La joven venezolana de 25 años buscó en Colombia, Perú y Chile oportunidades para ganarse la vida. En su intento por llegar a Estados Unidos desafió la selva del Darién y atravesó a pie la trocha pantanosa de Los Chiles, entre Costa Rica y Nicaragua. El 29 de julio fue detenida en Quetzaltenango, Guatemala, y devuelta a la frontera con Honduras. Aquí contamos su historia

Yuleidys Gutiérrez llevaba tres años migrando por Suramérica. En 2019 salió de su pueblo natal, Guanarito, en el estado Portuguesa, centro occidente venezolano, para buscar una vida diferente en Colombia. En ese país encontró dificultades para establecerse y se fue a Perú, donde permaneció por casi dos años sin alcanzar su objetivo. Hace 14 meses, en mayo de 2021, partió a Chile. Allí encontró un mejor empleo, uno que le reportaba al menos 300 dólares por mes, para garantizar su manutención y ayudar a su familia.

Con sus experiencias de migrante forzada, la muchacha salió de Santiago de Chile los primeros días de junio de 2022. Quería reencontrarse con los suyos en Guanarito y celebrar en familia su 25 cumpleaños. Sin embargo, no tenía 10 días en casa cuando comenzó a armar nuevamente la maleta. Concertó un plan para escapar de nuevo de la incertidumbre que significa para una joven campesina no ver conjugados su presente ni su futuro.

“Vi aquel panorama sombrío, peor que cuando me alejé –sin luz y con las cloacas desbordadas por todas las calles del pueblo– y pensé que en mi terruño lo único que haría sería comerme lo poquito que ahorré en estos cuatro años de exilio”, justificó su decisión en una entrevista con El Pitazo, a través de WhatsApp, este 1 de agosto de 2022.


Vi aquel panorama tan sombrío, peor que cuando me alejé – sin luz y con las cloacas desbordadas por todas las calles del pueblo – y pensé que en mi terruño lo único que haría sería comerme lo poquito que ahorré en estos cuatro años de exilio

Yuleidys Gutiérrez

El pasado 6 de julio, Yuleidys retornó a Colombia con la mirada puesta en Estados Unidos. Pese a las advertencias de riesgo de muerte hechas por sus allegados, la mujer decidió enfrentar la selva del Darién y, junto a su pareja Ramón Pérez Uzcátegui, de 32 años, se marchó otra vez de su barrio. Juntos reunieron 3.000 dólares para la travesía.

La muchacha sorteó durante 10 días los peligros de la jungla, sobrevivió al acoso de criminales organizados y salió con vida de aquel corredor selvático en el que los primeros 7 meses de 2022 perdieron la vida al menos 14 venezolanos.

Autodefinida como una mujer con suerte, Yuleidys no se detiene; alberga la ilusión de que se cumplirá en ella el sueño americano. “Soy una guerrera, yo no me rindo. ¡Claro que llegaré!”, sostuvo.

Según reportes del servicio informativo del Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (Sela), los venezolanos que consiguen superar la peligrosa ruta migratoria de la selva del Darién y llegan a la Estación de Recepción Migratoria (ERM) de San Vicente, en la Provincia de Darién, en Panamá, son trasladados en autobuses hasta la estación de Los Planes, Gualaca, provincia de Chiriquí, en la frontera con Costa Rica. Yuleidys pagó 24 dólares por ese aventón.

Desde Chiriquí, a Yuleidys Gutiérrez le tocó recorrer otro tramo parecido al Darién, la trocha pantanosa de Los Chiles, una localidad del departamento de San Juan, Nicaragua, en la frontera con Costa Rica, donde anduvo con el barro a la rodilla, sin agua, sin protección, sin comunicación y sin guía durante más de seis horas.

Este y los otros sobresaltos que suponen la vivencia en los caminos fronterizos por donde centenares de venezolanos burlan el control migratorio en la ruta Colombia – Panamá – Costa Rica – Nicaragua – Honduras – Guatemala – México – Estados Unidos, no hacen desistir a esta joven portugueseña.


Soy una guerrera, yo no me rindo. !Claro que llegaré! ¡Lo lograré!

Yuleidys Gutiérrez

A Yuleidys le encandila la idea de ganarse 10 dólares por hora en cualquier obra de construcción o restaurante de comida rápida en el país del norte. “Es mi oportunidad para hacerme de un dinero y montar mi emprendimiento. No pude hacerme profesional, solo logré graduarme de bachiller”, afirmó.

