La dupla de voluntarios que salvó vidas en Turquía, después del terremoto, como parte de la Fuerza de Tarea Humanitaria Simón Bolívar, tiene un objetivo claro en mente: hacer visible la necesidad de contar con una numerosa y entrenada brigada canina que ubique a personas con vida tras un desastre natural 

El silencio es tan intenso que puede sentirse. Una voz de mando lo exige, para que su compañero haga el trabajo. Se anuncia la presencia de un equipo de salvamento en medio del desastre. En un sótano lleno de escombros y sedimentos; los rescatistas esperan escuchar alguna señal que confirme que hay un humano con vida. 

Los ladridos ponen fin al mutismo. Un perro con pelaje negro y blanco irrumpe en la escena, recorre el sitio y se detiene sobre un montículo, ladra sin cesar, sólo calla cuando llega su compañero y los integrantes de la brigada comienzan a cavar. Un joven está debajo de los escombros. Los ladridos del perro son más fuertes hasta que llega el equipo que va a sacar a la víctima. 

Aunque lo descrito se trate de una práctica de muestra para nuevos voluntarios, el rescatista Jorge Beens y su perro Tsunami, un canino de raza border collie de cuatro años, han salvado otra vida, como lo hicieron recientemente, luego del terremoto que azotó en febrero de este año a Turquía y a Siria.  

Beens y Tsunami formaron parte de la Fuerza de Tarea Humanitaria Simón Bolívar que fue enviada a la zona devastada. Ambos son voluntarios que integran el Centro de Formación Equipos Caninos de Intervención en Desastres (K-Sar Ecid) del Área Metropolitana de Caracas, de cual Beens, quien hizo carrera como sargento de bomberos y técnico especialista en rescate con equipos caninos, es fundador y actual director.

“En Venezuela hace falta estructurar un equipo canino con más duplas para rescatar personas vivas en desastres naturales. Esa es una tarea pendiente que tenemos. Mi sueño y el del equipo que me acompaña es convertirnos en el primer centro de formación de equipos caninos de salvamento para Venezuela”, reflexiona Beens. 

El rescatista, con una vasta experiencia que lo ha llevado a actuar en desastres internacionales en Chile, Ecuador y Haití, entre otros, explica que “actualmente hay brigadas pequeñas especializadas”. 


En Venezuela hace falta estructurar un equipo canino con más duplas para rescatar personas vivas en desastres naturales. Esa es una tarea pendiente

Jorge Beens, director del Centro de Formación de Equipos Caninos de Intervención en Desastres (K-Sar Ecid)

“Por un lado, nosotros, que somos un equipo de voluntarios con una brigada canina para encontrar sobrevivientes; por otro lado, está la brigada canina de Protección Civil Nacional con tres o cuatro perros, funcionarios militares con canes especializados en encontrar explosivos o drogas y tenemos la unidad K-9 del Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses, que se concentra en el hallazgo de cadáveres”, explica.

El especialista considera que hay que fijar más atención en formar canes que ubiquen sobrevivientes y contar con binomios de rescate, como se denomina a la dupla rescatista guía y perro. 

“Por ser un país con vulnerabilidad a desastres naturales, Venezuela debería contar con una unidad con mayores binomios que garanticen el rescate de personas con vida, cuando estas se encuentran bajo los escombros. Hay que sensibilizar y multiplicar la capacidad de respuesta incorporando a los rescatistas caninos que se han convertido en grandes aliados”, agrega Beens, y coloca un ejemplo para validar su punto. 

“Mientras en Venezuela contamos con un promedio de 10 binomios, un país como México, que entendió al enfrentar los sismos el papel importante de la brigada K-Sar, tiene 50 duplas o más, lo que eleva su capacidad de respuesta ante una tragedia”. 

Del maltrato a la heroicidad

La relación de Jorge Beens con el rescate y los animales viene desde su niñez. “Teníamos un vecino que era miembro de la brigada canina de la hoy desaparecida Policía Metropolitana. Ese vecino se convirtió en mi héroe. Yo lo veía pasar con su uniforme y con su compañero canino y me generaba admiración. Ambos hacían equipo y valoré el papel del perro”. 

Pero fue en la adolescencia cuando su vocación quedó marcada. “En la Tragedia de Vargas de 1999 yo estudiaba en un colegio, en un internado que estaba en Camurí Chico, en Macuto, y me apunté como voluntario para el proceso de rescate”. Allí, en medio del escenario de una de las mayores tragedias naturales de América Latina, Beens vio por primera vez en acción a una brigada canina.

