El cuerpo de Orlando Maldonado, de 26 años, llegó al estado Táchira el 18 de abril. Fue una de las víctimas del incendio en el centro migratorio de Ciudad Juárez, ocurrido el 27 de marzo en el que murieron 39 migrantes. En medio de la tristeza y la frustración, sus allegados le dieron sepultura en Tucapé, su pueblo natal

Alegre, emprendedor, buena persona y soñador, esas fueron las palabras de la familia de Orlando Maldonado para describirlo. Cariñosamente le decían “Nando”. Su muerte, el 27 de marzo, en el incendio de un centro migratorio de Ciudad Juárez, México, asombró y entristeció a sus allegados. El tachirense tenía un plan para salir de la pobreza, parecido al de muchos venezolanos que han abandonado el país en los últimos años: llegar a Estados Unidos y, posteriormente, llevar a su pareja y su hijo de cinco años. 

En la tragedia donde murieron otros 38 migrantes de varios países latinoamericanos fallecieron siete venezolanos. Orlando (26) era el menor de todos y fue el último en ser detenido y trasladado hasta el sitio antes del incendio. 

La calle 4 de Tucapé, en el municipio Cárdenas, en Táchira, fue el sitio donde familiares y amigos despidieron a “Nando”, luego de 22 días de espera tras su muerte y repatriación. Justo allí, en octubre de 2022, estuvieron para despedirse de él, entre lágrimas de nostalgia y alegría, antes de emprender su viaje hasta Panamá, antes de llegar a México.

La humilde casa fue utilizada para hacer el funeral el 18 de abril, cuando llegó su cuerpo a territorio tachirense. Al día siguiente, el 19 de abril, fue enterrado en el cementerio de Caneyes, muy cerca de donde vivió. La funeraria decoró la pequeña sala para el velorio. En la calle fue instalado un toldo bajo el que rezaban quienes se acercaron a acompañar a la familia.

Un travesía llena de sueños

Cuando “Nando” salió del estado Táchira con su pareja y su hijo, había vendido lo que le quedaba de una bodega que no le generaba los recursos suficientes para subsistir. Los tres llegaron a Panamá con el dinero. 

El menor de cinco hermanos cruzó y sobrevivió al Darién. “Lo peor ya había pasado”, expresó Orlando Maldonado, padre del joven. La familia esperaba que completara los trámites para que pudiera ingresar legalmente a Estados Unidos, donde otro hermano lo esperaba. La angustia de la peligrosa selva había desaparecido.


Lo importante es que ya está otra vez en su tierra, no queríamos recibirlo como lo recibimos, pero no hay otra

Orlando Maldonado, padre

Una vez en Panamá, su hermano que vive en Estados Unidos le comentó que podía encontrarle un trabajo si lograban reunirse. El sueño era llegar al país norteamericano y establecerse para garantizar estabilidad a su hijo y enviar dinero a sus papás.

El 23 de marzo ingresó a México y con el poco dinero que tenía se hospedó en un pequeño hotel. “Él no estaba en ningún refugio porque no le gustaba, quería hacer todo bien y por eso vendía cosas en la calle para ganar dinero. Él era muy pilas y con la mala suerte de que lo agarraron ese mismo día del incendio y se lo llevaron”, contó el padre a El Pitazo.

Orlando Maldonado, el papá, habló durante el funeral en medio de las lágrimas. Contó que no quería que se fuera, pero no tenía nada que ofrecerle para que se quedara en el país, porque son personas humildes y de bajos recursos. Sólo pudo apoyarlo y rezar para que cumpliera todos sus sueños.

“Me dijo que se iba, trabajaba un año y volvía”, relató el señor. Los planes a futuro fueron hechos desde el anuncio de su partida. Viajes hasta compras y mejoras para la casa se programaron con la esperanza de un pronto reencuentro.

La mamá de “Nando” no fue capaz de declarar. Su llanto fue incontenible mientras velaban a su hijo en la sala de su casa. Las hermanas acompañaron a sus padres y durante el acto fúnebre enviaron fotos y videos a los familiares que residen en otros países y no pudieron viajar, incluidos la esposa y el hijo de “Nando”.

La noticia y la repatriación

Aquel 27 de marzo, la familia había leído sobre un incendio en México y la muerte de un grupo de venezolanos. Cuando el Gobierno mexicano emitió el primer comunicado empezaron los mensajes de conocidos para advertir, preguntar e informar.

“Fue muy doloroso enterarme de su muerte. Yo estaba en mi trabajo y me llegó en un chat una lista de los quemados en México. Cuando veo, encuentro el nombre de Orlando José Maldonado Pérez. A los segundos me llamó mi esposa llorando y después fue como una red de informaciones. Muy doloroso”, narró Gabriel Villamizar, tío del joven y quien se identificaba como su mejor amigo.

La mayoría de los familiares supo por la misma vía sobre la muerte del joven. La hermana mayor fue contactada por los funcionarios mexicanos vía telefónica para confirmar la información. Gleiver Maldonado, hermano de Orlando, viajó hasta Cancún y luego a Ciudad Juárez para realizar todos los trámites de repatriación. Fue quien estuvo en la morgue de Bello Monte, en Caracas, para retirar el cuerpo antes del viaje a Táchira.

El Gobierno mexicano costeó el viaje de repatriación hasta Caracas y el viaje vía terrestre hasta el estado Táchira. También los gastos funerarios y el entierro de “Nando”. El proceso de repatriación tardó 22 días, una eternidad para sus seres queridos. “Lo importante es que ya está otra vez en su tierra, no queríamos recibirlo como lo recibimos, pero no hay otra”, dijo Orlando Maldonado, padre.


Era como si se tratara de un gran personaje, él se hacía querer. Así como lo querían aquí, también fue en México, la gente se asombró porque era trabajador, luchador y muy amigable

Orlando Maldonado, padre

El adiós con tristeza y música

Cuando el cuerpo del joven llegó a Táchira, su familia hizo una caravana hasta Tucapé, donde lo recibieron con aplausos y música. Procuraron mantener un poco la alegría que lo caracterizó en vida y con la que se ganó el cariño de su comunidad.

Su padre contó que cuando llegó el carro fúnebre, en la calle 4, todos salieron a recibirlo. “Era como si se tratara de un gran personaje, él se hacía querer. Así como lo querían aquí, también fue en México, la gente se asombró porque era trabajador, luchador y muy amigable”.

Gleiver, el hermano, rechazó la manera como sucedieron las cosas. “Esta es una situación muy dolorosa para mis padres, para mi familia. Es muy doloroso que a nosotros los venezolanos, a los migrantes, los traten de esa manera. Debería haber respeto a la vida, a la humanidad y ponerse en el dolor ajeno. No queremos que esto que está sucediendo en nuestras familias suceda con otras personas, independientemente de su nacionalidad”, afirmó.

El padre de Orlando Maldonado asegura que aunque la familia debe seguir con su día a día, la tristeza y el dolor los acompañará por siempre. “Se resigna uno a la voluntad de Dios, se resigna uno aunque sea muy doloroso”, sentenció.

Miles de venezolanos en las zonas más desconectadas del país visitan El Pitazo para conseguir información indispensable en su día a día. Para ellos somos la única fuente de noticias verificadas y sin parcialidades políticas.

Sostener la operación de este medio de comunicación independiente es cada vez más caro y difícil. Por eso te pedimos que nos envíes un aporte para financiar nuestra labor: no cobramos por informar, pero apostamos porque los lectores vean el valor de nuestro trabajo y hagan una contribución económica que es cada vez más necesaria.

HAZ TU APORTE

Es completamente seguro y solo toma 1 minuto.