En Guanarito, el municipio rural más extenso del estado Portuguesa, de unos 3.103 kilómetros cuadrados y con una población que ronda los 32.000 habitantes, el empleo más lucrativo para cualquier joven es el de recolector de patilla (sandía), y se paga por ello entre 15 y 20 dólares por cada camión cargado. Eso si el productor logra colocar una buena cosecha, pues los costos de acarreo corren por cuenta del comprador del fruto ya maduro.

La última buena cosecha de patilla en esa jurisdicción se registró en 2015, cuando la producción se ubicó en 118.000 kilogramos, a razón de 17.200 kilos por cada una de las 6.900 hectáreas cultivadas. Desde esa fecha, la siembra ha bajado en más de 50 %. Según los productores, el rendimiento es muy bajo, debido a la escasez de semilla, la falta de agroquímicos y la incipiente distribución de combustible.

El Darién es apenas un paso

Yuleidys Gutiérrez creía que el infierno del Darién, como ella misma llama a esa peligrosa selva de 575.000 hectáreas de extensión (266 kilómetros) entre Colombia y Panamá, era lo más arriesgado que se iba a encontrar antes de llegar a la tierra del Tío Sam. Pero no fue así. Enfrentó, sin protección, el paso de Los Chiles para llegar a Nicaragua, seguir a Honduras y avanzar hasta Guatemala y México.

Desde el pasado 29 de julio, Yuleidys comenzó a vivir otro infierno que no sabe cuándo acabará. Fue detenida por la Policía Civil de Guatemala, a la medianoche de ese viernes, en Quetzaltenango, zona montañosa del oeste de ese país, en límites con México. Estuvo presa por 75 horas en el Albergue Migratorio Zona 5, junto a 7 paisanos suyos, compañeros de viaje, y a otros 37 migrantes que iban rumbo a México para cruzar el Río Bravo, las aguas procelosas que dividen las fronteras norte mexicana y sur estadounidense.


Es mi oportunidad para hacerme de un dinero y montar mi emprendimiento. No pude hacerme profesional, solo logré graduarme de bachiller

Yuleidys Gutiérrez

La tarde del sábado 30 de julio, Yuleidys y sus compañeros de ruta fueron encerrados en celdas del Instituto Guatemalteco de Migración (Cactmu-IGA) y trasladados en autobuses hasta el retén. Fueron liberados, con retención de documentos y sin proceso judicial, la tarde del martes 2 de agosto.

“Al apresarnos, nos separaron. A los hombres los encerraron en una habitación y a nosotras las mujeres en otra, con los niños. Nos dieron comida, pero cuando ellos quisieron y era muy mala”, contó Yuleidys Gutiérrez con voz entrecortada.

Gutiérrez señaló que de desayuno comió pan con huevos y granos negros licuados, y de almuerzo pasta, zanahoria cruda y huevo. Respecto al agua que consumía detalló que ha sido de chorro, del baño, de la que usan para lavarse las manos y la cara.

Meta: llegar a Estados Unidos

La liberación de Yuleidys y los 40 migrantes venezolanos retenidos ocurrió en el Puesto Fronterizo Integrado Agua Caliente, ubicado en el territorio intrafronterizo de la Unión Aduanera Guatemala Honduras.

Gutiérrez tuvo que abordar un autobús a las cinco de la mañana aquejada por fiebre, catarro y dolor intermitente en los músculos. “Fue de terror, nos liberaron, nos devolvieron las cédulas de identidad, pero se quedaron con parte de nuestro dinero”, contó.

Yuleidys fue despojada de más de 400 dólares. “Salimos de nuestra tierra con 3.000 dólares y ya nos deben quedar 800”, aseguró la joven.


No me devolveré. Tengo frescas las secuelas de haber atravesado el Darién: hongos en los pies, además del trauma de haber visto tantos cadáveres humanos y animales peligrosos y venenosos

Yuleidys Gutiérrez

Pese a los escollos, Yuleidys no se plantea regresar a Venezuela. No tiene pasaporte y le tocaría atravesar nuevamente la selva del Darién. “Nuestro propósito es llegar a la frontera de Estados Unidos y no nos detendremos”.

Gutiérrez aún tiene frescas las secuelas de haber atravesado el Darién. Le quedaron hongos en los pies, además del trauma de haber visto tantos cadáveres humanos. “Vimos muchos muertos y nos encontramos con animales venenosos”.

“No es una opción regresarnos y volver a vivir esa horrible experiencia”.


En esta ruta te arruinan las vacunas. Fui despojada de más de 400 dólares. Salimos de nuestra tierra con 3.000 dólares y ya nos deben quedar 800

Yuleidys Gutiérrez

Con aportes de Mariángel Moro Colmenarez

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