por las principales calles y avenidas, los peatones siguen en desventaja frente a los conductores.

Lilian Romero, directora de Asotránsito, asociación civil para la prevención de accidentes, calcula que 80% de las víctimas de los siniestros viales son peatones: “Hay menos carros en Caracas y eso ha disminuido la cantidad de accidentes, pero sí ha aumentado la gravedad de los daños, porque al haber menos vehículos, hay más fluidez, por la velocidad con la que manejan los conductores y los principales afectados son los peatones, porque son quienes reciben los impactos”.

Edilia Valera vive en Petare y cada día se enfrenta al caos. Ha visto a muchos peatones cruzar cuando es el turno de los conductores, sin embargo, ella admite que siempre respeta las luces del semáforo: “Yo no arriesgo mi vida, porque más de una vez algún carro se me ha lanzado encima. Ni por muy apurada que esté, yo cruzo así a lo loco”. La zona que transita Edilia es muy concurrida porque la salida de la estación de metro de Petare comunica el mercado municipal con la entrada hacia los barrios, además, justo allí está la parada de los autobuses que van hacia Plaza Venezuela y Chacaíto.

Además de las paradas de camionetas, las zonas de conflicto son los elevados, las entradas y salidas de las arterias que forman una Y y las calles en las que falta el rayado para el cruce peatonal.

Sin embargo, en algunos lugares las normas parecen respetarse. Francisco Alcalá tiene 15 años trabajando en la línea de taxis Abraham Lincoln, ubicada en Plaza Venezuela, al comienzo del bulevar de Sabana Grande y asegura que, en ese punto, tanto peatones como conductores tienen conciencia de la seguridad vial; aunque admite que quienes tienen carro o moto cometen más infracciones que quienes caminan. Él cree que es porque el peatón está en desventaja frente al conductor: “El ciudadano de a pie es el eslabón más débil”.
Motorizados versus peatones
Senith de Las Salas, vendedora ambulante, trabaja en la avenida Bolívar y cuenta que los motorizados les quitan espacios a quienes caminan, porque muchos manejan sobre las aceras, incluso, en plazas y bulevares. Senith asegura que ni la policía los detiene. Además, con la excusa del tiempo, todos se pasan las luces de los semáforos o se paran sobre los rayados peatonales.

William Mijares, mototaxista desde hace 20 años, explica que muchos de ellos siguen de largo a pesar de la señal en rojo porque esos momentos son aprovechados por muchos para robar motos: “Sobre todo en las tardes o noches, tú te paras así en un semáforo y cualquiera llega en otra moto, te apunta y te dejan a pie”. Por eso, insiste, en el municipio Chacao sí respetan las reglas viales: “Ahí siempre están vigilando y tú te sientes más seguro”.
Para los conductores de la línea de mototaxis de La California, cumplir las normas es cuestión de actitud, no de vigilancia. “Uno se come la luz por sinvergüenzura. Todos somos infractores”, dice uno de ellos. Otro dijo que lo que lo detiene es el precio de las multas en los municipios Sucre y Chacao, calculadas en 10 dólares la más baja. Pero todos se defienden alegando que los peatones también infringen las leyes y la mayoría de las veces los culpan a ellos.