“En la Tragedia de Vargas llegaron equipos de México, trabajando para buscar personas vivas bajo los escombros. Eso me pareció increíble. Luego tuve la fortuna de poder viajar a México y formarme. Yo me siento orgulloso de lo que hago, pero hace falta hacer mucho más y que no sea sólo un movimiento de voluntarios, sino que haya una política de Estado impulsando las brigadas K-SAR”.


Tsunami es un ejemplo de control y eso da garantía para ser un buen rescatista. En Turquía todo el mundo tenía que ver con él. Hoy en día es uno de los perros mejores adiestrados del país y un héroe internacional y nacional

Jorge Beens, director del Centro de Formación de Equipos Caninos de Intervención en Desastres (K-Sar Ecid)

Desde hace tres años, Tsunami es el compañero de Beens. Si bien no habla, el canino se comunica y entiende con su compañero de dupla con sólo un gesto.

“Tsunami es un ejemplo de control y eso da garantía para ser un buen rescatista. En Turquía todo el mundo tenía que ver con él. Hoy en día es uno de los perros mejor adiestrados del país y un héroe internacional y nacional al haber cumplido con la misión de localizar personas con vida, no sólo en el terremoto de Turquía, sino también en las labores de rescate en Las Tejerías y El Castaño en Aragua”, cuenta el hombre con orgullo.

Quizás lo que más sorprende de la historia de Tsunami es que fue un cachorro desnutrido y maltratado, rescatado por la Asociación Pro Defensa de los Animales (Aproa), que al ver que era de una raza utilizada para el rescate, contactaron a Beens, pues los border collies, como Tsunami, son perros de alta valía en el mundo de los rescatistas por su gran nivel de obediencia e inteligencia. “Empezamos a trabajar juntos, con el proceso de aprendizaje y resultó. Tsunami es un gran compañero”, señala Beens. 

Apoyo para crecer

Así como las duplas humanas tienen protocolos de acción en el manejo de escenarios de rescate, los binomios de las brigadas caninas también. “Para nosotros no es una mascota o un perro de compañía, sino un compañero que trabaja en el proceso de rescate, que debe además tener una dieta especial, entrenamiento constante y estar preparado para la acción. Es difícil y un compromiso, tanto para uno como para el perro”, reflexiona Beens al recordar la llegada a Turquía y encontrarse de frente con una tormenta helada y días bajo cero. 

Ante este inhóspito clima, Beens debió prepararse y adecuar el espacio para Tsunami, para que no sufriera de hipotermia. “Como voluntarios contamos con el apoyo invaluable de organismos públicos y privados. Para el viaje a Turquía tuvimos el apoyo de Aproa, que nos dio abrigos y guantes de fibra polar para ambos, lo que nos ayudó a enfrentar el clima”.

En el caso del Centro de Formación de Equipos Caninos de Intervención en Desastres (K-Sar Ecid), cada voluntario vive con su perro asignado. “En otros procesos de formación los perros tienen un espacio, pero nosotros no contamos con ese recurso estructural”, agrega el especialista canino.

Antes de noviembre de 2022, la brigada tenía una sede ubicada en San José de Cotiza, pero la vivienda se vio afectada por las lluvias.

Actualmente funcionan en una edificación sin culminar, a metros del Mercado de Las Flores, al final de la avenida Fuerzas Armadas en Caracas. “Esta estructura pertenece a la comuna. Ellos aquí tienen una escuela de boxeo y desarrollan otras actividades culturales. Nos cedieron un espacio y nos permitieron convertir el sótano en una cancha de simulación de desastres para el adiestramiento de nuestros perros”.

Beens dice que esperan contar con el apoyo o patrocinio de empresas que les permita cerrar algunos espacios para tener un aula de formación de nuevos voluntarios y un espacio seguro para resguardar los equipos de la brigada. Mientras habla, dos pequeños perros de la misma raza de Tsunami, que fueron donados por el Gobierno de Colombia cuando vieron actuar a la brigada en Las Tejerías, reciben sus primeras jornadas de formación. 

Además del agradecimiento con Aproa, Beens resalta el apoyo de algunas empresas privadas, como Vida Pets, y organismos públicos, como la Misión Nevado. 

El silencio vuelve a ser exigido por el instructor para dar continuidad a la práctica. “¿Hay alguien aquí? ¿Hay alguien aquí? Somos de la brigada de rescate”, grita Beens. Sobre otro montículo está Tsunami, señalando sin cesar, donde hay una vida bajo los escombros, que puede ser rescatada. 

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