La crisis sanitaria en Venezuela ha dejado a los pacientes psiquiátricos sin atención, agravando sus enfermedades en un sistema de salud mental que opera al 30 % de su capacidad y con recursos escasos
Ideas persecutorias, ataques de pánico, alucinaciones, euforia y depresión. Carmen Hernández, a sus 80 años, padece trastorno esquizoafectivo, afección mental que provoca tanto pérdida de contacto con la realidad como problemas anímicos. Esta y otras enfermedades como el trastorno bipolar, la depresión y trastornos del neurodesarrollo son algunas de las enfermedades que afectan a parte de la población venezolana.
Carmen es solo un caso de miles de pacientes psiquiátricos en el país que no reciben la atención adecuada, y que ha tenido como consecuencia el agravamiento de su enfermedad. Dentro de la crisis sanitaria que atraviesa Venezuela, la salud mental no parece ser una prioridad.
Actualmente, se encuentran activos solo dos hospitales psiquiátricos en Caracas, ambos con déficit de camas, de insumos y de personal calificado. Por otro lado, según la OPS en Venezuela hay 0,22 psiquiatras por cada 10.000 habitantes, dejando así desatendidas y a merced de las circunstancias a las personas con padecimientos mentales, entre ellos pacientes con esquizofrenia o bipolaridad.
Días delirantes y una realidad de terror
Desde que Víctor, el nieto de Carmen, presenció en el año 2014 el primer episodio psicótico de su abuela, se convirtió en su mayor miedo. Desde ese momento él y su mamá empezaron a vivir en un estado de tensión, pues Carmen presentaba crisis con regularidad, unas más intensas que otras.
En el año 2020, con la pandemia de COVID-19, todo empeoró. El confinamiento desató la paranoia de Carmen, por lo que la presencia en casa de su nieto y de su hija la convirtió en una amenaza. Además, Carmen, en un estado de negación de su enfermedad, rechazaba tomar su medicación, por lo que los síntomas se agravaron.
En este país la atención psiquiátrica privada es un privilegio para muy pocos, mi mamá es jubilada, nosotros no podemos pagar eso
Víctor Hernández
«Mi abuela cortó con una tijera a mi mamá, le dijo que la iba a matar de noche. Una vez empezó a quemar cosas y puso cuchillos en la puerta de mi cuarto. Vivíamos con terror, porque no sabíamos de qué era capaz, nos podía hacer daño y se podía hacer daño a sí misma. No vivíamos en calma y fue muy difícil lidiar con la universidad y mi trabajo», comenta Víctor.
En junio de 2021, Víctor y su madre salieron a comprar comida y al regresar a su apartamento no pudieron entrar. Carmen había cerrado la puerta con candado. Pasaron dos semanas fuera de casa, durmiendo como nómadas en distintas casas de amigos y vecinos. Víctor y su madre empezaron a buscar ayuda en centros de salud, entre esos el hospital psiquiátrico de Lídice, el hospital Dr. Jesús Mata Gregorio y el hospital Vargas.
«En todos nos pedían que nos encargáramos del traslado y para nosotros era imposible en las condiciones en las que estaba. Y estos lugares eran de terror, parecían abandonados. También visitamos la UCV, pero la parte psiquiátrica no estaba operativa».
Un servicio deplorable
Hospitalizar a un paciente psiquiátrico en Venezuela no es tarea sencilla. Actualmente, los centros psiquiátricos están funcionando al 30 % de su capacidad, según comentó a El Pitazo una fuente extraoficial del sector de salud pública, que además indicó que los pacientes psiquiátricos son extremadamente demandantes, y no hay personal. «Por la migración, nos hemos quedado sin médicos y enfermeros, esa es la deficiencia más grande. Se necesita un enfermero por cada cuatro pacientes, al menos dos residentes. El problema más grande que tenemos es: ¿Quién atiende al paciente?»
Los únicos centros activos actualmente en Caracas son el Hospital Psiquiátrico de Caracas, conocido como Lídice, y el Centro Especializado en Psiquiatría del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, Dr. Jesús Mata de Gregorio, conocido como Los Chorros.
El doctor Danilo Martínez, presidente de la Sociedad de Psiquiatría, explicó que estos centros, aunque se encuentran activos, funcionan bajo condiciones deficitarias y operan con limitaciones en personal y en número de camas. «Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en Venezuela hay 0,22 psiquiatras en el sector público por cada 10.000 habitantes. Lo mínimo que se pide son 20 psiquiatras por 10.000 habitantes en el mundo. Es decir que nosotros tenemos un déficit de psiquiatras importante», explicó
Además, indicó que muchos centros no tienen los tratamientos adecuados, los familiares deben aportarlos, lo que representa una gran limitación por el alto costo que puedan tener para un familiar.
El precio de la salud mental
El costo mensual de un tratamiento psiquiátrico de calidad puede llegar a los 150 dólares, explicó el psiquiatra Fernando Medina, quien atiende en consulta privada.
