Antonia Evangelista Ruiz de Mejía, conocida popularmente como “Toquita”, no era una abuela común a sus 101 años. En su casa, como en muchos hogares, sus objetos cuentan una historia que nada tiene que ver con recetas entrañables, por ejemplo; o con sabores de la infancia porque así le quedaba un plato determinado a la abuela Antonia, no.
Los objetos con los que los nietos de la abuela Antonia se toparon en un primer momento, como un bate firmado por Luis Ugueto, “con cariño”, u otro con la rúbrica del “Matatán” Eliézer Alfonso, con un “te amo”, ambos peloteros de la novena Caribes de Anzoátegui; así como con trofeos, banderines, gorras de equipos deportivos de distintas disciplinas deportivas, una raqueta de tenis; medallas y pelotas de béisbol o balones de fútbol, voleibol o baloncesto firmados, son la evidencia de una pasión de vida por el deporte en general y esas muestras de fervor deportivo le pertenecían a la abuela Antonia; le pertenecían a «Toquita«.
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“Toquita” era considerada la seguidora número uno del deporte en Anzoátegui, un equivalente de lo que para la fanaticada de los Leones del Caracas, por ejemplo, significa Jesús «Chivita» Lezama; pero “Toquita” no solo era reconocida en el ámbito beisbolero, como es el caso de Lezama, sino también por el mundo del baloncesto y del fútbol en Anzoátegui, por sus protagonistas y sus cronistas. “Toquita” era la «madrina del deporte» en general en la entidad.
Nacer y casarse con el deporte
“Toquita” Mejías, que tuvo 12 hijos, nació en Cumaná el 25 de abril de 1919, el lugar en el que todos aseguran solía jugar béisbol.
En 1937, “Toquita” Mejías se radicó en Puerto La Cruz, luego de casarse con Antonio “Cachare” Mejías, quien es reconocido como un destacado pelotero de la época.
50 años después de su nacimiento y como resultado su pasión por el deporte, «Toquita» podía presumir de que un estadio en su comunidad, ahora en Puerto La Cruz, llevara su nombre.
En entrevistas, «Toquita» solía decir que le emocionaba ver que las mujeres se involucraran en los deportes, no solo como protagonistas sino como testigos, y a eso «Toquita» dedicó gran parte de su vida.
El partido de «Toquita»
En el año 2000, en la conocida «Caldera del Diablo», predio del equipo de baloncesto Marinos de Anzoátegui, «Toquita» logró vencer a la muerte que, mediante un infarto en pleno juego reñido, trató de arrebatarle a «Toquita» su invicto, pero no lo logró y la abuela, la madrina del deporte en Anzoátegui, triunfó al final, y vivió para contar -con acento oriental- la anécdota de aquel duro partido del equipo de sus amores y, por su puesto, también su victoria.
«Los tres equipos me han dado mucho, mucha emoción», dijo «Toquita» en una entrevista que El Pitazo le hizo en 2015, al referirse a esa especie de santa trinidad deportiva oriental, conformada por Caribes, Marinos y el Deportivo Anzoátegui.
En esa misma entrevista, «Toquita» se despidió con una sentencia beisbolera que resume su presencia en el ámbito deportivo de Anzoátegui: «Hasta el último out», así se despidió «Toquita«.
Tras su fallecimiento este 28 de junio, a los 101 años, los protagonistas, testigos, cronistas y relatores del deporte Venezolano, no solo de Anzoátegui, lamentaron ese último out, ese último cuarto; ese minuto agregado del gran partido que jugó «Toquita«.