Por: Juan Díaz – Programa de Formación Nuevos Periodistas
El Pico Naiguatá es el objetivo que se trazan las personas que participan en la tradicional ruta cada 28 de diciembre, el punto más elevado del Parque Nacional El Ávila y de toda la cordillera de la costa, con una elevación de 2.765 metros sobre el nivel del mar.
Este año se sumaron a la aventura 271 personas, quienes subieron hasta la famosa cruz que marca el punto de llegada al también llamado Olimpo de Caracas y después emprendieron el regreso.
En total, la ruta son más de 16 kilómetros de escarpadas subidas y bajadas igual de duras; algunos pueden tardar hasta 12 horas en completarla.

¿Cómo es el trayecto?
El sendero arranca en el puesto de guardaparques de La Julia, ubicado en El Marqués. Allí estaban los miembros del Grupo de Rescate La Julia, quienes brindaron apoyo a la actividad anotando a las personas que subían para llevar un control por radio en caso de que se presentara cualquier situación adversa.
El Grupo de Rescate La Julia atendió este año varias emergencias, junto con los bomberos de la UCV y bomberos forestales. Hubo algunos lesionados, según sus redes sociales. Entre los heridos destaca un excursionista con esguince en su tobillo derecho y otros casos de lesiones producto del desgaste físico marcado.
“El Grupo de Rescate La Julia nació hace más de 45 años, totalmente voluntario. Nuestra misión es preservar la naturaleza, ayudar a combatir incendios forestales y proteger a los excursionistas del Ávila”, comentó Fernando Jiménez, presidente de esta organización.
El ascenso
Después de pasar el puesto de guardaparques, el excursionista empieza a adentrarse en la montaña. Hay varias tomas de agua y el camino no presenta una elevación topográfica muy grande.
La caminata inicial es sencilla, hasta llegar al punto denominado Mirador del Edén. La vista panorámica de Caracas es un alivio antes de empezar la parte más dura del recorrido.
A un lado del mirador se encuentra el ascenso hasta Dos Banderas, para muchos el trayecto de mayor desgaste físico. Es pronunciado y exige una buena resistencia para quienes esperan coronar la altura del Naiguatá. Es en este punto cuando la resistencia, la determinación y el carácter de los aventureros se ponen a prueba.

El Topo Goering
Una vez pasada Dos Banderas, la ruta sigue, aunque de forma menos exigente. El siguiente punto importante para los senderistas es el Topo Goering, una suerte de punto de descanso e hidratación ubicado a 2.361 metros sobre el nivel del mar. Allí los senderistas, agotados, se reúnen para conversar un momento.
El Topo Goering debe su nombre al pintor, dibujante, ornitólogo, zoólogo, taxidermista y cronista alemán Anton Goering, quien participó en la primera expedición que llegó al Pico Naiguata, en 1872.
Al parecer, en aquella ocasión, el alemán les advirtió a sus compañeros que no podían descansar mucho en ese punto porque “las bestias” de la montaña podrían significar un peligro y por eso el topo lleva su nombre. Ahora, sin la preocupación de los animales carnívoros, los excursionistas se relajan un momento antes de proseguir.
Los platos del diablo
Llegando a la cima se aprecian formaciones geológicas bastante curiosas. La erosión y la exfoliación han esculpido las rocas de la parte alta del Ávila, dejando grandes macizos rocosos con formas perfectamente redondeadas o esféricas. La creatividad de las personas ha hecho el resto, bautizándolas como la arepa o el budare.
Sin embargo, la formación más llamativa, por mucho, es la conocida como los platos del diablo. Un conjunto de rocas en forma de disco, suspendidos uno encima del otro, con un pequeño punto de contacto. Pareciera que la madre naturaleza quiso entretener el tiempo, equilibrando estos bloques antiquísimos, testigos quizás de la formación geológica del Ávila.

El pico Naiguatá
Según recogen los textos de historia y los portales especializados, la primera expedición exitosa hasta la cima de la cordillera de la costa, el punto más elevado de la región central y capital del país, estuvo liderado por un espeleólogo, viajero, pintor y escritor inglés de nombre James Mudie Spence.
Pues bien, desde entonces es imposible calcular cuánta gente ha logrado ascender los 2.765 metros. Seguramente, han sido miles de venezolanos y extranjeros quienes lograron llegar al Olimpo de Caracas con sus frentes bañadas en sudor y sus piernas extenuadas. Pero eso no le quita ni un milímetro a la gloria que se experimenta al alcanzar el pico, al tocar la cruz.
Petare bailó con Porfi Baloa y sus Adolescentes en Navidad
Ya en este punto, el excursionista ha vencido el desafío físico de ascender. Ha pasado por formaciones geológicas de extraña apariencia, también ha apreciado la ciudad de Caracas desde la lejanía de la tranquilidad y serenidad de la naturaleza. Se siente, pues, vencedor y conquistador de la altura, tal como pudo ocurrirle a Spence en 1872.
No obstante, todavía le resta la bajada. A veces puede ser el tramo más peligroso del trayecto, porque las piernas agotadas flaquean fácilmente y ceden con el peso de la persona. Pero, para eso se recomienda mucho entrenamiento y venir preparados a la aventura que se repite todos los 28 de diciembre.
“La subida hasta el Pico Naiguatá es un tramo largo, de alta dificultad y la variedad topográfica afecta mucho. Hay tramos sin fuentes de agua cerca, por eso es necesario prepararse. La idea de este día es subir una ruta que es exigente, pero con una de las vistas más hermosas que existe hacia el mar Caribe y la ciudad de Caracas”, concluye Jiménez.