Una caja de olanzapina de 14 tabletas de 10 mg, fabricadas por el laboratorio La Santé, Colombia, tiene un costo de 30 dólares. Dependiendo de la dosis, para cubrir con un tratamiento mensual se pueden necesitar hasta 4 cajas.
En las farmacias se consigue este tratamiento, sobre todo, el fabricado en la India. Este tiene un costo de entre 5 dólares y 10 dólares.
Desde siempre hemos sido la cenicienta de la salud pública, porque tenemos la propuesta de vida a nivel de recursos
Fuente extraoficial que trabajó más de 30 años en el sector público
Sobre estos medicamentos, Martínez considera que, aunque no se han estudiado sistemáticamente, «tengo la percepción de que no son tan efectivos y se requieren mayores dosis, y a veces tienen un perfil de efectos secundarios distinto».
Además, el presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría expresó que en los últimos 25 años se han desarrollado más o menos 25 nuevos fármacos más efectivos para el tratamiento de enfermedades mentales con un mejor perfil de efectos secundarios, pero que no están disponibles en Venezuela porque «el país se quedó estancado en finales del siglo XX y los primeros años del siglo XXI».
Cuando Carmen presentó el primer episodio psicótico en 2014 fue internada unos meses en el hospital psiquiátrico privado El Cedral, ubicado en La Florida, que además ofrece el servicio de traslado. Esta institución cuenta con aproximadamente 30 cupos.
Para ese momento, la familia de Víctor contaba con los recursos para internar a su abuela unos meses, pero en el año 2021 su situación económica no se lo permitió.
«Recuerdo que el servicio más básico para atender este caso era de 1.500 dólares. En este país la atención privada es un privilegio para muy pocos, mi mamá es jubilada, nosotros no podemos pagar eso», expresó Víctor.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), en Venezuela hay 0,22 psiquiatras en el sector público por cada 10.000 habitantes. Lo mínimo que se pide son 20 psiquiatras por 10.000 habitantes en el mundo. O sea que nosotros tenemos un déficit de psiquiatras importante
Danilo Martínez, presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría
Actualmente, internar a un paciente en esta institución privada tiene un costo de entre 100 y 200 dólares diarios.
El costo de la hospitalización en el interior del país no es muy distinto, la clínica de hospitalización psiquiátrica Macías ubicada en El Tigre, Anzoátegui, cuesta alrededor de 2.000 dólares mensuales.
Con un índice de pobreza del 50,5 % de la población en el país, según Encovi, y un salario mínimo equivalente a 3,5 dólares mensuales, el acceso a atención de salud privada se ha convertido en un privilegio. En los casos de las familias de pacientes con enfermedad mental, los ingresos son más bajos, ya que suele haber un familiar dedicado al cuidado total de la persona, por lo que esta no trabaja y no puede producir para costear tratamientos ni hospitalización. Sumado a esto, los seguros no contemplan atención psiquiátrica.
¿Un derecho postergable?
El Informe sobre el Sistema de Salud Mental de Venezuela reveló una marcada disparidad en la asignación de recursos en 2013: el 95 % del presupuesto se destinó a salud general, mientras que solo el 5 % se invirtió en salud mental
Una psiquiatra que trabajó más de 30 años en el sector público, y que declaró de forma extraoficial, dijo que el costo de un paciente psiquiátrico es insostenible. «Desde siempre hemos sido la cenicienta de la salud pública, porque tenemos la propuesta de vida a nivel de recursos. Se cuestiona que merece prioridad, un paciente con una enfermedad terminal o un paciente psiquiátrico que puede vivir años».
El problema más grande que tenemos es: ¿quién atiende al paciente?
Fuente extraoficial que trabajó más de 30 años en el sector público
Concientizar es vital
El médico Danilo Martínez, presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, explica que un paciente con enfermedad mental puede reintegrarse a labores, a veces limitadas, pero por lo menos algún tipo de labor si tiene acceso al tratamiento, las condiciones a nivel habitacional para un desempeño adecuado y que los familiares estén concientizados de cuál es la naturaleza de la enfermedad para que puedan detectar cualquier cambio o recaída que pueda tener el paciente.
El desconocimiento de las enfermedades mentales contribuye al agravamiento de las mismas, por lo que los expertos consultados para este reportaje coinciden en que la conciencia de las enfermedades mentales es la clave.
La Declaración de Caracas expresa que se debe concientizar en torno a la prevención de los síntomas de estas enfermedades, lo cual se puede lograr con tratamiento y el buen cuidado del paciente.
Víctor reconoce haber vivido gran desesperación al no contar con el servicio público y no poder costear el privado en ese momento. Pudieron volver a su hogar gracias a la ayuda de una doctora amiga de la familia. «Logramos ponerle el tratamiento, porque era la única a la que dejaba entrar a la casa, una vez que entramos, mi abuela empezó a llorar y se disculpó. Aunque estaba medicada, a veces volvía a tener episodios, cada vez más fuertes, después entró en una etapa de depresión hasta que un día decidió acostarse en su cama y se quedó postrada. A veces recordamos cómo era ella antes de su enfermedad, esa persona ya no existe».